miércoles, 4 de abril de 2007

Jerónimos desde Sevilla hasta Ginebra, y viceversa

Apoyándose en comunicados de los embajadores de Felipe II en Inglaterra, Menéndez Pelayo afirma que Casiodoro de Reyna, o Reina, era espía y morisco granadino, y según otros nacido en Montemolín (Badajoz). Casiodoro se formó como monje en el monasterio jerónimo de San Isidoro del Campo (Sevilla), en sus estancias recibió la correspondiente erudición católica y la relacionada con la pujante reforma religiosa, destacando como escribano y persuasivo predicador de la removida doctrina. Las crónicas afirman que todos los frailes recluidos en el convento de San Isidoro del Campo tuvieron una repentina e iluminadora conversión al protestantismo. Y un día del año 1557, con todo organizado y sin ser molestados por nadie, se marcharon del monasterio sevillano hacia Ginebra para trabajar allí con los estrategas suizos, bajo el hábito negro de Juan Calvino...

El mes de abril de 1562, la Inquisición hizo en Sevilla un auto de fe o acto de ejecución pública en el que Casiodoro de Reyna fue quemado en efigie. Por estar ausente, lo declararon heresiarca o jefe de herejes y sus escritos se incluyeron en el Índice de Libros Prohibidos de la Iglesia Católica. Ese mismo año, Casiodoro de Reyna se trasladó a Inglaterra protegido y pagado por la reina Isabel I, fue ordenado pastor de la Iglesia Anglicana, se casó y empezó a trabajar en la primera traducción de la Biblia a idioma castellano. Casiodoro tuvo que salir de Inglaterra por ser acusado de sodomita u homosexual. Tras este irregular detalle de la crónica se marchó a Amberes (Bélgica), allí se resolvió el problema al poco tiempo sin dejar mancha en su biografía y se dedicó a escribir los escritos que tenía encomendados.

Ejemplar de la Biblia del Oso, Casiodoro de Reina, año 1569
En 1567, con el pseudónimo Reginaldus Gonsalvius Montanus, Casiodoro de Reyna publicó en latín el libro Algunas Artes de la Santa Inquisición Hispana, el primer libro que mostraba métodos de esta institución. Los tomos salieron de una imprenta de Heidelberg (Alemania) y no tardaron en traducirse a lenguas vulgares como el alemán, el holandés y el francés. El año 1569, en Basilea (Suiza), fue editada la Biblia castellana; su portada reza: La Biblia, que es, los sacros libros del Viejo y Nuevo Testamento, Trasladada en Español. En su centro aparece el dibujo de un árbol con un panal que intenta alcanzar un oso: el eje del mundo (con su estructura social), la sabiduría y el hombre vulgar o de casta humilde. Bajo el grabado la frase: La Palabra del Dios nuestro permanece para siempre, y el año de edición en números romanos...

Gracias a su alusiva portada, esta versión bíblica empezó a conocerse como la Biblia del Oso y fue revisada, reordenada y reeditada en 1602 por Cipriano de Valera, exmonje jerónimo, humanista y compañero de Casiodoro de Reyna. Su misión escribiente fue completada por un catecismo, comentarios a los Evangelios y unas disposiciones para ayudar a pobres y perseguidos. Recompensado por ello, Casiodoro se estableció en Frankfurt del Main (Alemania) y, hasta que murió en 1594, se dedicó al comercio mientras continuaba con su labor propagadora.

Cipriano de Valera fue otro monje de alto estatus del monasterio de San Isidoro del Campo (Sevilla) y acompañó a Casiodoro de Reyna en su aventura protestante. En 1558 se instaló en Inglaterra al abrigo de la reina Isabel I, como instructor de las universidades de Oxford y Cambridge. Conoció personalmente a Juan Calvino, de quien aprendió matices reformadores que plasmó en sus apuntes, y tradujo por primera vez al castellano su obra Institución de la Religión Cristiana, publicada en 1597. Su último encargo realizado fue la inspección y recolocación de la llamada Biblia del Oso, labor que le llevó veinte años completar, poco antes de morir en Londres el año 1602. La nueva edición bíblica de Cipriano de Valera comienza con una dedicatoria suya que dice: Para la gloria de Dios y el bien de la Iglesia Española.

El doctor Juan Gil, llamado también Egido por latinizar su nombre, fue profesor en la Universidad de Alcalá de Henares hasta que el inquisidor general Alfonso Manrique, hasta entonces dentro de la corte castellana, le hizo trasladarse a Sevilla en torno al año 1530 y le nombró canónigo magistral del cabildo sevillano. Como otros prelados católicos, el arzobispo e inquisidor Manrique mantenía contacto epistolar con Erasmo de Rotterdam, a quien ofrecía su protección y consejos. La provechosa y descansada canonjía sevillana permitió al doctor Gil dedicarse a predicar entre sus feligreses una mística protestante anclada en la fe, para creer prescindiendo de la propia experiencia o conciencia...

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