En 1966 se realizó una operación genital especial para comprobar
los efectos del comportamiento humano en relación a su género. La cobaya humana
fue el castrado Bruce Reimer y su familia, quien serían manipulados
psicológicamente por John Money durante años.
Modernos cursos de formación del siglo XXI, ofrecidos en centros oficiales y teóricamente educativos, así como en lugares de instrucción concertada y en empresas de todo tipo, incluyen la Teoría y la Igualdad de Género como premisa de una equiparación más justa entre las personas, sobre todo para las mujeres en general. Esta teoría aboga por una reestructuración jerárquica, económica y política que garantice el feminismo contra un machismo violento y un patriarcado dictatorial que ha dirigido la sociedad hasta nuestros días.
Sin embargo, una cosa es la teoría fabricada (inseparable de las verdaderas intenciones de quien la crea) y otra la práctica o lo sucedido en realidad, como podemos comprobar en el creciente dualismo-conflicto-trastorno que nos atrapa cada vez con mayor intensidad en el siglo XXI. Para entender el porqué de todo este empeoramiento de nuestras relaciones personales y sexuales, es necesario conocer el origen de esta teórica Igualdad de Género que nos ha llevado a vivir una demente y alarmante situación, que grita algo parecido pero totalmente opuesto: ¡Igual da, Degenero!...
David Reimer (1965-2004), nacido con el nombre de Bruce, fue un canadiense que nació como hombre en 1965, pero fue mentalmente manipulado, sexualmente perturbado y orientado a actuar como mujer en sus comienzos, después de que su pene fuera destruido adrede durante una circuncisión médica realizada en 1966, a los pocos meses de nacer con fimosis junto a su hermano gemelo, llamado Brian.
Bruce-Brenda-David Reimer (1965-2004)
El psicólogo John Money (Juan Dinero) llevó su caso y consideró sin pestañear que la manipulación de Reimer fue exitosa, asegurando con ello que la identidad de género es una característica humana que se aprende. Sin embargo, el sexólogo Milton Diamond, profesor emérito de anatomía y biología reproductiva en la Universidad de Hawai, constató que David Reimer nunca se identificó sexualmente como mujer y que empezó a vivir como hombre a la edad de quince años.
La ideología de género va colonizando rápidamente la sociedad gracias a medidas gubernamentales dirigidas desde más arriba. Cada vez más leyes están siendo aprobadas por todo el mundo en la que los niños son un objetivo prioritario (no olvidemos que los dioses y sus servidores gustan mucho de los niños), pero, sobre todo, para manipularlos y deteriorarlos física y mentalmente. La gran ofensiva que se está realizando en la actualidad está centrada en los llamados menores transexuales.
Clases en las escuelas, adoctrinamiento de niños, publicidad en las calles y en la prensa. Todo para convencer de una absurda teoría: el sexo es una construcción social y el niño elige su género a los cuatro años de edad, por lo que hay que apoyar la ingesta masiva de hormonas y la reasignación de sexo. Sin embargo, los buenos científicos y expertos en la materia alertan del grave daño que se puede hacer a los menores, y que efectivamente y a sabiendas se hace desde las altas jerarquías mundiales.
El cirujano plástico Patrick Lappert advierte que las cirugías transgénero de cambio de sexo son permanentes e irreversibles. No hay nada reversible en la cirugía genital: es una mutilación permanente e irreversible de los seres humanos. Y no hay otra palabra para ello. Se traduce en la esterilidad permanente. Es una disolución permanente de las funciones unitivas y procreadoras. E incluso el aspecto unitivo de la adherencia sexual se ve radicalmente obstaculizado, si no totalmente destruido.
Sin embargo, la esencia de la ideología de género se basa en utilizar a los niños, pues comenzó utilizando a bebés como cobayas humanas, cuyas consecuencias fueron terribles. Pero esto es algo que los ideólogos de género ocultan por su macabro origen.
Los macabros orígenes de la ideología de género
El inventor de la ideología de género fue John Money (Juan Dinero), quien en 1944 se graduó en la Universidad Victoria de Wellington (Nueva Zelanda) con una maestría en psicología y otra en educación. Trabajó en la Universidad de Otago (Dunedin), pero en 1947 se trasladó a los Estados Unidos para estudiar psiquiatría en la Universidad de Pittsburgh. Y en 1952 terminó su doctorado en la Universidad de Harvard.
