Los aborígenes canarios, mal llamados guanches por ser estos los antiguos habitantes de la isla de Tenerife, mantuvieron una guerra, muy poco nombrada y menos conocida, con el reino de Castilla y sus aliados peninsulares y europeos. Esta guerra duró casi cien años, desde 1402 hasta 1496, siendo un larguísimo preámbulo de la ocupación y el saqueo del continente americano...
Según la historia oficial, los aborígenes canarios provienen de la zona berebere o norteafricana, sin embargo su origen es bien distinto. El año 1402 llegaron ejércitos castellanos a las costas canarias y fueron recibidos por los habitantes de entonces con amabilidad. Sin embargo, el son de conquista de los recién llegados, junto a sus mañas y engaños, cambiaron la actitud de los habitantes autóctonos hacia la guerra. Y este conflicto duraría hasta el año 1496, cuando Tenerife fue tomada por fin a los últimos guerreros aborígenes de las islas Canarias.
La zona estaba dividida en menceyatos (extensiones de tierra de una comarca) y administrados por un mencey o sabio que orientaba a sus paisanos. Estos personajes eran enterrados con signos especiales, elementos que aún están por descubrir y estudiar de buena manera por los arqueólogos. Guanartemes eran llamados los jefes tribales o reyes aborígenes de las Islas Canarias antes de la conquista europea. Dirigentes que velaban por su pueblo.
Antes de acabar con los últimos reductos de la resistencia, el último guanarterme de los aborígenes canarios firmó el día 30 de mayo de 1480 la Carta de Calatayud, un pacto que incorporaba las islas Canarias a la Corona de las Españas a cambio de respetar las costumbres culturales, sociales y políticas de los aborígenes canarios. No se sabe cuál era el nombre del guanarterme, pero sí que los Reyes Católicos no cumplieron con dicho pacto.
Aunque fueron arrinconados en los sitios más inaccesibles de las islas, a escarpadas cumbres con barrancos, los indígenas canarios no fueron exterminados como se suele asegurar oficialmente. Existen similitudes con las escrituras y el arte de los arahuacos y los taínos de Florida y las Antillas americanas. Sus trazos y formas coinciden con los pueblos canarios y los celtas del otro lado del Atlántico.
Otro dato curioso es que los vascos que iban con el ejército castellano se entendían hablando su lengua nativa con los nativos canarios. Una señal de tener también el mismo origen, una raíz que nos lleva a la Atlántida y sus habitantes dispersados en los dos continentes tras un cataclismo narrado por muchos relatos antiguos. En este punto debemos tener presente que la Atlántida no fue un continente, sino una civilización, compartida por muchos pueblos en sus leyendas.
Los tuaregs dicen que su madre Tin Hinan era una reina guerrera proveniente de la Atlántida, en el sur del Atlas, en el noroeste de África, y que medía más de dos metros de altura. No lejos de allí, en Tassili, Argelia, en medio del desierto, existe un lugar con pinturas rupestres de entre 2.500 y 8.000 años con representaciones inquietantes. Llenas de figuras antropomorfas de extraño atuendo para la época.
No lejos de allí también, en el Sahara mauritano, se encuentra el Ojo del Sahara, asimismo conocido como la Estructura de Richat, con un diámetro de cincuenta kilómetros que solo puede verse desde el espacio. Tal vez el resultado de una erupción, un cataclismo o los restos de una civilización perdida de forma dramática.
En la isla de Tenerife está la población de Igueste de Candelaria. Allí se encuentran unas piedras cuyas leyendas cuentan que fueron herramientas de gigantes que medían diez metros de altura. Y los aborígenes canarios sabían de todas esas leyendas y seres. Además, el canto de los canarios, pajarillos originarios de las islas Canarias, de las Azores y de Madeira, está basado en el lenguaje binario, lenguaje que mueve todo el sistema informático moderno.
A esto añadiremos que, hasta los años 80 del siglo XX, los dirigentes de la arqueología oficial y nacional han abandonado, ocultado o destruido adrede todo los restos relacionados con los antiguos aborígenes de las islas Canarias.
Todavía quedan por estudiar y aclarar las pintaderas canarias, las abundantes escrituras líbico-bereberes de las islas, las momificaciones que han sufrido los mayores expolios y abandonos, las pirámides de Guimar que enlazan con las del resto del planeta, el calendario de luz de Risco Caído en Gran Canaria, el complejo poblado de las cuatro puertas en Telde, y la gran cantidad de petroglifos por todas las islas del fascinante archipiélago.
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