Los barcos de la Armada
felipista que regresaron a la península se distribuyeron entre los amplios
astilleros habidos en San Sebastián, Santander y La Coruña para ser reparados y
puestos a punto. Aprovechando el daño causado por los enfrentemientos y las
tempestades, Isabel I de Inglaterra y su círculo de elevados próceres y
banqueros planearon y financiaron la preparación de una gran flota para atacar
y saquear las poblaciones costeras hispanas...
Además, firmaron un pacto político con el rey Antonio I de
Portugal, que era pariente de Felipe II por ser su padre Luís de Avis y
Trastámara, quien era a su vez hijo de Manuel I de Portugal el Afortunado y de
María de Castilla y Aragón, cuarta hija de los Reyes Católicos. El trono
portugués lo disputaban varios descendientes de la Dinastía o Casa de Avis y
la Armada
inglesa tenía también la misión de coronar de nuevo a Antonio I de Portugal,
llamado el Prior de Crato, proclamado rey de Portugal en junio de 1580 y
derrotado por el gran duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, en
la batalla de Alcántara el mes de agosto siguiente.
María Pita, cuadro de A. Fernández Cersa |
En aquel acuerdo, Inglaterra ofrecía su poder militar y a cambio
pedía a Antonio de Ávis un tributo anual de trescientos mil ducados de oro y un
desembolso inicial de cinco millones; la entrega de las principales
guarniciones y fortalezas de Portugal, con el mantenimiento de los soldados
ingleses por cuenta de los portugueses; pagas extras añadidas para estos
mercenarios y el permiso, durante una docena de días, para saquear las
haciendas de los habitantes no portugueses; la incursión de los ingleses en las
posesiones portuguesas de África, América y Asia, así como la ocupación de las
islas Azores y la cesión de la flota amarrada allí para controlar el comercio
marítimo.
Aunque con retraso por problemas en la organización y consumido un
tercio de las provisiones por esta circunstancia, la gran escuadra inglesa zarpó
del movido puerto de Plymouth el 13 de
abril de 1589. La componían más de ciento cincuenta naves, marineros,
soldados y oficiales, en total más de veinte mil hombres, de los que diecinueve
mil eran ingleses y voluntarios sin la experiencia ni la disciplina necesarias.
Entre los mandos de la expedición estaban Francis Drake, John Norreys o Norris,
prestigioso militar inglés al mando de las tropas de infantería, y Robert
Devereux, II conde de Essex (oeste de Londres) y predilecto de la reina Isabel
II, quien no aprobaba la participación de su favorito en aquella arriesgada
aventura.
El primer objetivo de la flota inglesa fue La Coruña. El día 4 de mayo, se mantuvo en la lejanía
para decidir su táctica y evitar el cañoneo desde la fortaleza de San Antón y
los pocos barcos de querra que había fondeados en su puerto. Varios miles de
soldados ingleses desembarcaron el día siguiente con cañones en una playa
coruñesa fuera del alcance de los del puerto coruñés y de sus naves. Tras el
ataque, los hispanos incendiaron un galeón para cubrirse, trasladaron varias
galeras al cercano puerto de Betanzos y el resto de tripulantes se resguadó
entre la murallas de la ciudad con gran parte de la población.
Dirigidos por John Norreys, los soldados ingleses atacaron y
saquearon los días siguientes la parte baja de la ciudad, fuera de la muralla. Luego
atacaron la fortaleza de San Antón, sufriendo un duro revés. Los habitantes y
soldados de la fortaleza respondieron al ataque con determinación y mataron a
cientos de soldados ingleses. En este hecho, la historiografía traída hasta
nuestros días destaca la figura heróica de María Mayor Fernández de Cámara y
Pita, conocida popularmente como María Pita. Se cuenta que su marido fue
asesinado en la batalla y que ella mató después a un alférez inglés
atravesándolo con una pica o larga lanza y quitándole el estandarte que
llevaba, desmoralizando con ello a la tropa que lo seguía y provocando su
retirada. Varios personajes de este acontecimiento bélico fueron premiados por
Felipe II, María Pita fue nombrada alférez perpetuo, obteniendo una pensión
vitalicia y otros privilegios.
La derrota y la falta de víveres empezaron a dejar huella en los
ingleses, aumentando su indisciplina, las epidemias y la deserción de varios
barcos con sus tripulantes. En siguiente objetivo era Lisboa para provocar allí
la rebelión contra Felipe II y favorecer al rey Antonio I de Ávis. La escuadra
inglesa fondeó en Peniche, población costera a setenta y cinco kilómetros de
Lisboa, a finales de mayo de 1589. John
Norreys desembarcó al mando de unos diez mil soldados y puso rumbo hacia
Lisboa, Francis Drake se dirigió hacia allí para atacarla desde el mar... (sigue)
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