El año 1883 Antonio Gaudí, extraordinario masón y alquimista,
asumió el proyecto de construcción del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, llamada
popularmente la Catedral
de los Pobres en memoria de la sagrada comunidad cristiana o esenia que plantó
cara al Imperio romano, provocó su caída o declive y dejó escrito el Nuevo Testamento. Antes de
morir entre los pobres como era su deseo, Gaudí escribió: Conviene
no confundir a la pobreza con la miseria. La primera lleva a la elegancia y a
la belleza. La segunda, en cambio, al hambre y al rencor. La riqueza solo
conduce hacia la opulencia y la complicación. El arte es belleza y la belleza
es resplandor de la verdad, sin la cual no hay arte...
La idea de construir un templo expiatorio dedicado a la Sagrada Familia en
unos nuevos terrenos del Eixample barcelonés fue del librero Josep Maria
Bocabella, inspirado por el sacerdote Josep Manyanet (que fue canonizado el año 2004), fundador de las congregaciones religiosas Congregación de
Hijos de la Sagrada
Familia y Congregación
de Misioneras Hijas de la
Sagrada Familia de Nazaret, encargadas de promover el culto a
la Sagrada Familia
y fomentar la educación católica de niños y jóvenes.
Antonio Gaudi pintado por Leopoldo Rovira el año 1878 |
Bocabella
fundó la Asociación
de Devotos de San José para recaudar fondos y, para
construir el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia compró una manzana entera del Eixample en un lugar
conocido como El Poblet, cerca del Camp de l'Arpa, en Sant Martí de Provençals,
entre las calles Provença, Mallorca, Marina y Sardenya. Este solar le costó 172.000
pesetas de la época, una elevada cantidad.
El proyecto de esta catedral fue encargado en primer lugar al arquitecto Francisco de Paula del
Villar y Lozano, que ideó un conjunto neogótico, desechando la idea de
Bocabella de hacer una réplica del Santuario de Loreto (supuestamente, la
casa de José y María en Nazaret, los padres del Jesús).
La primera piedra de la Sagrada Familia se colocó el 19 de marzo de 1882, día de San
José. A su colocación acudió el entonces obispo de Barcelona José María Urquinaona
Bidot, que hoy tiene una calle y una estación de metro en Barcelona. Antonio Gaudí asistió a esta ceremonia, pues había trabajado como ayudante de
Villar en varios proyectos y estaban unidos profesionalmente.
Tras el incendio de la anterior sede episcopal astorgana en 1886, el
obispo Juan Baptista Grau Vallespinós, paisano, amigo y maestro litúrgico de
Antonio Gaudí, encargó al artista y arquitecto el diseño y la supervisión de una nueva sede
para su episcopado, encargándose de este trabajo y de otros los años siguientes.
En 1893 murió el obispo Grau y Gaudí, por desavenencias con la
junta diocesana, no tanto de forma como de fondo, decidió abandonar el proyecto del Palacio Episcopal de Astorga
y llevarse con él a los valiosos artesanos y canteros catalanes que trabajaban con él, equipo muy semejante a los de la Edad Media y a los que trabajaron con el Maestro Mateo en la catedral de Compostela. Este palacio clerical fue finalizado
por Ricardo García Guereta más de veinte años después y alberga hoy el Museo de
los Caminos (de Santiago).
Antonio Gaudía era persona de carácter firme, hasta el punto de dejar plantado
a un grupo de poderosos personajes neoyorquinos. En 1908 le propusieron la
proyección de un enorme hotel en el barrio neoyorquino de Manhattan. Lo querían
llamar Hotel Atracción. Gaudí realizó los bocetos del impresionante edificio
con 360 metros
de altura. Sin embargo, cortó de raíz su relación con los americanos cuando vio
con claridad el soberbio y vano tinglado comercial de proyección internacional
en el que le querían meter. Actitud que contrasta de forma llamativa con el ánimo servil, cicatero
y mercantil de otros iniciados en tales ritos arquitectónicos o constructores.
Gaudí vivió los últimos doce años de su vida dedicado en exclusiva al diseño y la construcción de la Sagrada Familia, la Sagrada Familia Humana, y su manifiesta y profunda espiritualidad, comparable a los maestros constructores de la Edad Media, por lo que algunos historiadores acertados lo califican como el último maestro gótico, creador de novedades y de maravillas constructivas a partir de su poder espiritual.
Fue atropellado por un tranvía en Barcelona y confundido
con un mendigo por su íntimo deseo de morir en la pobreza material, símbolo de
riqueza espiritual como pregonaba la filosofía esenia, predominante en Tierra
Santa entre los siglos II a.C. y II d.C., y en Europa con los judeocristianos cátaros durante la
Edad Media...
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