Miguel
de Cervantes ejerció de soldado y escritor en el escalafón de hidalgo o hijo de
algo, la categoría más baja de la aristocracia hispana. Esta casta servía a
grandes aristócratas y prelados, bajo ella estaban los hijos de nada o vulgo. Cervantes
trabajó como criado del napolitano Julio Acquaviva, nombrado cardenal con
veinticuatro años, fallecido con veintiocho y pariente del quinto general
jesuita Claudio Acquaviva...
Lo acompañó por sus residencias de Palermo, Milán, Florencia, Venecia, Parma y Ferrara, hasta su ingreso en los Tercios que combatirían en la decisiva batalla naval de Lepanto (Naupacto, Grecia) el 7 de octubre de 1571.
Lo acompañó por sus residencias de Palermo, Milán, Florencia, Venecia, Parma y Ferrara, hasta su ingreso en los Tercios que combatirían en la decisiva batalla naval de Lepanto (Naupacto, Grecia) el 7 de octubre de 1571.
Miguel
quedó herido por los turcos en esta batalla con dos arcabuzados en el torso y
la mano izquierda. Ésta le quedó atrofiada pero pudo continuar la actividad
militar, por ella le llamaron El Manco de Lepanto.
A él y a su hermano Rodrigo Cervantes los apresaron piratas argelinos en septiembre de 1575 y estuvieron encarcelados en Argel. Pese a las dificultades y tentativas de fuga narradas por la información oficial, Miguel se empapó durante ese tiempo del sufismo islamita: comprensión mística que libera de ambiciones y obediencias ciegas, sea cual sea el lugar o el envoltorio religioso.
Lo liberaron en septiembre de 1580, gracias a la mediación de padres trinitarios y el pago del rescate. La familia Cervantes siguió los movimientos de la Corte Real. El filólogo y conde barcelonés Martín de Riquer Morera revela en su edición completa del Quijote: «El hogar de Cervantes dista mucho de ser un modelo de honor y dignidad. La hermana mayor del escritor, Andrea, desde los veinticuatro años había sido objeto de espléndidas donaciones de joyas y ricos vestidos por parte de señores, con los que a veces se lanzó a pleitear, y había tenido una hija, Constanza, de un tal Nicolás de Ovando, con quien no se llegó a casar. Magdalena, la hermana pequeña, desde los veinte acepta donaciones de jóvenes de su edad; en 1581 amenaza a Juan Pérez de Alcega con llevarle ante el vicario eclesiástico para que le obligue a desposarse y velarse con ella en haz de la Santa Iglesia cumpliendo así su palabra de matrimonio, aceptando del arrepentido galán 300 ducados».
Don Quijote, de Gustavo Doré, año 1863 |
Miguel
rondó unos años la Corte Real
de Felipe II de Austria para pagar las deudas de su rescate y rehacer su vida,
componiendo varios escritos y viviendo algunas aventuras. De éstas aventuras
destacan una hija con la mujer de un tabernero y su matrimonio con la hidalga
Catalina de Salazar.
Desde
1587 trabajó como comisario de provisiones de la Grande y Felicísima Armada,
proveedor de las galeras reales y recaudador de impuestos.
Su
sobrina Constanza de Ovando, hija natural de su hermana Andrea de Cervantes,
recibió en 1596 la suma de 1400 ducados de don Pedro de Lanuza, hermano del
famoso Justicia de Aragón, en reparación de la palabra de matrimonio que le dio
y no cumplió.
Irregularidades
en las recaudaciones llevaron a Miguel a la cárcel real de Sevilla el año 1597,
en el encierro engendró la obra El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
En
1604 Cervantes fue a vivir a Valladolid, donde estaba la
Corte Real de Felipe III, terminó la
primera parte del Quijote y la publicaron en 1605. Martín de Riquer cita que en
su casa entraban de noche y de día algunos caballeros, especialmente un Simón
Méndez portugués amancebado con Isabel, hija de Miguel. A las mujeres que
vivían con él las llamaban con desprecio Las Cervantas: sus hermanas, su hija y
su sobrina, dispuestas siempre a recibir dinero a cambio de favores sexuales.
Don
Quijote de la Mancha es hoy la obra literaria con más traducciones y
publicaciones después de la Biblia, y la primera novela moderna o polifónica,
con distintos y numerosos personajes que expresan su visión del mundo. Toda
ella es un ataque sarcástico contra los libros de caballerías.
Desde
su publicación El Quijote logró acabar con la valoración, la edición y la
lectura de los libros de caballerías, que eran continuidad, no pocas veces
distorsionada, de la heroica búsqueda espiritual de los nobles cátaros. Las
historias de sus caballeros andantes, peregrinos portadores de corrección y
valor, elogiaban las iniciativas de sus protagonistas, las revueltas contra las
autoridades, el Amor Cortés a su Dama ideal y una especial sexualidad ausente
de matrimonio.
Este
tipo de literatura se basaba en el Santo Grial, el legendario cáliz usado por
Jesucristo en la Última Cena. Su leyenda la inició en el siglo XII el franco
Chrétien (Cristiano) de Troyes, poeta de la corte del antiguo condado de
Champaña y de Brie (norte de Francia), inspirado por los nobles partidarios del
catarismo en el Languedoc, el reino de Aragón, reinos adyacentes y órdenes
militares de caballería medieval. El relato insinúa las figuras de Jesús y los
doce apóstoles y reproduce la simbología esenia del Evangelio.
La
búsqueda del Grial representa una ardua peregrinación a lo inconsciente, una
larga introspección del reino de Dios en el propio interior. La valerosa
alegoría fue argumento de trovadores y también de escritores posteriores que
aportaron otros elementos ficticios a sus particulares versiones. Este último
es el caso en el siglo XIII del germano Wolfram von Eschenbach para su Parzival
o Percival y en el siglo XV el del inglés Thomas Malory con su rey Arturo.
El
Quijote cervantino está lleno de escenas caballerescas donde las cosas no son
lo que aparentan, con grandes influencias y adaptaciones provenientes del
sufismo islamita, como las del sevillano Abu Madyan (1116-1198) y las del murciano
Ibn al-Arabi (1165-1241).
Igual
sucede con textos de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Esta enseñanza
suprema tiene como protagonista a Mulá Nasrudín: maestro inventado por los
derviches o místicos sufíes dentro del Islam que encabeza multitud de anécdotas
ejemplares, chistes que ilustran los ridículos parámetros en los que se
desenvuelve la mente humana, poniéndolos en evidencia e insinuando estados más
elevados de conciencia y actuación.
Como
integrante de la baja nobleza castellana, Miguel de Cervantes pertenecía a la Congregación de los
Esclavos del Santísimo Sacramento del Olivar, de la que también dependían
escritores como Francisco de Quevedo y Félix Lope de Vega.
Cervantes
era asimismo componente de la Tercera Orden
Franciscana o Venerable Orden Tercera de San Francisco, así como su mujer
Catalina de Salazar y sus hermanas. Pese a todo, los usureros, las angustias
económicas y la pobreza llevaron de la mano al Manco de Lepanto durante toda su
vida, desde su nacimiento en Alcalá de Henares hasta su entierro de caridad en
Madrid, donde murió a causa de la diabetes.
Como
punto final es bueno saber también que el apellido castellano Cervantes
proviene del catalán Servents y significa Sirvientes.
(Derechos de autor: A.R.Smooth)
(Derechos de autor: A.R.Smooth)
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