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A partir de la batalla del bosque de Teutoburgo en el año 9, los
pueblos germánicos se nombraron godos, que significa dioses, unos dioses de
sociedades iniciáticas místico-guerreras mejor estructuradas, con un sistema
jerárquico, militar y hermético que tenía su origen en las entrañas de Roma...
Las guerras disputadas entre los emperadores romanos y los reyes
germánicos a lo largo del siglo III destruyeron la región de los Balcanes y el
noreste del Mediterráneo. Otras tribus se unieron a los godos y, al mando del
rey Ermanarico, establecieron en el siglo IV un reino que se extendió desde el
mar Báltico hasta el mar Negro. A partir de las invasiones de los hunos hacia
el año 370, los acosados godos se dividieron en dos ramas separadas. Los ostrogodos formaron reino en tierras
alrededor del mar Negro, hoy parte de Ucrania y Bielorrusia. Y los visigodos fueron los godos de
occidente, cuyo territorio se extendía desde Ucrania hasta el río Danubio.
Los visigodos fueron amenazados por los hunos el año 376 y
buscaron la protección del emperador romano Flavio Valente, quien les autorizó a
establecerse en la provincia romana de Mesia, parte de la actual Bulgaria. Pero
no tardaron en rebelarse y guerrear contra Roma, situación que acabó en el 378
con la batalla de Adrianópolis, en la actual Edirne turca, donde el emperador
del oriente romano Flavio Valente y gran parte de su ejército fueron derrotados
y muertos por los visigodos. Esta derrota abrió el camino para la Iglesia Católica, con el papa
Dámaso I como primer Pontífice Máximo, comenzara a afianzar un mayor dominio
sobre el Imperio Romano de Occidente.
En 382 y tras numerosos combates, Teodosio I el Grande negoció con
ellos un astuto tratado de paz: se les permitió vivir en territorios imperiales
bajo la condición de servir en el ejército romano. Desde aquel instante los
visigodos tuvieron una gran influencia en el Imperio. Muchos de los instalados
en Mesia se convirtieron en campesinos y fueron conocidos como mesogodos. Uno de sus obispos, llamado
Ulfilas, tradujo la Biblia
al lenguaje godo y favoreció la práctica del arrianismo entre los visigodos.
Encendidas riñas entre cristianos y paganos de Alejandría llevaron
a violentos conflictos callejeros el año 391. Los paganos se encerraron en la Biblioteca y los
numerosos cristianos la sitiaron durante algunos días. El conflicto terminó
cuando un edicto del emperador Teodosio I dio el perdón y la libertad a los
paganos cercados, y puso la valiosa Biblioteca a disposición de los impetuosos
cristianos. Esta decisión hizo posible el tercer gran saqueo de aquel santuario
de erudiciones remotas. A partir de aquella mutilación, muchos paganos de la
ciudad se bautizaron como cristianos-católicos por la cuenta que les traía, en
especial los de castas superiores.
Representación del Museo-Biblioteca de Alejandría, antes de 391 |
Sin embargo Hipatia no quiso hacer tal cosa. Esta mujer
aristócrata de origen griego, conocedora de la filosofía platónica, erudita de
Magna Ciencia en la Biblioteca
de Alejandría y maestra de jóvenes miembros de la élite social del Imperio, continuó
siendo fiel a sí misma y a su entendimiento pagano. Cuando san Cirilo de
Alejandría, teólogo, padre y doctor de la Iglesia romana, fue elegido patriarca de la
diócesis en 412, poco tardó en
arremeter contra quienes consideraba incompatibles con la comunidad cristiana
de la ciudad. Saqueó y cerró las iglesias cristianas construidas por los
seguidores de Novaciano y provocó ataques contra los judíos alejandrinos,
exterminando a una parte, expulsando a la otra y destruyendo sus hogares.
Durante una de estas tropelías, Hipatia fue linchada, descuartizada y quemada
por una fanatizada muchedumbre de católicos.
En consonancia con esta mentalidad, pero en otro extremo, se
encontraban los venerados estilitas, una versión cristiana de los oráculos
grecorromanos, personajes también existentes en el budismo y el chamanismo. El
oráculo era una persona con cualidades especiales que actuaba como adivino o
médium entrando en trance, a través de sus sueños o contactando con el alma de
los difuntos. Como otros santos y místicos, traspasaron los límites de nuestra
realidad, tuvieron acceso al mundo de lo inexplicable y fueron faro de las
aspiraciones cristianas de entonces. El mundo material no era importante para
ellos, nada más les importaba el espíritu y sacrificar sus cuerpos en lo alto
de las columnas aumentaba sus visionarias perspectivas.
La piedra angular de estos estilitas cristianos fue san Simeón
Estilita el Viejo, asceta sirio que vivió entre 390 y 459. Simeón entró en un
monasterio cerca de Antioquía, tiempo después decidió trasladarse cerca de
Alepo y comenzó a vivir sobre una plataforma situada en lo alto de un pilar de
piedra. Poco a poco se cambió a pilares cada vez más altos, viviendo sus
treinta últimos años en uno que medía algo más de dieciocho metros de altura. En
pocas cabezas cabe hoy esta manera de vivir la existencia, pero durante el
siglo XVIII todavía podían verse estilitas en Georgia (región del Cáucaso al
norte de Turquía), Armenia y Azerbaiyán... (sigue)
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