Se equivocan quienes piensan que el Club o Grupo Bilderberg alberga a las personas más poderosas del mundo en su trama directiva. Son una de las partes más o menos visibles de los grupos directivos en la orquestación mundial, pero no son los dueños del mundo, sino quienes trabajan para ellos y se inclinan antes sus pasos.
El 29 de mayo de 1954 se celebró la primera reunión del Club Bilderberg, propuesta por el consejero y político polaco Józef Retinger, uno de los más importantes personajes en el sionismo internacional, dentro de los lobbys o poderosos grupos de presión social. Este, por el antiamericanismo que estaba causando el Plan Marshall en Europa, se encargó, bajo la supervisión y la financiación de las grandes familias y grupos de poder mundial, de reunir a los líderes europeos y norteamericanos para aunar esfuerzos entre los grandes agrupaciones empresariales y políticas para el dominio de la población. Entre los primeros invitados estuvieron el príncipe neerlandés Bernardo, que decidió promover la idea, el poderoso David Rockefeller, quien financió la reunión, y el primer ministro belga Paul van Zeeland. La idea era que los invitados fueran dos de cada país, uno conservador y el otro progresista. Con el fin de manejar de forma sibilina la dualidad que tanto divide a los ciudadanos en todos los sentidos...
El éxito del encuentro animó a los organizadores a preparar una conferencia anual. Se creó un comité de dirección y el sionista Retinger fue designado su secretario permanente. Al igual que organizaba la conferencia, el comité de dirección también mantenía un registro de los nombres de los asistentes y detalles de contacto, con el objetivo de crear una red informal de individuos que se podrían invitar unos a otros en privado. El propósito declarado del Grupo Bilderberg era hacer un nudo alrededor de una línea política común entre Estados Unidos y Europa en oposición a Rusia y al comunismo, para incrementar la dualidad, el conflicto, la división y la inconsciencia del mundo globalizado y de sus habitantes.
Como bien comenta la página web Código Nuevo, en su apartado Sociedad, del día 30 de mayo de 2019:
Si en los tiempos del dictador
Franco el contubernio judeomasónico centraba las tesis conspiranóicas del
momento, en la actualidad los que se llevan la palma de los malos malísimos del
universo son los 130 políticos, banqueros, celebrities y periodistas que
componen el Club Bilderberg. Esta élite mundial se reunirá entre el 30 de mayo
y el 2 de junio en un lujoso hotel de la localidad suiza de Montreux donde
debatirán, en la más absoluta privacidad, sus planes para nuestro planeta hasta
la reunión del próximo año.
El problema es precisamente este: ¿por qué la reunión con las personas más poderosas del planeta se preocupa de que ni una sola cámara entre a sus reuniones?¿Qué planean?¿Cómo de malignos son sus planes? Y, lo más inquietante, ¿Qué pintan Inés Arrimadas y Pablo Casado allí? La respuesta es que no hay respuesta. Más allá del evidente interés del Bilderberg de incluir en sus reuniones anuales a los políticos más prometedores (para sus intereses, claro), lo cierto es que no sabemos absolutamente nada de los temas que se tratarán en la reunión más allá de un breve guión en el que aparecen temas genéricos como el cambio climático o la sostenibilidad o China y Rusia como puntos más destacados.
La primera imagen que nos viene a
la cabeza es la obra póstuma de Stanley Kubrick, la película Eyes Wide Shut, y
su escena en la que Tom Cruise se infiltraba en una reunión ultrasecreta con
millonarios enmascarados. No es para menos, en el encuentro estarán presentes
José Manuel Barroso, expresidente de la Comisión Europea y actual presidente de
Goldman Sachs International; Eric Schmidt, expresidente de Google; Peter Thiel
cofundador de Paypal; Satya Nadella, consejero delegado de Microsoft; Michael
O'Leary, consejero delegado de Ryanair o Jens Stoltenberg, secretario general
de la OTAN.
Aquí es precisamente donde empieza el halo de conspiración que envuelve al Club Bilderberg. Desde su primera reunión en 1954 a manos del magnate David Rockefeller estas mentes poderosas de países de todo el globo parecen haber puesto todo su empeño en diseñar el mundo en el que vivimos. Esto es mucho más inteligente que una conspiración (…) esto es moldear la forma en la que la gente piensa, de modo que parezca que no hay alternativa a lo que está sucediendo, explicó a la BBC el teórico de la conspiración, y coautor del libro Bilderberg People, Andrew Kakabadse. Según él, la clave de estas reuniones es unir a las élites de izquierdas y derechas para que sus ideas fluyan en torno al modelo de capitalismo que interesa implementar.
Así que, básicamente, la teoría
de conspiración es una verdad a medias: las élites globales conspiran hacia un
interés común pero el objetivo es mucho más previsible que el que le gustaría
pensar a los adictos de las conspiraciones. Es decir, esta gente —entre los que
se encuentra la banquera Ana Botín— solamente busca hacer todavía más dinero. Y
dinero es sinónimo de control. Por lo que sí, la conspiranoia es cierta pero le
falta bastante cafeína para ser algo más que un tema para llenar las páginas de
un libro. Seamos honestos: las élites siempre han querido más poder y el
verdadero interés del Club Bilderberg no es el objetivo de sus miembros sino
las estrategias que están dispuestos a aplicar para lograr su objetivo. Ríete
de Maquiavelo.
Teniendo en cuenta que Albert Rivera y Pedro Sánchez ya han pasado por las cenas del Club Bilderberg, y que Arrimadas y Casado están camino a Suiza, hay muchísimos motivos para mosquearse con la inquietante idea de que 130 personas son las que realmente deciden el futuro de 46 millones de españoles y, peor aún, de los miles millones de personas que ni siquiera tienen alguien que los represente en el club más descaradamente clasista del mundo. Vivimos en un mundo en el que las grandes decisiones se toman en petit comité y, lo más probable, es que tú nunca llegues ni a sospechar cuál será el tema de conversación de toda esta gente cuando lleguen a los postres. Si algún día se filtrase el contenido real de estas reuniones probablemente el tinglado de la geopolítica mundial se hundiría como el Titanic. La pregunta es: ¿estamos preparados para conocer la verdad?
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