El día 28 de octubre de 1958, con casi setenta y siete años de edad, el poderoso cardenal Angelo Giuseppe Roncalli, fue nombrado papa con el nombre de Juan XXIII, ante la sorpresa de todo el mundo, como parte del lavado de imagen de la Iglesia de Roma, pues su porte aparentemente bondadoso y hasta su nombre de pila encajaban en este propósito renovador. Su talante alegre ante la galería y la constante propaganda llamándolo el Papa Bueno, influyeron de notable manera para ocultar lo que cocían en las cocinas vaticanas aquellos días de mediados del siglo XX (ver hechos históricos anteriores y su relación). Bajo su mandato se celebró el Concilio Vaticano II, ordenador del nuevo mundo futuro, sobre todo a partir del siglo XXI, en el que estaba previsto el transhumanismo o robotización humana...
El papa Juan XXIII, cuyo nombre
era Eugenio Maria Giuseppe Giovani Pacelli, nació en 1876 en Roma, en el seno
de una familia de la llamada Nobleza Negra: parte de la nobleza italiana cuyos
títulos están estrechamente ligados al antiguo poder político de los papas y de
los emperadores del Roma, y que, sólo seis años antes, permanecieron leales al
papa Pío IX frente a la oposición del rey Víctor Manuel II de Italia).
En la propaganda sobre su persona, un vocero de la CNN llamado Bryony Jones escribió el 26 de abril de 2014: Roncalli se fue de casa para estudiar para el sacerdocio a los 11 años, pero incluso después de que se convirtió en Papa en 1958 a la edad de 76 años él evitó las trampas de su posición, y se negó a beneficiarse de ella, tanto para sí mismo como para su familia. En su última voluntad y testamento, el Papa Juan XXIII escribió: «Nacido pobre, pero humilde y respetado, estoy particularmente contento de morir pobre. Doy gracias a Dios por esta gracia de la pobreza a la que juré fidelidad en mi juventud, que me ha fortalecido en mi determinación para nunca pedir nada -dinero o favores- ni para mí, ni para mis familiares y amigos».
Lolo Morales, en el libro Los Papas de Roma, escribe sobre este papa: Al llegar al poder, Juan XXIII inició el Concilio Vaticano II, el cual pretendió y logró ser un enorme cambio de imagen de la Iglesia de Roma. Por primera vez, Roma hablaba de armonía, tolerancia, buenos deseos para todos, incluidos los protestantes a los cuales ya no llamaba herejes y anatema sino hermanos separados. Eso hizo más daño aún, porque ha engañado a muchos evangélicos bien intencionados que han creído que Roma ha cambiado, sin saber que Roma jamás cambia. Juan XXIII dio su respaldo y protección a Fidel Castro, que en realidad, según el Dr. Rivera, es un fiel católico y bien entrenado jesuita bajo juramento (Los Padrinos, p. 31, Chick Publications).
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Para saber más sobre el tema:
5 cosas (inventadas) sobre Juan XXIII
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