Poncio Pilato, quinto prefecto de la provincia romana de Judea entre los años 26 y 36, tuvo un papel destacado en
los acontecimientos de la provincia durante esos años, siendo el suplicio y
condena a muerte de Jesús de Nazaret el más destacado de ellos, según relatan
las páginas de los Evangelios. Sin embargo y pese a su importancia, Flavio
Josefo no cita en sus Antigüedades de los Judíos el juicio de Pilato contra
Jesucristo ni su martirio posterior. Sí relata en el capítulo III del libro XVIII su enfrentamiento con
judíos de humilde condición: ...
Pilato, pretor de Judea, salió de Samaria con su
ejército para invernar en Jerusalén. Concibió la idea, para abolir las leyes
judías, de introducir en la ciudad las efigies del emperador (Tiberio Julio César Augusto) que
estaban en las insignias militares, pues la ley nos prohíbe tener imágenes. Por
este motivo los pretores que lo precedieron, acostumbraban a entrar en la
ciudad con insignias que carecían de imágenes.
Estela romana, nombre Poncio Pilato, teatro de Cesarea Marítima, año 1961 |
Pero Pilato fué el primero que a espaldas del pueblo, pues lo llevó a cabo durante la noche, instaló las imágenes en Jerusalén. Cuando el pueblo se enteró, se dirigió a Cesarea en gran número y pidió a Pilato durante muchos días que trasladara las imágenes a otro lugar. Él se negó, diciendo que sería ofender al César; pero puesto que no cesaban en su pedido, el día sexto, después de armar ocultamente a sus soldados, subió al tribunal, establecido en el estadio para disimular al ejército oculto.
En vista de que los judíos insistían en su pedido, dió una
señal para que los soldados los rodearan y los amenazó con la muerte si no
regresaban tranquilamente a sus casas. Pero ellos se echaron al suelo y
descubrieron sus gargantas, diciendo que preferían morir antes que admitir algo
en contra de sus sabias leyes. Pilato, admirado de su firmeza y constancia en
la observancia de la ley, ordenó que de inmediato las imágenes fueran transferidas
de Jerusalén a Cesarea.
Pilato dispuso también llevar agua a Jerusalén, a expensas del
tesoro sagrado, desde una distancia de doscientos estadios. Pero los judíos
quedaron descontentos por las medidas tomadas. Se reunieron muchos miles de
hombres que pidieron a gritos que se desistiera de lo ordenado. Algunos, como
suelen hacerlo las multitudes, profirieron palabras ofensivas. Pilato envió un
gran número de soldados vestidos con ropa judía, pero que bajo los vestidos ocultaban
las armas, a fin de que rodearan a los judíos; luego ordenó a éstos que se
retiraran.
Como los judíos dieron muestras de querer injuriarlo, hizo la señal
convenida a los soldados; éstos castigaron mucho más violentamente de lo que se
les había ordenado, tanto a los que estaban tranquilos como a los sediciosos.
Pero los judíos no mostraron señal alguna de debilidad, de tal modo que
sorprendidos de improviso por gente que los atacaba a sabiendas, murieron en
gran número en el lugar, o se retiraron cubiertos de heridas. Así fué reprimida
la sedición.
El tercer parrafo que aparece en este capítulo no sigue el hilo
narrativo, lo sigue el cuarto, y muestra que fue añadido tiempo después por la
tinta de los copistas eclesiásticos:
Por aquel tiempo existió un hombre sabio
llamado Jesús, si es lícito llamarlo hombre, porque realizó grandes milagros y
fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a
muchos judíos y muchos gentiles. Era el Cristo. Delatado por los principales de
los judíos, Pilato lo condenó a la crucifixión. Aquellos que antes lo habían
amado no dejaron de hacerlo, porque se les apareció al tercer día resucitado;
los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de
él. Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos.
El saduceo José ben Caifás fue nombrado Sumo Sacerdote del
Sanedrín el año 18 por Valerio Grato, procurador romano de Judea y predecesor
de Poncio Pilato. Caifás se casó con la hija del poderoso Anás, anterior y
poderoso Sumo Sacerdote con quien compartió la máxima autoridad religiosa
durante toda la administración de Poncio Pilato. Caifás ordenó la persecución y
el exterminio de sus paisanos judeocristianos de baja casta hasta su destitución por el
procurador romano Lucio Vitelio el año
36.
Flavio Josefo cita dos veces a Caifás con pocos detalles en sus
Antigüedades de los Judíos y sin relacionarlo con la figura de Cristo... (sigue)
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