Nemrod, también llamado Nimrod, Nimrud o Nebrodes, fue el primer
monarca-pontífice de Babilonia (a unos ochenta y seis kilómetros hacia el sur
del centro de la actual Bagdad, capital de Irak) cuya existencia se situa entre
1500 y 1000 años antes de Cristo. El capítulo décimo del Génesis bíblico
cita la descendencia de Noé (patriarca hebreo descendiente de Adán) y, en ella
cita a este patriarca judío: …Kus (nieto de
Noé) engendró a Nemrod, que fue el primero que se hizo prepotente en la
tierra. Fue un bravo cazador delante de Yahveh… Los comienzos de su reino
fueron Babel, Erek y Acad, ciudades todas ellas en tierra de Senaar (valle de
Mesopotamia formado entre los ríos Eúfrates y Tigris)...
El capítulo once del Génesis está dedicado a la Torre de Babel, una gran construcción
con la cúspide en los cielos, construida en el país de Senaar regido por el
dominante patriarca judío Nemrod. Ciertos estudios catalogan también a este rey
mesopotámico o babilonio como el primer Pontifex Maximus (Pontífice Máximo:
pontífice significa «hacedor o constructor de puentes», endiosado mediador
entre los poderosos dirigentes y sus súbditos), primer rey-sacerdote del
judaísmo patriarcal de gran crueldad e irrevererencia con la auténtica religión
y sus lazos sagrados. Nemrod es citado por el historiador judeorromano y
fariseo Flavio Josefo en su apreciable obra Antigüedades de los Judíos, donde
delata sus tácticas de gobierno. En el capítulo IV del libro I de este trabajo,
Flavio Josefo expresa con más precisión sobre Nemrod y la Torre de Babel:
Los hijos de Noé eran tres: Sem, Jafet y Cam, nacidos cien años antes del Diluvio. Ellos fueron los primeros en descender de las montañas a las llanuras donde fijaron su residencia. Convencieron a los demás, que temían ir a los terrenos bajos por el peligro de inundación y no querían bajar de las alturas, a que siguieran su ejemplo. La llanura donde primero vivieron se llamaba Senaar. Dios les ordenó además que enviaran colonos para ocupar otras regiones, que no fomentaran entre sí las disidencias y que cultivaran parte de la tierra para gozar ampliamente de sus frutos. Pero, como estaban muy mal educados, desobedecieron, cayeron en nuevas calamidades y conocieron por propia experiencia el pecado en que cayeron. Cuando procrearon en multitud de generaciones, Dios les repitió el consejo de enviar colonos. Pero ellos, suponiendo que la vida cómoda que gozaban no provenía del favor de Dios sino de su propia audacia, no obedecieron. A su desobediencia añadieron la sospecha de que se les ordenaba separarse en grupos porque, estando divididos, los podrían oprimir con mayor facilidad. Quien les inculcó semejante desprecio hacia Dios fue Nimrod, nieto de Cam e hijo de Noé, hombre audaz y de gran fuerza en los brazos. Él los persuadió para que no pusieran en Dios la causa de su felicidad por deberse a su propia intrepidez. Nimrod convirtió poco a poco el gobierno en una tiranía, viendo que la única forma de quitar a los hombres el aprecio hacia Dios era atarlos cada vez más a su propia dominación. Afirmó que, si Dios se proponía ahogar a su sociedad de nuevo, haría construir una Torre tan alta que las aguas jamás la alcanzarían, y al mismo tiempo se vengaría de Dios por haber aniquilado a sus antepasados. La muchedumbre estuvo dispuesta a seguir los dictados de Nimrod y a considerar una cobardía entregarse a Dios. Levantaron la Torre trabajaron sin pausa ni descanso y, como eran muchos los brazos que intervenían, comenzó a levantarse con rapidez, más de la que sería de esperar. Era muy gruesa y fuerte, pero por su gran altura parecía menos de lo que era en realidad. Estaba construida de ladrillos cocidos, unidos con betún para que no pasara el agua. Cuando Dios los vio trabajar tan perturbados decidió no echar abajo su obra, pues no habían aprendido nada de la desgracia de los pecadores anteriores. Provocó en cambio la confusión entre ellos haciéndoles hablar distintas lenguas para que no se entendieran entre sí. El lugar donde edificaron la Torre se llamó Babilonia por la confusión de las lenguas, porque babel significa confusión en hebreo… Después de eso se dispersaron según sus lenguas y crearon poblados en todas partes. Sus pobladores ocuparon las tierras a las que habían llegado y a las que Dios los había conducido, de tal modo que todo el continente se llenó de poblaciones, tanto las tierras Mediterráneas como las marítimas. Muchos atravesaron el mar en barcos y habitaron las islas. Algunas naciones conservan el nombre que les dieron sus primitivos fundadores, otras lo perdieron y otras hicieron cambios para hacerlos más comprensibles a sus habitantes. Los griegos fueron autores de estos cambios porque en siglos posteriores se hicieron poderosos y pretendieron para sí la gloria de la antigüedad…
El libro de Isaías del Antiguo Testamento cita el
porqué de la caída de Babilonia en su capítulo 46: Bel se desploma. Nebó (o
Nabu, dios babilonio de la escritura y la sabiduría) se derrumba, sus ídolos
van sobre animales y bestias de carga, llevados como fardos sobre un animal
desfallecido. Se derrumbaron se desplomaron todos, no pudieron salvar la carga.
Ellos mismos van cautivos…Sacan el oro de sus bolsas, pesan la plata en la
balanza y pagan a un orfebre para que les haga un dios, al que adoran y ante el
cual se postran. Se lo cargan al hombro y lo transportan, lo colocan en su
sitio y allí se queda. No se mueve de su lugar. Hasta llegan a invocarle, mas
no responde, no salva de la angustia. Recordad esto y sed hombres, tened seso,
rebeldes, recordad lo pasado desde antiguo…
Estas palabras se refieren a ritos religiosos de la Antigüedad como los
empleados por la casta faraónico-sacerdotal de Egipto, los sacerdotes de Grecia
y los pontífices judíos de Babilonia. En sus vetustos ritos estos dioses-reyes,
rodeados siempre por seleccionados miembros de su especie, utilizaban la mitra
(tocado alto con forma de boca de pez y dos cintas traseras llamadas ínfulas
que la jerarquía católica utiliza para cubrir sus cabezas durante los oficios
litúrgicos), la tiara (tocado alto y ovoide con tres coronas y dos ínfulas
similares a las de la mitra), el palio (colgadura de lana y larga puesta sobre
los hombros), los flabelos (abanicos grandes con mango largo) y eran
transportados en andas por doce hombre entre la multitud, en un trono sostenido
sobre sus hombros por dos barras horizontales y paralelas.
Estos ritos paganos y sus adornos, practicados y
llevados desde varios miles de años antes de Cristo, siguen siendo utilizados
hoy día de igual manera en las procesiones católicas, celebradas en muchos
puntos de España e Hispanoamérica durante la Semana Santa y otras
festividades; y en el transporte de los papas, que fueron llevados a hombros
con toda esta parafernalia milenaria hasta pasada la primera mitad del siglo
XX... (sigue)
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