Después de un intenso bombardeo durante seis meses de setenta ciudades japonesas, los lanzamientos atómicos en Hiroshima y Nagasaki (Japón) se efectuaron los días 6 y 9 de agosto de 1945, respectivamente. Pero, ¿por qué no se realizaron en otras ciudades niponas más importantes, como Tokio por ejemplo? El motivo responde a un acontecimiento histórico que sucedió hace más de cuatrocientos años.
El día 4 de diciembre de 1623 dos sacerdotes jesuitas, el franciscano valenciano Francisco Gálvez de Uriel y 47 cordígeros o franciscanos seglares, fueron quemados vivos en una gran plaza de las afueras de Yedo, a la vista de muchos nobles y señores que habían sido invitados a los festejos de la investidura del shogun, y de un gran gentío. A los hispanos se les denegó el permiso de desembarcar en Japón después de 1624 y, en la década siguiente, una serie de edictos prohibieron el comercio exterior e incluso la construcción de grandes barcos. Solamente se permitió permanecer en Japón a un pequeño grupo de holandeses, restringidos a la isla artificial de Dejima, en el puerto de Nagasaki, y limitando sus actividades. Japón continuó el comercio con China, aunque con una ajustada regulación…