Antes de seguir con John Money, es necesario conocer que en esta y otras universidades privadas y elitistas, íntimamente conectadas con la alta jerarquía mundial, existen los llamados final clubs (clubes finales). Son unos espacios de alta arcurnia que perpetúan los mecanismos de poder, las redes de influencia y el manejo interesado de los secretos, que, tarde o temprano, nos afectan a todos.
Estos clubes secretos tienen una tradición decimonónica en el prestigioso campus norteamericano y operan como un trampolín hacia las estructuras del poder político-económico. La pertenencia es de por vida y los miembros con más peso son los estudiantes ya graduados, que mantienen una relación directa con la organización y la sustentan económicamente a base de donaciones de sus poderosas familias.
La opacidad de los asuntos y prácticas de estos clubes es total, y ni siquiera la propia universidad a la que pertenecen tiene acceso a la lista de los miembros que los componen. Se trata de ocho grupos: A.D., Owl, Delphic, Fly, Fox, Phoenix-SK, Porcellian y Spee, que tienen una media de 15 a 40 miembros cada uno. A pesar de su secretismo, algunos de los hombres que han llegado a manejar los designios de los Estados Unidos han reconocido su vinculación, como los presidentes Franklin Delano Roosevelt y John Fitzgerald Kennedy. Lo mismo ocurre con las sociedades secretas de las tres universidades más prestigiosas de USA que conforman el denominado Big Three: Yale, Princeton y Harvard.
Por ejemplo, George Bush hijo y su oponente demócrata en las elecciones, John Kerry, son miembros del mismo club secreto de Yale, el Skull and Bones (Calaveras y Huesos). Sin embargo, estos clubes no solo han parido a políticos de gran perversión y boca embustera, sino también reputados artistas y empresarios del mismo corte, como el especialista en virus informáticos y plandémicos Bill Gates. Estos clubes universitarios tan especiales actúan como trampolines o catapultas hacia las estructuras de poder mundial y sus especulaciones diarias, llenas de dualidad y engaño.
John Money estuvo en contacto con el discreto y vesánico club de Harvard, así entenderemos con más facilidad el porqué de sus pérfidas declaraciones y prácticas. Money fue un psicólogo y sexólogo que no se oponía a la pedofilia, sino que la alentaba, además de apoyar todo tipo de prácticas sexuales aberrantes. Pasó de promulgar la Teoría de Género a practicarla gracias a dos hermanos gemelos llamados Bruce y Brian Reimer (ampliando las prácticas del médico nazi Josef Mengele), con los que experimentó para probar su teórica reasignación sexual e intentar imponer que la identidad de una persona no está fundada en los datos biológicos del nacimiento, sino en las influencias culturales y el ambiente en el que crece. Pero una vez adultos, ambos gemelos se suicidaron tras haber pasado múltiples sufrimientos. Esta historia la recogió John Colapinto en su libro As Nature Made Him. The Boy Who Was Raised as a Girl (Como la naturaleza lo hizo. El niño que fue criado como niña).
A Bruce, llamado Brenda más tarde, le mutilaron y le intentaron convertir en chica. El 22 de agosto de 1965 nacieron en el hospital St. Boniface de Winnipeg (Canadá) dos gemelos idénticos, Bruce y Brian Reimer. Ambos tenían un problema de fimosis en el pene, por lo que fue necesaria una circuncisión, operación sencilla y de rutina, a la que los padres, Ron y Janet, dieron su consentimiento sin problemas. Pero en la operación se produjo un problema y quemaron el pene de Bruce, que se separó en trocitos.
Los padres, desesperados, tras una serie de consultas médicas se pusieron en manos de John Money, un médico del que habían oído hablar en la televisión por sus milagros de reasignación sexual que llevaba a cabo en el Johns Hopkins Hospital de Baltimore. Money era ya entonces uno de los investigadores en sexología más respetados del mundo.
John Money, que guiaba la clínica pionera en cirugía transexual de Baltimore, estuvo encantado de ocuparse del pequeño. Bruce era la cobaya humana que él estaba esperando para demostrar el perverso acierto de sus teorías, un pequeño varón sin pene al que podía transformar en una niña con las manipulaciones mentales que él conocía.
Este médico, de salud mental muy dudosa, se caracterizaba por animar a sus pacientes a experimentar con todo tipo de deseo sexual, incluida la lluvia dorada (orinarse encima durante la relación sexual), la coprofilia, las amputaciones y el autoestrangulamiento con deficiencia de oxígeno en el propio cerebro. Para Money no eran perversiones, sino parafilias.
