El año 1954, el profesor judío Eleazar Sukenik, arqueólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, dándose cuenta de su valor histórico, compró unos rollos de pergamino encontrados en las cuevas de Qumran, próximas al mar Muerto. Los primeros siete rollos de pergamino, que con certeza proceden de Qumrán, los encontraron por casualidad dos pastores beduinos de la tribu Ta'amireh en 1947 en una de las cuevas, mientras perseguían a una de sus cabras. Estos rollos se vendieron troceados para aumentar su precio a dos anticuarios de Belén. Cuatro de ellos se revendieron por una pequeña cantidad al archimandrita del monasterio sirio-ortodoxo de San Marcos en Jerusalén, Atanasio Josué Samuel (más conocido como Mar Samuel). Los tres siguientes rollos terminaron en manos del profesor judío Eleazar Sukenik, arqueólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén (en íntimo contacto con el Vaticano), quien, dándose cuenta de su valor, los compró en 1954. Luego se publicaron copias de los rollos, despertando un interés masivo por parte de arqueólogos bíblicos. La publicación de las copias daría como resultado el hallazgo de otros seiscientos pergaminos y cientos de fragmentos más.
Los manuscritos datan en su mayoría de los años 250 a. C. a 66 d. C. Esto los ubica entre los textos más antiguos del Antiguo Testamento bíblico disponibles en lengua hebrea; y también permite estudiar importantes fuentes teológicas y organizativas del judeocristianismo, dos conceptos inseparables. Se sabe que los ocultaron los esenios para preservarlos de la guerra de los romanos contra los rebeldes judíos en aquellos años.
En febrero de 2017, arqueólogos de la Universidad Hebrea de Jerusalén anunciaron el descubrimiento de la cueva número doce en unas colinas al oeste de Qumrán, cerca de la orilla noroeste del Mar Muerto. Si bien no se encontraron manuscritos en la cueva, se hallaron frascos de almacenamiento vacíos. Estos estaban rotos y advierten que el contenido se retiró con anterioridad. Además, se encontraron hachas de hierro que serían de alrededor del año 1950, lo que da a entender que la cueva fue saqueada intencionadamente por manos expertas en el tema. Pero lo más curioso del caso de los manuscritos esenios de Qumran es que han estado en poder de la Iglesia y, en su mayoría, han sido ocultados a los ojos de los investigadores imparciales.
Pese a ello, sabemos que eruditos esenios escribieron sobre cuero y cobre laminado los Rollos Manuscritos del Mar Muerto, una colección de textos en hebreo y arameo que contienen ideas también expresadas en el Talmud judío, en los evangelios apócrifos del Antiguo Testamento y en los del Nuevo Testamento; así como personajes y sucesos del periodo helenista y romano en la antigua historia judía, y numerosos conceptos religiosos de los antiguos persas, fuente de la que bebió el pueblo de Judá exiliado en Babilonia a finales del siglo VI antes de Cristo...
Un personaje crucial descrito por ellos fue Saulo de Tarso, personaje instruido en el más puro judaísmo fariseo que vivió entre el año 10 y el 62 y quiso ser llamado Pablo para mejorar su estatus romano. Incluso las copias bíblicas actuales lo describen como enemigo peligroso de la iglesia cristiana primitiva, servidor del clero judío al servicio de Roma y deseoso por viajar y evangelizar Hispania: península llena de tribus distintas, paganas, escurridizas y rebeldes, cuyo nombre, puesto por los romanos para ridiculizar y menospreciar a sus pobladores, significa Tierra de Conejos. Tras una supuesta aparición de Jesucristo, Pablo creó un nuevo mensaje que falseó las enseñanzas esenias y les dio un nuevo rumbo ideológico apartado de su esencia. Los Rollos del Mar Muerto lo llaman Pablo el Embustero, pero la Iglesia Católica lo considera el más importante de sus misioneros y su primer teólogo.
Cuevas de Qumran donde encontraron rollos de esenios judíos |
Los Manuscritos del Mar Muerto empezaron a descubrirse a partir de 1947 en la región de Qumran, situada a veintidós kilómetros de Jerusalén, y fueron parte de la biblioteca sagrada de la comunidad esenia. Los documentos se escribieron en fechas diferentes, aproximadamente entre el año 200 a.C. y el 135 d.C., cronología que también coincide con las guerras acaecidas por el control financiero de Roma.
Contraviniendo las costumbres y leyes dominantes, los esenios rechazaron la esclavitud de forma activa, hasta el punto de comprar esclavos para darles después la libertad. Flavio Josefo detalló: Desprecian el peligro y dominan el dolor por pura voluntad. A la muerte, si llega con entereza, la valoran más que a la vida sin fin. Su espíritu fue sometido a las mayores pruebas en la guerra contra los romanos, que los atormentaban y retorcían, los quemaban y rompían, sometiéndolos a todas las torturas que se han inventado para hacerlos blasfemar contra el legislador (jerarca gobernante) o comer alguna cosa indebida.
Para protegerlos del desastre o la desaparición, los esenios ocultaron copias del Nuevo Testamento y de otros Evangelios en grutas cercanas al mar Muerto. Dentro de este contexto de lucha contra la tiranía compartida por nobles romanos y judíos apareció la admirable figura de Jesucristo, hecha carne por las sagradas escrituras del verbo esenio, representante de una filosofía muy especial emanada de oriente y desarrollada en Judea, territorio que se conocería en siglos venideros por el nombre de Tierra Santa. Una zona donde se desarrollaron en esencia dos tipos de judaísmos muy distintos, uno enfocado hacia lo material y amoral, y otro hacia lo espiritual y moralmente elevado.
En el Evangelio existe un pasaje clave que advierte de ello de una
forma contundente, saliéndose por completo de la actitud esenia. Se trata del
único hecho violento protagonizado por Jesús de Nazaret y supuso la expulsión
de los cambistas y vendedores del Templo de Salomón. San Marcos lo relató así: Llegaron a Jerusalén (Jesús con los doce apóstoles) y, entrando en el Templo,
comenzó a echar fuera a los que vendían ya los que compraban en él. Volcó las
mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas, y no
permitía que nadie transportase cosas en el interior. Y les enseñaba diciendo:
Está escrito que Mi Casa será llamada Casa de Oración por todas las gentes,
pero vosotros habéis hecho de ella una cueva de ladrones. De esto se enteraron
los sumos sacerdotes y los escribas, y buscaron la manera de poder matarlo.
Tenían miedo de Él porque toda la gente quedaba prendada de su enseñanza... (sigue)
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Para saber más sobre el tema:
Roma y Judea: entre los dioses y Dios
La rebelión de los exiliados judeocristianos y su intento de reconquista
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