lunes, 27 de septiembre de 2004

Germanos y romanos, primos hermanos

(visigodos, ostrogodos, mesogodos, cristianos-católicos, paganos, Magna Ciencia, Hipatia, Museo-Biblioteca de Alejandría, suevos, vándalos, alanos, burgundios, Toledo en Hispania...)

A partir de la batalla del bosque de Teutoburgo en el año 9, los pueblos germánicos se nombraron godos, que significa dioses, unos dioses de sociedades iniciáticas místico-guerreras mejor estructuradas, con un sistema jerárquico, militar y hermético que tenía su origen en las entrañas de Roma...
 
Las guerras disputadas entre los emperadores romanos y los reyes germánicos a lo largo del siglo III destruyeron la región de los Balcanes y el noreste del Mediterráneo. Otras tribus se unieron a los godos y, al mando del rey Ermanarico, establecieron en el siglo IV un reino que se extendió desde el mar Báltico hasta el mar Negro. A partir de las invasiones de los hunos hacia el año 370, los acosados godos se dividieron en dos ramas separadas. Los ostrogodos formaron reino en tierras alrededor del mar Negro, hoy parte de Ucrania y Bielorrusia. Y los visigodos fueron los godos de occidente, cuyo territorio se extendía desde Ucrania hasta el río Danubio.

Los visigodos fueron amenazados por los hunos el año 376 y buscaron la protección del emperador romano Flavio Valente, quien les autorizó a establecerse en la provincia romana de Mesia, parte de la actual Bulgaria. Pero no tardaron en rebelarse y guerrear contra Roma, situación que acabó en el 378 con la batalla de Adrianópolis, en la actual Edirne turca, donde el emperador del oriente romano Flavio Valente y gran parte de su ejército fueron derrotados y muertos por los visigodos. Esta derrota abrió el camino para la Iglesia Católica, con el papa Dámaso I como primer Pontífice Máximo, comenzara a afianzar un mayor dominio sobre el Imperio Romano de Occidente.

En 382 y tras numerosos combates, Teodosio I el Grande negoció con ellos un astuto tratado de paz: se les permitió vivir en territorios imperiales bajo la condición de servir en el ejército romano. Desde aquel instante los visigodos tuvieron una gran influencia en el Imperio. Muchos de los instalados en Mesia se convirtieron en campesinos y fueron conocidos como mesogodos. Uno de sus obispos, llamado Ulfilas, tradujo la Biblia al lenguaje godo y favoreció la práctica del arrianismo entre los visigodos.

Encendidas riñas entre cristianos y paganos de Alejandría llevaron a violentos conflictos callejeros el año 391. Los paganos se encerraron en la Biblioteca y los numerosos cristianos la sitiaron durante algunos días. El conflicto terminó cuando un edicto del emperador Teodosio I dio el perdón y la libertad a los paganos cercados, y puso la valiosa Biblioteca a disposición de los impetuosos cristianos. Esta decisión hizo posible el tercer gran saqueo de aquel santuario de erudiciones remotas. A partir de aquella mutilación, muchos paganos de la ciudad se bautizaron como cristianos-católicos por la cuenta que les traía, en especial los de castas superiores.

Representación del Museo-Biblioteca de Alejandría, antes de 391

Sin embargo Hipatia no quiso hacer tal cosa. Esta mujer aristócrata de origen griego, conocedora de la filosofía platónica, erudita de Magna Ciencia en la Biblioteca de Alejandría y maestra de jóvenes miembros de la élite social del Imperio, continuó siendo fiel a sí misma y a su entendimiento pagano. Cuando san Cirilo de Alejandría, teólogo, padre y doctor de la Iglesia romana, fue elegido patriarca de la diócesis en 412, poco tardó en arremeter contra quienes consideraba incompatibles con la comunidad cristiana de la ciudad. Saqueó y cerró las iglesias cristianas construidas por los seguidores de Novaciano y provocó ataques contra los judíos alejandrinos, exterminando a una parte, expulsando a la otra y destruyendo sus hogares. Durante una de estas tropelías, Hipatia fue linchada, descuartizada y quemada por una fanatizada muchedumbre de católicos.

En consonancia con esta mentalidad, pero en otro extremo, se encontraban los venerados estilitas, una versión cristiana de los oráculos grecorromanos, personajes también existentes en el budismo y el chamanismo. El oráculo era una persona con cualidades especiales que actuaba como adivino o médium entrando en trance, a través de sus sueños o contactando con el alma de los difuntos. Como otros santos y místicos, traspasaron los límites de nuestra realidad, tuvieron acceso al mundo de lo inexplicable y fueron faro de las aspiraciones cristianas de entonces. El mundo material no era importante para ellos, nada más les importaba el espíritu y sacrificar sus cuerpos en lo alto de las columnas aumentaba sus visionarias perspectivas.

La piedra angular de estos estilitas cristianos fue san Simeón Estilita el Viejo, asceta sirio que vivió entre 390 y 459. Simeón entró en un monasterio cerca de Antioquía, tiempo después decidió trasladarse cerca de Alepo y comenzó a vivir sobre una plataforma situada en lo alto de un pilar de piedra. Poco a poco se cambió a pilares cada vez más altos, viviendo sus treinta últimos años en uno que medía algo más de dieciocho metros de altura. En pocas cabezas cabe hoy esta manera de vivir la existencia, pero durante el siglo XVIII todavía podían verse estilitas en Georgia (región del Cáucaso al norte de Turquía), Armenia y Azerbaiyán... (sigue)


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