La Araña Negra es el título de una novela
escrita en el año 1892, después de
algunos años de trabajo, por el valenciano Vicente Blasco Ibáñez, cuando éste tenía 25
años de edad. La obra es considerada una obra
folletinesca escrita en su juventud (aunque en realidad no es tal cosa) y más tarde sería repudiada por el propio
autor, posiblemente por presiones o instrucciones externas. Blasco Ibánez cursó estudios de derecho en la Universidad de
Valencia, esos años perteneció a la tuna y se licenció en 1888 con 21
años, a pesar de que prácticamente no ejerció dicha carrera. Dividió su vida
entre la política, el periodismo, la literatura y el amor a las mujeres, de las
que era un admirador profundo, tanto de la belleza física como de sus
características psicológicas. Su mujer María Blasco, de mismo
apellido que el suyo pero de otra familia, tenía una traza varonil y un porte nada femenino exteriormente…
Vicente Blasco Ibánez ingresó con 20 años en la masonería,
el día 6 de febrero de 1887, adoptando el
nombre simbólico de Danton (en honor de Georges Jacques Danton 1759-1794,
abogado francés y líder pragmático radical de la Revolución francesa, quien obtuvo
un importante préstamo que le permitió comprar una prestigiosa posición legal y
llevar una vida acomodada; cuando comenzó la Revolución francesa en
1789, Danton se introdujo en la política con entusiasmo y pasó a ser el presidente
del club de los Cordeliers o Cordeleros, la vanguardia del radicalismo
parisino. Sobre él recayeron en 1791 graves sospechas de que aceptaba sobornos
de los monárquicos y fue guillotinado por orden de
Robespierre en el año 1794).
Blasco Ibáñez formó parte de la Logia Unión nº14 de Valencia
y posteriormente de la Logia
Acacia nº25. Sus manifestaciones políticas se
caracterizaron por una oposición a la monarquía con ideales republicanos,
manifestando los mismos en el periódico El
Pueblo, que fundó en noviembre de 1894.
Fue detenido en 1896 y condenado a
varios meses de prisión, reinando María Cristina de Habsburgo y Lorena,
viuda de Alfonso XII de Borbón.
Curiosamente, en 1898, después de salir de la cárcel, fue publicada
su primera obra literaria de gran éxito, La Barraca, donde denunciaba la injusticia social en
la huerta valenciana, los campesinos abusados por los señores. Entre los años 1898 y 1907, ocupó escaño en el Congreso de los
Diputados representando al partido republicano denominado Unión Republicana,
entre el republicanismo unitario y el federalista. Más tarde, por sus
discrepancias con el partido, se integró al Partido de Unión Republicana
Autonomista.
El novelista y republicano valenciano recibió el encargo personal
del presidente francés Raymond Poincaré (1913-1920) de escribir una novela
sobre la guerra. Y esta fue Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1916), reinando
Alfonso XIII. La traducción en inglés se publicó en 1918 y tuvo una gran
repercusión (libro más vendido en Estados Unidos en 1919 según Publishers Weekly),
hasta el punto que en 1921 se realizó la versión en cine (mudo en la época)
protagonizada por un novel Rodolfo Valentino.
Definitorios son algunos capítulos de su libro La Araña Negra, como el titulado El gran
descubrimiento de la Orden,
que advierte sobre la actitud de las mujeres de aquella época y condición: Hoy el catolicismo, educado por nosotros,
gusta de la devoción dulce y sólo acude con placer a nuestras iglesias bonitas
que parecen un lindo juguete al lado de los templos góticos. Causan muy buena
impresión nuestras capillas alumbradas con gas, nuestros órganos con su
musiquita ligera y casi bailable y, sobre todo, nuestros predicadores que
hablan a un auditorio elegante con la delicadeza de un galán de comedia. Con
este sistema de devoción, aristocrático y distinguido, se conquista a la mujer,
y quien tiene hoy a las mujeres, querido padre, es dueño ya de todo el mundo.
Y el titulado Una respuesta del doctor Zarzoso, donde
califica las leyes y la salud mundiales: Las leyes de hoy son una farsa, pues
sólo tratan de cosas que únicamente debían ser de la competencia de los médicos
alienistas, y en cambio no se preocupan del porvenir de la humanidad. ¡Ni una
sola disposición para fomentar el vigor y la salud de las generaciones
venideras! Si estos gobiernos tuvieran sentido común, ordenarían el examen
médico antes de todo matrimonio; así se evitarían muchas desgracias y podríamos
librarnos de que antes de un par de siglos la humanidad sea un vasto hospital y
un gigantesco manicomio...
Para saber más sobre el tema:
Para contactos profesionales o editoriales, enviar email.
No hay comentarios:
Publicar un comentario