Hasta conocer a Bruce, el campo de acción de Money se había limitado a los hermafroditas. El niño fue para él su ocasión dorada. Cuando Ron y Janet, que entonces tenían sólo 20 y 21 años, le conocieron, se quedaron fascinados por el personaje. «Me parecía un dios», dice ella. Y John Money, iniciador de la ideología de género, puso en práctica su teoría destrozando la vida de una familia entera y sin cargos de conciencia, tal vez porque la había vendido al diablo.
El médico les explicó que le podía dar al niño una vagina que funcionara perfectamente, pero que necesitaba su colaboración para que Bruce se convirtiese en niña. Era importante que la vistieran como una niña, que no le cortaran el pelo, que hicieran lo posible para que ella se sintiera como hembra y no como macho. Así tendría una vida feliz, decía Money.
Primer paso: castrar al niño
El 3 de julio de 1967 Bruce fue castrado por el Dr. Howard Jones, un colaborador de Money que seguidamente lo abandonó para emprender una profesión más remunerativa: abrió en Virginia la primera clínica para la fecundación in vitro. De este modo, Bruce se convirtió en Brenda. Durante los primeros años, Ron y Janet se lanzaron de cabeza en esta empresa.
Pero algo no iba bien. La pequeña Brenda ignoraba las muñecas que le regalaban, adoraba pelear con sus amiguitos, construía fuertes en lugar de peinarse delante del espejo. En el baño, hacía pipí de pie. Los primeros años de colegio empeoraron muchísimo la situación. Brenda empezó a ser especialmente violenta y la suspendieron.
Mientras tanto, en 1972, Money publicó su libro Man & Woman, Boy & Girl (Hombre y Mujer, Niño y Niña), en el que puso al mundo al corriente del extraordinario caso de los dos gemelos. El volumen describía el experimento como un rotundo éxito. Era la «prueba concluyente» de que «no se nace varones o hembras, sino que uno se convierte en varón o en hembra». Todo el mundo le alababa. Prensa, todas las feministas e incluso sus compañeros.
El mundo, inconsciente, adoptó la nueva ideología
Sólo un desconocido investigador llamado Milton Diamond se atrevió a expresar su perplejidad ante el caso. Pero fue ignorado. Al contrario, el caso de los gemelos de Money fue decisivo para que se aceptara universalmente no sólo la teoría según la cual los seres humanos son, cuando nacen, psicosexualmente modelables, sino también la cirugía de reasignación sexual como tratamiento para los niños con genitales ambiguos o dañados. El método, que antes se realizaba sólo en el Johns Hopkins, se difundió rápidamente y hoy se lleva a cabo en casi todos los principales hospitales del país.
Brenda seguía comportándose como un marimacho, defendía a su hermano en las peleas y le costaba estar con sus amigas. Periódicamente, los dos hermanos iban a la clínica de Money para ser sometidos a unos estresantes test psicológicos. Durante estas sesiones, a los dos gemelos de seis años se les mostraban imágenes de sexo explícitas «para reforzar su identidad/rol de género.
Los dos hermanos estaban obligados a simular actos sexuales entre ellos. En una ocasión, el Dr. Money les hizo una foto con una Polaroid. Para Brenda, estas sesiones, a las que se tenía que someter también sola, eran una tortura. En sus sueños imaginaba que era un veinteañero con bigotes, pero tenía miedo de decírselo a sus padres por temor a desilusionarlos.
De hecho, Ron y Janet, frustrados por el comportamiento de la niña, intentaban por todos los medios aplicar los consejos de Money: se paseaban desnudos por la casa, iban a campamentos de nudistas, presionaban a la pequeña para que asumiera actitudes femeninas. Todo ello les llevó a un agotamiento nervioso: Janet intentó suicidarse, Ron empezó a beber.
Brenda comenzó a tener instintos suicidas
Money, mientras tanto, publicó un nuevo libro de éxito (Sexual Signatures, Características Sexuales) en el que volvió a hablar de Brenda, que estaba atravesando felizmente su infancia como una verdadera chica. La realidad es que Brenda, con once años, empezó a tener instintos suicidas. Los asistentes sociales y los médicos de su ciudad entendieron que algo no iba bien, pero la fama de Money era demasiado grande para poder ensombrecerla o contradecir su teoría.
A los doce años empezó el tratamiento con estrógenos para hacer crecer el pecho. En la última visita que tuvo en el estudio del Dr. Money tuvo un encuentro con un transexual que le magnificó las ventajas de la operación quirúrgica de cambio de sexo. Brenda huyó y les dijo a sus padres que si la obligaban a volver se suicidaría.
