En el occidente europeo la vida de los campesinos era dominada por
los grandes terratenientes. Desde sus villas, estos potentados supervisaban
cómo los esclavos y sirvientes cultivaban sus tierras y trabajaban sus señoríos (régimen señorial).
Este sistema de sumisión fue impuesto por la Iglesia y sus príncipes mediante creencias,
diezmos y otros aranceles. El régimen feudal era un sistema de relaciones
políticas, militares, sociales y espirituales entre la nobleza, el pueblo y los
sabios religiosos de la Edad Media.
Este otro método social concedía feudos (tierras y trabajos) a cambio de
prestaciones protectoras y benéficas. El contrato se efectuaba mediante
juramentos de homenaje y fidelidad, pero aquí, a diferencia del régimen
señorial, tanto el noble como el vasallo eran personas libres y con derechos
establecidos...
Los economistas del Temple mantuvieron un estrecho contacto con
judíos burgueses y negociantes, diferentes de los aristócratas de origen judío
del Vaticano, de una casta más baja que éstos pero en progreso pese a las desdichas.
El sistema económico de la
Iglesia dominaba la vida de las personas en todas sus
vertientes. Los judíos o cristianos puros de las ciudades con afán emprendedor,
en comunión con los templarios, desarrollaron un sistema financiero eficaz y
alternativo en el que monarcas y nobles fueron sus mejores clientes y deudores.
Convertidos en importantes banqueros de Europa por prestar moneda mediante
letras de cambio o pagarés y añadirle intereses o deudas, acumularon grandes
fortunas en forma de capital, bienes y haciendas.
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Notre Dame, Jacques de Molay fue quemado vivo aquí en 1314
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Uno de los mayores endeudados con los templarios fue Felipe IV el
Hermoso, soberano del Reino Franco y de Navarra. Ávido por recuperar riquezas y
poder, Felipe IV quiso cobrar impuestos al clero y, en respuesta, el papa
Bonifacio VIII dictó una bula prohibiendo a sus clérigos efectuar ese pago. La
disputa entre los dos fue creciendo hasta que Felipe encarceló al embajador
papal y convocó la primera reunión de los Estados Generales Franceses, gran
asamblea compuesta por distinguidos nobles, clérigos y burgueses adinerados.
Los reunidos apoyaron al rey y el papa Bonifacio fue apresado y
destituido. Felipe logró en 1305 que
el noble borgoñés Bertrand de Got, vasallo suyo, fuera elegido papa con el nombre
de Clemente V e instalara la residencia papal en Aviñón. Desde aquel año (y
hasta 1377) los papas vivieron bajo el control de los reyes francos. A este
suceso se lo llama Gran Cisma de Papas Rivales en Occidente, pero los
cristianos cátaros lo llamaron Segundo Cautiverio de Babilonia por ser éstos
papas sedientos de poder los descendientes de aquellos jerarcas judíos que, por
su misma condición, estuvieron exiliados en Babilonia durante el siglo VI antes
de Cristo.
Tan ávido de riqueza y poder como los apostólicos del Vaticano,
Felipe IV el Hermoso y sus asesores planearon una serie de acciones
recaudatorias. Entre otras medidas, subió los impuestos y creó otros nuevos,
devaluó su moneda varias veces para reducir las importaciones y aumentar las
exportaciones, reclamó grandes cantidades de dinero a los banqueros lombardos,
expulsó a los judíos de su reino requisando todas sus propiedades (también
desalojados y embargados de Inglaterra en 1290 por el rey Eduardo I) y obligó
al papa Clemente V a disolver la
Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de
Salomón. El día 13 de octubre de 1307, acusados de sacrilegio y de efectuar
prácticas satánicas, fueron arrestados en París el gran maestre Jacques de
Molay y otros muchos templarios. La calculada operación los cogió por sorpresa
y sólo unos pocos pudieron escapar de la redada.
Los principales dirigentes de la Orden padecieron la tortura
inquisitorial y, tarde o temprano, confesaron todo lo que se les pidió. En
1312, Jacques de Molay y otros templarios notables seguían padeciendo prisión,
interrogatorios, torturas, infamias y degradación, ya sin fuerzas para defender
nada. Felipe IV ordenó acabar de una vez con el Temple y el 3 de abril de ese
año Clemente V publicó la bula Vox in Excelso en el Concilio de Vienne
(Francia). Con ella eliminó la Orden del Temple y confiscó sus propiedades
francesas, unas pasaron a los caballeros de la Orden del Hospital, pero la
mayor parte se las quedaron Felipe IV el Hermoso y Eduardo II de Inglaterra
(cuarto hijo del rey Eduardo I y de Leonor de Castilla, hermanastra de Alfonso
X el Sabio).
Suprimida la institución, el papa Clemente V escogió en 1313
tres cardenales de su confianza para dictar sentencia sobre cuatro máximos
dignatarios del Temple: Jacques de Molay, Gonneville (superior de Aquitania),
Charney (preceptor de Normandía) y Pairaud (inspector general). La condena para
los cuatro convictos fue prisión perpetua en condiciones penosas. Tal vez por
esperar otra resolución más favorable, Godofredo de Charney y Jacques de Molay
se desdijeron y renegaron las acusaciones, sabiendo que tal acto tenía como
condena ser quemado vivo en la hoguera.
La tarde del 18 de marzo de 1314 se celebró el auto de fe en
la Isla de la Ciudad, también llamada de los Judíos, frente a la catedral de
Notre Dame. A la ejecución pública de los templarios rebeldes, incluyendo su
gran maestre, asistieron Felipe IV el Hermoso, los príncipes reales, los
funcionarios de la corte, la curia pontificia y una gran muchedumbre.
En Hispania la respuesta fue diferente, sus monarcas no
hicieron mucho caso del rey franco ni de las firmas de su lacayo papal. En
Tarragona y Salamanca se realizaron dos procesos oficiales por orden de la
Iglesia de Roma, pero en ambos se declaró a los templarios libres de pecado, se
les manifestó respeto, se les proporcionó ayuda y, a los que así lo eligieron,
se les facilitó el ingreso en otras órdenes monásticas o militares... (sigue)
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