Michele Ruggieri, misionero jesuita en China y uno de los primeros sinólogos
católicos o estudiosos extranjeros de la cultura y las instituciones chinas,
zarpó desde Lisboa con un grupo directivo de misioneros jesuitas entre los que estaba
Rodolfo Acquaviva, pariente del quinto general jesuita Claudio Acquaviva, y
Matteo Ricci. Llegó a la India
en septiembre de 1578, mientras
Europa se convulsionaba entre guerras y conflictos políticos, achacados a la
religión y organizados en la buhardilla vaticana, y allí comenzó a estudiar el
lenguaje usado en la costa de Malabar, en 6 meses alcanzó tal nivel que ya
podía escuchar confesiones…
El citado Matteo Ricci
también desembarcó en la India
y pasó dos años en Goa. En 1582
viajó a China, llegando a Macao,
también territorio portugués, y el 7 de agosto de 1582 entró en China, entonces
bajo el gobierno de la dinastía Ming, ocultando su intención de propagar una
religión extranjera. Se instaló en la ciudad de Zhaoqing, provincia de
Guangdong, donde se dedicó a un estudio intenso de la lengua china.
Wanli, emperador chino siglo XVII |
Desde entonces Ricci y Michele Ruggieri llevaron la doctrina y la
política católicas a China con suma discreción. Tras asentarse en la provincia
de Guangdong (Kwang-Tong), estudiaron el idioma chino, adoptaron su forma de
vestir y congeniaron con la población adoptando sus formas. Con la ayuda de un
mapa que Ricci hizo para ellos, los intelectuales chinos pudieron ver por
primera vez la situación de su país en el mundo.
En 1597 Ricci fue nombrado
director de las actividades jesuitas en China, y en 1601 logró al fin su objetivo de ser admitido en Pekín, la capital.
Allí predicó, supervisó los cuatro puntos de su misión y enseñó arte a
estudiantes chinos. También tradujo obras católicas al chino, escribió libros
en ese idioma y proporcionó a Europa el primer informe moderno del Imperio
chino. Murió el 11 de mayo de 1610 en Pekín.
Los europeos se habían ganado una reputación de expertos en
complejas materias técnicas, lo cual les había abierto las puertas de la corte
china durante la anterior dinastía Ming. El primer misionero en instalarse en
la corte había sido Matteo Ricci, introductor del catolicismo en China y cuyos
conocimientos cartográficos y matemáticos habían llevado su fama a oídos del Emperador
Wanli a principios del siglo XVII.
Tras el establecimiento de la dinastía Qing,
(el emperador Shunzhi era el primer emperador Qing que gobierna China después
de la ocupación de Pekín en 1644) los jesuitas se habían mostrado leales a
ésta, a pesar de lo cual habían sufrido persecuciones durante la época de los
cuatro regentes.
El Emperador Kangxi, sin embargo, admiraba la destreza técnica de
los europeos y les asignaría tareas importantes. Durante su reinado, los
jesuitas contribuirían al desarrollo técnico del estado Qing, participando en
la producción de mapas y de utensilios como relojes o incluso instrumentos
musicales, como un clave. También ejercerían funciones de intérpretes. La
negociación del Tratado de Nerchinsk con Rusia se pudo llevar a cabo gracias a
los jesuitas, que traducían del chino al latín, idioma que comprendían los
altos funcionarios rusos.
Uno de los principales jesuitas en Pekín fue Ferdinand Verbiest (1623 - 1688),
nacido en la actual Bélgica y que había estudiado teología en la Universidad de
Sevilla. Verbiest enseñaba matemáticas y astronomía al Emperador y, en 1674,
había producido un nuevo mapa del mundo que superaba en detalle a todos los
anteriores mapas hechos en China.
La posición de Verbiest en la corte se vería
reforzada durante el año 1669. Ese año, el Emperador Kangxi, decidido a
determinar si las técnicas de cálculo de los europeos eran superiores a las de
los astrónomos musulmanes de la corte, lanzó un reto consistente en llevar a
cabo varias predicciones astronómicas, que debían culminar en la determinación
del momento de un eclipse de luna... (sigue)
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