domingo, 21 de marzo de 2004

Roma y Judea, entre los dioses y Dios

Poncio Pilato, quinto prefecto de la provincia romana de Judea entre los años 26 y 36, tuvo un papel destacado en los acontecimientos de la provincia durante esos años, siendo el suplicio y condena a muerte de Jesús de Nazaret el más destacado de ellos, según relatan las páginas de los Evangelios. Sin embargo y pese a su importancia, Flavio Josefo no cita en sus Antigüedades de los Judíos el juicio de Pilato contra Jesucristo ni su martirio posterior. Sí relata en el capítulo III del libro XVIII su enfrentamiento con judíos de humilde condición: ...
 
Pilato, pretor de Judea, salió de Samaria con su ejército para invernar en Jerusalén. Concibió la idea, para abolir las leyes judías, de introducir en la ciudad las efigies del emperador (Tiberio Julio César Augusto) que estaban en las insignias militares, pues la ley nos prohíbe tener imágenes. Por este motivo los pretores que lo precedieron, acostumbraban a entrar en la ciudad con insignias que carecían de imágenes.

Estela romana, nombre Poncio Pilato, teatro de Cesarea Marítima, año 1961

Pero Pilato fué el primero que a espaldas del pueblo, pues lo llevó a cabo durante la noche, instaló las imágenes en Jerusalén. Cuando el pueblo se enteró, se dirigió a Cesarea en gran número y pidió a Pilato durante muchos días que trasladara las imágenes a otro lugar. Él se negó, diciendo que sería ofender al César; pero puesto que no cesaban en su pedido, el día sexto, después de armar ocultamente a sus soldados, subió al tribunal, establecido en el estadio para disimular al ejército oculto.

En vista de que los judíos insistían en su pedido, dió una señal para que los soldados los rodearan y los amenazó con la muerte si no regresaban tranquilamente a sus casas. Pero ellos se echaron al suelo y descubrieron sus gargantas, diciendo que preferían morir antes que admitir algo en contra de sus sabias leyes. Pilato, admirado de su firmeza y constancia en la observancia de la ley, ordenó que de inmediato las imágenes fueran transferidas de Jerusalén a Cesarea.

Pilato dispuso también llevar agua a Jerusalén, a expensas del tesoro sagrado, desde una distancia de doscientos estadios. Pero los judíos quedaron descontentos por las medidas tomadas. Se reunieron muchos miles de hombres que pidieron a gritos que se desistiera de lo ordenado. Algunos, como suelen hacerlo las multitudes, profirieron palabras ofensivas. Pilato envió un gran número de soldados vestidos con ropa judía, pero que bajo los vestidos ocultaban las armas, a fin de que rodearan a los judíos; luego ordenó a éstos que se retiraran.

Como los judíos dieron muestras de querer injuriarlo, hizo la señal convenida a los soldados; éstos castigaron mucho más violentamente de lo que se les había ordenado, tanto a los que estaban tranquilos como a los sediciosos. Pero los judíos no mostraron señal alguna de debilidad, de tal modo que sorprendidos de improviso por gente que los atacaba a sabiendas, murieron en gran número en el lugar, o se retiraron cubiertos de heridas. Así fué reprimida la sedición.

El tercer parrafo que aparece en este capítulo no sigue el hilo narrativo, lo sigue el cuarto, y muestra que fue añadido tiempo después por la tinta de los copistas eclesiásticos:

Por aquel tiempo existió un hombre sabio llamado Jesús, si es lícito llamarlo hombre, porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y muchos gentiles. Era el Cristo. Delatado por los principales de los judíos, Pilato lo condenó a la crucifixión. Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, porque se les apareció al tercer día resucitado; los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él. Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos.

El saduceo José ben Caifás fue nombrado Sumo Sacerdote del Sanedrín el año 18 por Valerio Grato, procurador romano de Judea y predecesor de Poncio Pilato. Caifás se casó con la hija del poderoso Anás, anterior y poderoso Sumo Sacerdote con quien compartió la máxima autoridad religiosa durante toda la administración de Poncio Pilato. Caifás ordenó la persecución y el exterminio de sus paisanos judeocristianos de baja casta hasta su destitución por el procurador romano Lucio Vitelio el año 36.

Flavio Josefo cita dos veces a Caifás con pocos detalles en sus Antigüedades de los Judíos y sin relacionarlo con la figura de Cristo... (sigue)


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