Aunque ya alejada del médico, Brenda siguió teniendo una vida difícil. En el colegio la llamaban «gorila» y algunos periodistas empezaron a interesarse en ella. En 1977, un equipo de la BBC fue a Winnipeg para hablar con sus médicos. Todos confirmaron la misma impresión: Brenda no era la «chica feliz» de la que hablaban los best-sellers del demente científico John Money.
El mismo doctor, contactado por la BBC, se negó a ver a los periodistas, cerrándoles la puerta en las narices. El documental, titulado The First Question (La Primera Pregunta), emitido el 19 de marzo de 1980, pasó inadvertido.
El alivio de conocer la verdad
Algunos días antes, el 14 de marzo, Ron le había revelado a su hija su historia, Brenda se sintió aliviada porque por fin entendió que no estaba loca. La primera pregunta que le hizo a su padre fue: «¿Cuál es mi nombre?».
Brenda decidió volver a su sexo biológico natural, el de hombre. Eligió llamarse David porque este es el nombre del rey asesino de gigantes de la Biblia, el niño que combate y vence al poderoso Goliat. Empezó a inyectarse testosterona, le crecieron los primeros pelos en el rostro, a los dieciséis años se sometió a la primera operación para la creación del pene. Mientras esperaba la mayoría de edad, permaneció escondido dos años en el sótano de su casa. A los veintidós años se sometió a una faloplastia y, dos años después, tuvo su primera relación sexual. Pero aún era profundamente infeliz.
En el verano de 1988 David hizo algo que no había hecho antes: acabé rezando. Dije: «Tú sabes que he tenido una vida terrible. No tengo intención de quejarme contigo porque debes saber por qué me estás haciendo pasar por todo esto. Podría ser un buen marido, si se me diera la posibilidad». Dos meses después conoció a Jane, una madre soltera que había tenido tres hijos de tres hombres distintos. Se enamoraron. Se casaron el 22 de septiembre de 1990.
El declive del demente John Money
Milton Diamond, el primer investigador que contestó las tesis de Money, asestó un duro golpe a su credibilidad. Money, aunque ya no hablaba del caso de los gemelos, seguía sosteniendo las tesis de género que continuaron facilitándole grandes financiaciones, también públicas. El motivo era su íntimo contacto con las altas instancias.
Diamond, después de haber conocido a David, escribió un artículo para desvelar la realidad sobre el caso de los dos gemelos. La tesis del texto era que, aunque la educación tenía un papel importante al plasmar la identidad, ésta es fruto del dato biológico concedido por la naturaleza. Milton Diamond tardó dos años en encontrar una revista que aceptara el texto y cuando apareció fue una bomba.
Por todo lo hecho con él de forma perversa y teóricamente científica, David Reimer, nacido como Bruce y después llamado Brenda, terminó suicidándose en 2004. Su mente no pudo restaurar todo lo imbuido desde su nacimiento.
Se destapa la verdad
Para Money, The Hot Love Doctor (El Doctor Amor Caliente), como lo llamaban los periódicos, empezó el declive profesional y personal. En el Johns Hopkins se nombró como director de psiquiatría a Paul McHugh, un católico que puso en marcha una investigación sobre cincuenta transexuales tratados en la clínica para la identidad sexual del Hopkins desde su fundación en 1966. Ninguno de ellos había sentido ningún beneficio. Por ello, se cerró la clínica a pesar de las inútiles protestas de la comunidad de transexuales. Pese a lo hecho, John Money fue profesor de pediatría y psicología médica en la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, Maryland, EE.UU) desde 1951 hasta su muerte. Así se puso una cortina de humo para impedir ver a quienes estaban detrás de todo este experimento, muy relacionado con los proyectos MK-Ultra y Monarca de la agencia estadounidense de inteligencia (CIA).
La familia Reimer nunca se recuperó del trauma
Los demonios – nunca mejor dicho – no dejaron de perseguir a la familia Reimer. Solo Ron, después de un periodo difícil vinculado al alcohol, consiguió retomar las riendas de su vida. Janet siguió sufriendo profundas crisis depresivas. Brian tuvo varios fracasos matrimoniales y pasó por las drogas y el alcohol. Se suicidó en 2002. David, después de la muerte de su hermano, no fue el mismo. La empresa en la que trabajaba cerró, peleó con su mujer. El 4 de mayo de 2004 condujo hasta un parking aislado y se disparó en la cabeza. Tenía 38 años.
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Para saber más sobre el tema:
Proyectos dementes como el de John Money
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