sábado, 2 de febrero de 2013

El Tratado de Harris

El Tratado de Harris del año 1858 con Japón, basado en la humillación por la fuerza, garantizó la apertura de varios puertos japoneses al comercio estadounidense y permitió la creación de un cónsul permanente en Japón. El comodoro Matthew Perry se encargó del abastecimiento de combustible y protección para los buques norteamericanos y los derechos comerciales corrieron a cargo de Townsend Harris, otro enviado de los Estados Unidos que negoció con el shogunato Tokugawa...  
Llevó dos años romper la resistencia japonesa por parte de los potentes ejércitos occidentales, pero ante la amenaza de las inminentes demandas británicas por privilegios similares, el gobierno Tokugawa finalmente capituló.

Pintura representanado la llegada de Mathew Perry a Japón

En los Textos de los Tratados de Amistad y Comercio entre Japón y los Países Bajos, Inglaterra, Francia, Rusia y los Estados Unidos, impresos el año 1858, los puntos más importantes de los acuerdos forzados a los nipones fueron:

- Intercambio de agentes diplomáticos (para supervisión y sumisión de los derrotados). 
- Apertura de los puertos de Edo, Kobe, Nagasaki, Niigata y Yokohama para el comercio internacional.
- Posibilidad para los ciudadanos estadounidenses de vivir y comerciar en dichos puertos sin impedimentos.
- Sistema de extraterritorialidad que colocaba a los residentes extranjeros bajo las leyes de su país origen, en lugar de las pertenecientes al sistema judicial japonés.
- Impuestos bajos de importaciones y exportaciones, sujetas al control internacional.
- Derecho para las operaciones misioneras y la enseñanza, realizada y supervisada por los jesuitas, así como su labor de control y espionaje.

El Tratado de Harris sirvió como modelo para otros tratados similares firmados por Japón y otros países en las semanas siguientes. Estos tratados desiguales redujeron la soberanía japonesa por primera vez en su historia; lo que es más importante, revelaron la creciente debilidad japonesa, y en Occidente fueron vistos como un pretexto para la posible colonización de Japón. La recuperación de su estatus y fortaleza nacionales se convirtió en una gran prioridad para los japoneses, y las consecuencias domésticas del tratado significaron el final del control Bakufu (Shogun) y el establecimiento de un nuevo gobierno imperial.

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