Apenas hay unos cien kilómetros desde el extremo de Corunalles
hasta Plymouth, la población costera desde donde partían por mar muchas expediciones
inglesas y donde se encontraba Francis Drake, relegado desde su fracaso
anterior a salvaguardar sus costas. Por ser testigo impotente de los éxitos de
sus enemigos, los poderosos Austrias o Habsburgo afincados en Hispania, y para
remediar su deteriorada situación, el vicealmirante propuso a la reina Isabel I
de Inglaterra dirigir una expedición a la cuenca del mar Caribe, con la misión
principal de crear una base naval de operaciones en Panamá para atacar los
dominios hispanos en América y robar sus valiosas mercaderías...
Sopesando el proyecto con sus consejeros, la reina dio el visto
bueno a condición de que compartiera el mando de la expedición con su primo y
también corsario John Hawkins, nombrando general de las tropas de desembarco al
señor y militar Thomas Baskerville. En seis galeones, una veintena de grandes
embarcaciones y una buena cantidad de lanchas y barcazas para el transporte de
cargas, salieron mil quinientos marineros y el doble de soldados del puerto de
Plymouth el día 17 de agosto de 1595.
John Hawkins, señor, ladrón y servidor de Isabel I |
De manera parecida a la última y fallida expedición de Drake, la
escuadra inglesa empezó a tener problemas por la carencia de agua potable y
alimentos. La situación generó un dilema en los mandos ingleses: atacar la
ciudad de Las Palmas en la isla de Gran Canaria, proveerse de agua potable y
víveres suficientes, y perder por ello el factor sorpresa previsto para sus
ataques en el Caribe; o seguir así hasta Centroamérica y atacar por sorpresa
pero castigados por la carencia de provisiones. Y al final, después de darle
muchas vueltas, decidieron atacar Las Palmas.
El 4 de octubre, la
flota inglesa llegó a las proximidades de la isla Gran Canaria. La poco nutrida
guarnición de la ciudad, más alrededor de mil civiles sin experiencia militar,
formaron la defensa parapetados en la torre de Santa Ana, remate de la muralla
por el norte de la ciudad, y en la fortaleza de Santa Catalina. Las grandes
naves inglesas con cañones de largo alcance comenzaron al bombardear las
defensas grancanarias para abrir camino al desembarco de unas cincuenta
barcazas cargadas de soldados.
El incesante cañoneo y el fuego de mosquetes desde Las Palmas
hacia los barcos ingleses y sus tropas de desembarco, frenaron sus ansias
invasoras y lograron su retirada. Ante la dificultad, Drake, Hawkins,
Basekerville y los suyos siguieron la costa grancanaria con el fin de encontrar
un lugar propicio y sin población para aprovisionarse de agua, alimentos
frescos y leña para continuar. Por su parte, el entonces gobernador de Gran
Canaria, el badajocense o pacense Alonso Alvarado y Ulloa, envió patrullas a
caballo para seguir a la escuadra enemiga por los caminos costeros e impedir su
pretendido abastecimiento.
Un grupo de soldados ingleses desembarcó en una bahía despoblada y
fue sorprendido por una de las patrulas, que mató a varios de ellos e hizo dos
prisioneros. Los apresados fueron interrogados sin miramientos, contaron el
plan de su escuadra y el gobernador Alonso Alvarado envió de inmediato naves correo a Hispania y
a las Indias Occidentales avisando de lo sucedido. Entretanto, los demás
ingleses navegaron hacia la isla de la Gomera, donde pudieron recoger algunos
suministros, continuando viaje hacia Centroamérica el día 6 de octubre y llegando a las costas caribeñas en noviembre.
Allí se enteraron que el galeón hispano Nuestra Señora de Begoña,
transportando un gran tesoro de oro y plata desde La Habana (Cuba) hasta
Hispania y capitaneado por Sancho Pardo de Donlebún, experto marino y
cartógrafo nacido en Castropol (Asturias), había sufrido graves daños durante
un temporal y estaba siendo reparado en Puerto Rico. Desde Hispania salieron
cinco fragatas al mando del capitán Pedro Téllez de Guzmán para apoyar la
defensa contra la escuadra inglesa. Las fragatas eran más altas las galeras,
tenían remos, tres mástiles con velas, armamento ligero, mayor rapidez y
maniobrabilidad.
Esta pequeña flota llegó al mar Caribe poco después que Drake y
los suyos, encontrándose con la popa de varios barcos de su escuadra cerca de
la isla de Guadalupe, a unos quinientos kilómetros de Puerto Rico. Las fragatas
cañonearon a los barcos ingleses, causándoles daño, matando a parte de su
tripulación y cogiendo prisioneros de uno de ellos. Enterado de sus
intenciones, Téllez y su rápida flota pusieron rumbo a Puerto Rico y llegaron
antes que sus enemigos, reforzando las defensas de la isla. El gobernador Pedro
Suárez o Juárez y los oficiales hispanos se prepararon para la lucha hundiendo
el galeón averiado y otros buques ya gastados en la bocana o paso del puerto
puertorriqueño para dificultar la entrada de los navíos ingleses, pusieron
cañones en lugares estratégicos adelantando algunos de ellos para hacer mejor
blanco y colocaron las fragatas cerca de la bahía para protegerla con sus
cañones.
La escuadra de Drake, Hawkins y Baskerville llegó a las
proximidades del puerto de San Juan el 22 de noviembre. Viendo la organización
del ejército hispano, optaron por anclar las naves y pasar la noche en las
cercanías de la bahía, alejados del alcance de sus disparos. Sin embargo, un
grupo de cañones adelantados y sacados del castillo de San Felipe del Morro,
empezaron a disparar a los buques ingleses, alcanzando de lleno la estacia
donde se reunían sus oficiales para cenar y ultimar las acciones del día
siguiente. Una gran bala de cañón destrozó su interior, matando e hiriendo a
varios oficiales. Las crónicas hispanas relatan que John Hawkins murió también
en esta acción artillera, mientras que las inglesas citan su muerte por
disentería diez días antes, el 12 de noviembre.
Durante las primeras horas del día 24,
aprovechando la oscuridad nocturna, varias decenas de barcazas cargadas con
soldados ingleses se acercaron sigilosas a las fragatas hispanas con la
intención de arrojar material incendiario en su interior y quemarlas. La acción
provocó fuego en tres de las cinco fragatas, en dos de ellas la tripulación
logró apagarlo, pero la tercera se incendió entera. Parte de su tripulación
pereció quemada y el resto salvó sus vidas lanzándose al mar... (sigue)
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