lunes, 7 de julio de 2008

Carlos de Habsburgo y otras perdiciones

Como intento para recuperar a su perdido hijo y remediarle su desequilibrio mental, el rey Felipe II nombró a su recuperado hijo Carlos miembro de su Consejo de Estado en 1564 y pidió al papa Pío IV (Giovanni Angelo Medici) que tuviera en cuenta el suceso de su recuperación después del accidente para la futura santificación de fray Diego de Alcalá, cosa que materializaría el papa Sixto V (Felice Peretti) en 1588...

Carlos tuvo contacto en 1565 con el llamado Lamoral o conde de Egmont, general y gobernador al servicio de los Austrias, primo de Felipe II por via de su madre la reina Isabel de Portugal y uno de los cabecillas de las revueltas sucedidas en los Paises Bajos durante aquellos días. El príncipe acordó con Lamoral trasladarse allí para encabezar una gran insurrección contra su propio padre Felipe II y, sabedor de sus desavenencias con la Casa de Alba, confesó el plan al portugués Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli, para valerse de sus servicios; pero el gentilhombre de Felipe II informó con rapidez a su señor desbaratando las intenciones de su hijo.

Carlos de Austria, el problemático hijo de Felipe II

Carlos volvió a mantener conversaciones conspiradoras con miembros de la nobleza flamenca los meses siguientes, se permitió amenazar de muerte a Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, y protagonizó nuevos actos vandálicos que corrieron de boca en boca pasmando oídos. El príncipe pidió luego a su tío Juan de Austria que lo llevase a Italia para ir desde allí a los Paises Bajos y comenzar su plan, pero Juan también informó a su hermanastro Felipe II de las intenciones disidentes de su primogénito.

En abril de 1566, la nobleza flamenca presentó a Margarita de Austria o de Parma, gobernadora de las Provincias Unidas o Países Bajos, hija bastarda del emperador Carlos V y hermanastra de Felipe II, el Compromiso de Breda, reclamando la validación del culto protestante y el cese de la Inquisición Hispana, dirigida en esos territorios por el cardenal católico y borgoñés Antoine Perrenot de Granvelle.

Este contrato fue rechazado por Felipe II y su corte, complicando una situación social europea que padecía cese comercial y de sueldos, carencia de alimentos y una gran subida de precios. La gravedad fue aprovechada por los protestantes calvinistas y hugonotes para reprochar en sus discursos y panfletos las riquezas e hipocresías de los jerarcas católicos, acrecentando el odio y el malestar sentido por la población.

A mediados de agosto de 1566, tras a una repentina subida del precio del pan y otros alimentos básicos, sucedieron una serie de actos violentos por parte de los protestantes con la destrucción de monasterios e iglesias católicas y de imágenes e iconos venerados por su credo. Los disturbios duraron varios meses y provocaron la movilización de un gran ejército que llegó a Bruselas en agosto de 1567 al mando del gran duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel. El día 5 de septiembre, el gran duque de Alba creó allí el Tribunal de los Tumultos, conocido popularmente como Tribunal de la Sangre, con el fin de apresar y ejecutar a centenares de disidentes flamencos, confiscar sus propiedades, ocupar sus feudos y apropiarse de sus bienes.

El día 8 de ese mismo mes, varios nobles holandeses y protestantes fueron citados por Fernando Álvarez de Toledo con el pretexto de informarles sobre las decisiones del rey Felipe II. La argucia del gran duque dio resultado y fueron detenidos Felipe de Montmorency, conde de Horn, y Lamoral, conde de Egmont. Estos dos altos nobles flamencos habían servido con eficacia a Felipe II en anteriores conflictos bélicos, pero serían decapitados en la plaza mayor de Bruselas el 5 de junio de 1568.

El príncipe protestante Guillermo I de Orange-Nassau, antes protegido y vasallo del emperador Carlos V, huyó a sus territorios de Germania y desde allí, con la ayuda de sus hermanos, dirigió y financió ejércitos y piratería contra los intereses de Felipe II, quien lo maldijo y puso un alto precio a su cabeza, logrando que fuera asesinado el año 1584, en un momento de relativa calma, por un universitario y fanatizado católico llamado Balthasar Gérard. Este asesino, orgulloso de su acción, fue ajusticiado con crueldad y finalmente decapitado. Felipe II otorgó a su familia un título nobiliario y unos pequeños territorios situados en el Franco Condado (este de Francia).

Gracias a su personal delirio malevolente, en consonancia con el delirio político armado en los Países Bajos o Provincias Unidas, el príncipe Carlos de Austria llegó a planear el asesinato de su padre y éste, al enterarse, ordenó su reclusión e incomunicación en los aposentos de palacio en enero de 1568. Carlos amenazó primero con suicidarse, luego dejó de comer durante un tiempo, de ahí pasó a comer sin medida y murió seis meses después con veintitrés años recién cumplidos, a finales de julio de 1568. Aunque su macabra biografía no acabaría ahí, como veremos en breve... (sigue)

Para contactos profesionales o editoriales, escribir e-mail.

No hay comentarios:

Publicar un comentario