Entre 1567 y 1573, Francis Drake Mylwaye, miembro de la
baja nobleza inglesa que llegaría a ser nombrado vicealmirante de la
Real Marina Británica y miembro del
Parlamento Británico, realizó junto a otros importantes corsarios también
británicos, como su primo John Hawkins y su hijo Richard Hawkins, varias
expediciones por el océano Atlántico capturando africanos para venderlos como
esclavos, asaltando las ciudades hispanas del Caribe y los barcos que desde
allí se dirigían a Hispania, para robar sus apreciados cargamentos repletos de
plata, oro, especias y otras valiosas mercaderías...
La reina Isabel I de Inglaterra le encomendó organizar y dirigir
una larga y belicosa expedición que supondría además la segunda circunnavegación
planetaria. En diciembre de 1577,
Drake zarpó del puerto de Plymouth (suroeste de Inglaterra) con cuatro naves y
alrededor de ciento sesenta hombres. En enero
de 1578 se enfrentaron con los portugueses en la Costa de Cabo Verde
(Senegal), capturando una de sus naves y a varios de sus tripulantes. En abril llegó
a las costas de Brasíl, descendió por la costa sudamericana oriental, se
enfrentó con los indios patagones en varias ocasiones y llegó al Estrecho de
Magallanes con sólo un barco, la muerte de muchos de sus hombres y el
apresamiento de otros como su hermano John Drake.
Francis Drake, señor, ladrón y servidor de reina inglesa Isabel I |
El resto de la expedición de Francis Drake ascendió por la costa
oeste sudamericana, se detuvo en la Isla Mocha (Chile) para abastecerse y su
imposición generó un enfrentamiento con los nativos que produjeron a Francis
Drake un mal corte en el rostro. La herida no impidió que Drake y los suyos
continuaran ascendiendo por el océano Pacífico y diera orden de cañonear y
saquear varios puertos y barcos hispanos en las costas del entonces extenso
Virreinato de Perú. Ascendieron hasta las costas que hoy son de Oregón y del
norte de California. Escogieron esta zona para crear un puerto secreto donde
atracar y abastecerse al iniciarse la primavera
de 1579.
Luego la tomaron en nombre de la reina Isabel I de Inglaterra y le
pusieron el nombre de Nueva Albión por se éste el más antiguo nombre de Gran
Bretaña, dado por Claudio Ptolomeo: astrónomo, matemático, geógrafo, erudito
grecoegipcio de la prestigiosa Biblioteca de Alejandría en el siglo II d.C. y
descendiente, como la reina egipcia Cleopatra VII, de Ptolomeo I Sóter, general
del rey Alejandro III de Macedonia el Magno.
A finales de julio de ese mismo año, el corsario Francis Drake y
los suyos zarparon hacia el oeste surcando el océano Pacífico. En noviembre
llegaron a las islas de las Especias o Molucas (Indonesia), donde se
aprovisionaron y cargaron la nave de especias. Continuaron por el océano Índico
hasta el cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica), bordearon el litoral africano
pasando por la península de Sierra Leona en julio de 1580. Alrededor de sesenta tripulantes retornaron al
puerto de Plymouth el día 26 de
septiembre cargados de especias y tesoros robados a los hispanos.
Francis Drake fue recibido con honores y vitoreado por ser el
primer inglés en dar la vuelta al mundo circunnavegando los mares y el segundo
tras el guipuzcoano Juan Sebastián Elcano. El 4 de abril de 1581, fue elevado
al rango de Sir (Señor) por la reina Isabel I de Inglaterra en una ceremonia
celebrada en el puerto de Deptford, situado en el sureste de Londres y en la
ribera sur del río Támesis, dedicándose los cuatro años siguientes a labores
señoriales y políticas en Plymouth y el Parlamento Británico.
Ese mismo tiempo tardó la política europea en formar dos importantes
alianzas o negociaciones para alimentar la guerra. El Tratado de Nonsuch (en
Surrey, Inglaterra), fue firmado el 20
de agosto de 1585 por la reina Isabel I de Inglaterra y máximos
representantes de las Provincias Unidas, tres días después de la se ser tomada
la ciudad de Amberes, sede económica y administrativa de las diecisiete Provincias
Unidas protestantes, por los tercios de los Austrias o Habsburgo al mando del
duque Alejandro Farnesio y Habsburgo. Y el Tratado de Joinville (Alto Marne,
noreste de Francia), firmado el día 31
de diciembre de 1584 por Felipe II y la
Santa Liga católica de París, dirigida por
los Medici, los Guisa, el Vaticano y su Compañía o Milicia de Jesús, para
combatir los intereses comerciales del protestantismo pseudorreligioso y a
punto para iniciar la octava guerra de religión en Francia, ya desmenuzada en
capítulo anterior.
Sir Drake retomó la actividad corsaria a mediados de septiembre de 1585, zarpando de
Plymouth nuevamente al mando de una flota compuesta por más de veinte naves y
dos mil hombres a bordo, con la misión de amedrentar y atacar las costas y los
buques en poder de Felipe II de Habsburgo y de su importante círculo de
aristócratas y clerigos. Drake tenía cuarenta y dos años y una amplia
experiencia como corsario, explorador, comerciante y traficante de esclavos. Las
naves inglesas cañonearon primero la ciudad de Vigo (Pontevedra), desembarcaron
y robaron las reses que encontraron.
Pero los vigueses contraatacaron todos a una matando a parte de los agresores,
apresando a otros y haciendo huir sin reses a los demás.
Ante el fracaso y la alerta de las costas portuguesas, la flota de
Drake se dirigió hacia las islas Canarias y saqueó varias carabelas en las islas
de La Palma y
El Hierro. Los corsarios ingleses bajaron hacia el archipiélago africano de
Cabo Verde (frente a Senegal), bombardeando, asaltando e incendiando el poblado
de la isla de Santiago. Cruzaron el océano Atlántico y el 1 de enero de 1586 desembarcaron en La Española más de mil
hombres que asaltaron y tomaron la población de Santo Domingo.
Francis Drake envió un mensajero hispano con un mensaje a Lima,
situada a casi tres mil quinientos kilómetros en línea recta. Allí se
encontraba la sede del Virreinato de Perú y el virrey Fernando Torres y
Portugal, miembro de la alta nobleza hispana que había llegado a la capital
peruana en noviembre de 1585, poco más de un mes. El mensaje enviado por Drake
exigía un rescate a las autoridades hispanas a cambio de devolver la saqueada e
incendiada ciudad de Santo Domingo. Los corsarios ingleses abandonaron la población
y volvieron a embarcarse al recibir el mes siguiente el pago de veinticinco mil
ducados de oro... (sigue)
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