jueves, 7 de julio de 2005

Portugueses de la Borgoña, almohades de la Berbería y cátaros de la Pureza

El distinguido Hugues de Payns partió hacia los dominios francos el año 1126 acompañado por cinco nobles francos más. Una vez allí se reunió con Bernardo de Claraval y otros señores feudales y católicos de elevado rango. Llegado el año 1128, los templarios expusieron en el Concilio de Troyes la conveniencia de redactar una regla para que la nueva orden de monjes soldados fuera aceptada por la Iglesia de Roma. San Bernardo, el abad Esteban Harding y entendidos monjes del Monasterio de Cîteaux se pusieron manos a la obra. Una vez acabado, el papa Honorio II aprobó los estatutos y bendijo su aparente intención: proteger a los peregrinos en Tierra Santa y hacer accesibles las rutas que llevaban hasta el Santo Sepulcro de Cristo. Para dirigir la nueva y misteriosa orden, Hugues de Payns fue nombrado su primer gran maestre...