domingo, 11 de mayo de 2003

Punicia contra Roma

El gentilicio «púnicos» proviene de la antigua palabra latina «poenici» y ésta derivaría en «punici», nombre utilizado por los romanos para llamar a los fenicios procedentes de Tiro (sur del Líbano) y a sus descendientes cartagineses, los habitantes de Cartago o «Ciudad Nueva», importante población antigua cuyos restos permanecen aún cerca de la actual ciudad de Túnez. Durante esta fase de la Historia, Cartago controlaba con sus numerosas naves gran parte del Mediterráneo occidental...

El poder militar de la Roma republicana destacaba en Itálica y había logrado construir una poderosa flota con la que ansiaba conquistar más territorios. Para hacerse una idea de estas flotas, citaremos que los grandes barcos de guerra griegos, romanos y cartagineses eran los trirremes: con tres filas de remos, originarios de la Jonia griega (costa centro-occidental de Asia Menor) y utilizados desde el siglo VI hasta el I a.C.; y los quinquerremes: una ampliación de los trirremes con cinco filas de remos, empleados entre los siglos IV a.C y el I d.C.

Puerto de Cartago en la antigüedad

El año 289 a.C. un grupo de mercenarios mamertinos que habían servido en la guardia personal del tirano griego Agatocles de Siracusa (sureste de Sicilia) hasta su muerte por envenenamiento, sorprendieron a los habitantes de la polis griega de Mesina (noroeste de Sicilia), ocuparon la ciudad, se apropiaron de sus tierras y propiedades, mataron a los hombres y esclavizaron a las mujeres. Desde Mesina atacaron las poblaciones sicilianas sistemáticamente hasta 270 a.C., año en que un nuevo tirano griego de Siracusa, llamado Hierón II, los derrotó con sus tropas en varias batallas, asediándolos luego en Mesina el año 265 a.C. 

Los mamertinos pidieron ayuda a los cartagineses y éstos mediaron consiguiendo que griegos y mamertinos firmaran un acuerdo provechoso para Cartago. No contentos, los mamertinos traicionaron a los cartagineses solicitando ayuda al Senado romano, argumentando una invasión cartaginesa que no sucedió. La República romana, temerosa del ampliado poder cartaginés en Sicilia y de su cercanía a Roma, firmó un acuerdo con los hijos de Marte y envió un ejército a Mesina, dando comienzo con esta acción a la Primera Guerra Púnica. 

El rey griego Hierón II de Siracusa se alió con los cartagineses en 264 a.C., creando un ejército conjunto con un general cartaginés llamado Hannón el Grande. Estas tropas asediaban a los mercenarios mamertinos y a los legionarios romanos en Mesina, cuando las tropas de apoyo del cónsul romano Apio Claudio Ceco cruzaron el estrecho, de Mesina provocaron la retirada del ejército de Hierón II y su regreso a Siracusa. En 263 a.C., los cónsules anuales Manio Valerio Máximo Corvino Mesala y Mano Otacilio Craso conquistaron con sus legiones numerosas ciudades de Sicilia. 

Por no serle posible derrotar a los romanos, Hierón II de Siracusa ofreció someterse a su República y servir sus intereses con el fin de conservar su polis. Su sometimiento le fue aceptado tras hacerle pagar una gran cantidad de riquezas y liberar a los prisioneros de guerra romanos. La donación de buena parte de los impuestos de su polis y el apoyo de su ejército en guerra contra los cartagineses y contra los galos, daría a Hierón II premios y honores por parte de Roma hasta morir nonagenario en 215 a.C. 

Los cartagineses prepararon un gran reclutamiento y la preparación militar de más de cincuenta mil mercenarios. En respuesta, Roma reunió en Sicilia cuatro legiones, unos cuarenta mil hombres, dirigidas por los cónsules Quinto Manilio Vítulo y Lucio Postumio Megelo. Con el apoyo de Siracusa y su rey Hierón II, el ejército romano se dirigió a Agrigento, polis griega situada en el sur siciliano y aliada de Cartago, cuyo objetivo era servir de campamento al ejército cartaginés, todavía preparándose en las costas de África. 

Agrigento estaba custodiada por una guarnición cartaginesa de unos mil quinientos soldados al mando de un noble llamado Aníbal Giscón, en espera de la llegada del grueso del ejército cartaginés. Pero los romanos llegaron antes, en los inicios del verano de 262 a.C., y Aníbal Giscón se refugió dentro de las murallas de Agrigento junto a sus tropas y la población de la ciudad con las provisiones que pudo conseguir. Los legionarios, todavía sin máquinas de asedio, acamparon en las afueras y cercaron la ciudad para agotar a sus ocupantes por hambre y sed. 

Más de seis meses después, comenzado el invierno de ese mismo año, el ejército cartaginés desembarcó en la cercana polis griega de Heraclea Minoa. Los más de cincuenta y cinco mil soldados, incluyendo caballería y elefantes, acamparon muy cerca de las legiones romanas, cuyos cónsules decidieron no presentar batalla en campo abierto y fortificar su defensa, mientras mantenían el sitio de Agrigento. El asedio del gran ejército cartaginés cortó el abastecimiento de suministros desde Siracusa para los romanos. 

La intención de Hannón el Grande, jefe de las tropas cartaginesas del exterior, era la misma que la de los cónsules romanos con las tropas cartaginesas asediadas en el interior de las murallas de Agrigento. Tras más de seis meses de asedio, la situación de Aníbal Giscón y sus mercenarios era desesperada, por lo que Hannón decidió presentar batalla a los romanos. Las legiones lograron imponerse a los cartagineses rompiendo su estructura frontal, provocando la huida de los elefantes y de muchos mercenarios de las siguientes líneas. Aníbal Giscón logró escapar junto a gran parte de sus hombres. Los romanos se adueñaron de Agrigento y vendieron como esclavos a los griegos sobrevivientes... (sigue)

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