El fariseo Flavio Josefo, cuyo nombre original era Yosef ben Matityahu
(José hijo de Matías), fue nombrado por el Sanedrín jefe de las tropas judías
de Galilea (norte de Israel actual) y se preparó para la lucha en la fortaleza
de Jotapata. La Legión XV
Apollinaris, al mando del general Tito Flavio Sabino Vespasiano I, asedió y
atacó Jotapata durante el verano del año
67. Tras cuarenta y siete días de asedio, Josefo decidió rendirse y
entregar la plaza...
Vespasiano ordenó asesinar a casi todos los judíos que
quedaban vivos. Josefo fue apresado y llevado ante la presencia del general
romano, habló con él en griego, mostrándole su buena formación cultural,
política y retórica, pero sus palabras más importantes consistieron en predecir
la ascensión de Tito Flavio Sabino Vespasiano I como emperador de Roma en breve
tiempo.
Vespasiano disponía de cuatro legiones en Judea: Legión V Macedónica, Legión X Fretensis, Legión XII Fulminata y Legión XV Apollinaris. Sus soldados impusieron el terror desde el norte, torturando, crucificando o matando a cuantos judíos rebeldes encontraban y arrasando sus poblados. De esta manera logró acabar con la rebelión de los judíos en el norte de Judea durante la primera mitad del año 68. Los cabecillas zelotes Juan de Giscala y Simón ben Giora lograron escapar y refugiarse en Jerusalén junto a otros muchos huídos.
Los legionarios de la X Fretensis tenían su campamento en Jericó y
destrozaron el monasterio esenio de Qumrán, situado cerca de la orilla noroeste
del mar Muerto, a unos trece kilómetros de Jericó. Sus integrantes escondieron
cientos de rollos o manuscritos bíblicos, comunitarios y místicos en grutas no
lejos de allí, y allí permanecerían cientos de años esperando ser encontrados y
contrastados con otros textos neotestamentarios encontrados en esta época y
transformados. El destruido monasterio de Qumrán serviría de inspiración a los
primeros monasterios judeocristianos contruidos por toda Europa durante los
siglos posteriores.
El senado romano, respaldado por el codicioso jefe pretoriano Cayo Ninfidio Sabino y hombres,
proclamó nuevo emperador de Roma a Servio Sulpicio Galba, gobernador de la Hispania Tarraconense,
el mes de junio de ese mismo año y declaró a Nerón enemigo público. Nerón huyó
de Roma y, antes de ser apresado, decidió suicidarse con un puñal ayudado por
su secretario Epafrodito.
Su protegida Locusta fue condenada a morir como responsable de
cientos de muertes por envenenamiento. El cronista norteafricano-romano Apuleyo cita que Servio Sulpicio Galba
ordenó para ella una ejecución horrible: ser violada por una domesticada jirafa
macho (cuyo pene excitado pasa de medir pocos centímetros a más de un metro en
unos segundos penetrando a la hembra con fuertes arremetidas) y echada luego
viva a un grupo de animales salvajes hambrientos.
Mientras, los rebeldes judíos se concentraron en Jerusalén y
llenaron el interior de sus tres murallas, entre ellos había centenares de
peregrinos que habían llegado meses atrás para celebrar el Pésaj o Pascua judía
(fiesta que conmemora la salida del pueblo hebreo de Egipto relatada en el
Éxodo bliblico). Las cuatro legiones dirigidas por Tito Flavio Sabino
Vespasiano I sitiaron la ciudad con su impresionante organización y arsenal
armamentístico. No obstante, esta guerra tendría un parón de dos años que
llevaría a guerras internas entre los romanos por el control imperial y también
entre los judíos de Jerusalén.
El año 68 se
enfrentaron los tres grupos de la resistencia judía en Jerusalén con sus
cabecillas: Juan de Giscala, Simón bar Giora y Eleazar ben Simón. Simón bar Giora era edomita y jefe de los zelotes
sicarios. Sus discursos radicales alentaban la lucha sin cuartel contra los
romanos, victoria o muerte, y en caso de vercerlos garantizó la libertad de los
esclavos y recompensas para todos. En la primavera del año 69 se inició una guerra civil dentro Jerusalén entre estos
jefes judíos y sus seguidores que acabó con la victoria de Simón bar Giora.
A la muerte de Nerón siguieron batallas y asesinatos sistemáticos
por el control del Imperio durante todo el año 69, conocido como Año de los Cuatro Emperadores: Servio Sulpicio
Galba, asesinado en el foro con
setenta y dos años de edad; Marco Salvio Otón se suicidó clavándose una
daga en el corazón antes de enfrentarse en batalla al ejército de Aulo Vitelio;
a Aulo Vitelio Germánico lo asesinaron en el foro, junto a su hermano y
su hijo, ciudadanos romanos y soldados de Tito Flavio Sabino Vespasiano I que
habían combatido en Judea, luego echaron su cuerpo al Tiber y pasearon su
cabeza por Roma; Después de ser aclamado como emperador por las legiones
destacadas en Siria y Judea el mes de julio, Tito Flavio Sabino Vespasiano I
fue acogido en diciembre de ese año como nuevo emperador por el Senado romano.
Tito Flavio Sabino Vespasiano I, llamado Vespasiano por los
historiadores, viajó hasta Roma el año
70, dejando a su hijo de treinta años la dirección del asedio y la toma de
Jerusalén. Tito Flavio Sabino Vespasiano II, llamado Tito para diferenciarlo de
su padre, dejó primero que la inanición hiciera su efecto. Faltaban agua y alimentos
suficientes para las numerosas personas sitiadas, incluyendo los peregrinos
llegados para la Pascua.
Los legionarios los dejaron entrar pero les impidieron salir
para que el sitio tuviera mayor efecto por la escasez de provisiones. Después
de cinco meses de asedio hubo algunos ataques zelotes nocturnos con asesinatos
de romanos, pero cientos de personas habían muerto ya en Jerusalén por
inanición.
Por orden de Tito, el exprisionero fariseo Flavio Josefo sermoneó
a sus compatriotas sitiados aún vivos. Les incitó a rendirse para salvar Judea
y el Templo, argumentando que los judíos no son un pueblo con el don de las
armas, Dios hace pasar el imperio de una nación a otra y ahora Dios está con
Roma. Las palabras de Josefo sentaron muy mal a sus paisanos, provocando un
mayor rechazo hacia los romanos y hacia él por traidor.
Durante el verano de 70,
Tito desplegó las legiones V Macedónica, X Fretensis, XII Fulminata y XV
Apollinaris alrededor de las murallas con sus máquinas de guerra. Pese al
inminente ataque, los zelotes no contemplaban la rendición y arrojaban por
encima de las murallas a las personas que pedían pactar con los romanos. Los
asaltos combinados de las cuatro legiones, junto a maquinas como las catapultae, catapultas capaces de lanzar
piedras de treinta kilos a una distancia de quinientos metros; los arietes, troncos
grandes y pesados cargados e impulsados por varios soldados; o las ballistae, grandes ballestas que
disparaban grandes jabalinas y dardos por separado o por grupos, rompieron la primera
muralla en quince días.
Los legionarios romanos abrieron brechas en la segunda muralla
ocho días después, entraron, atacaron y ocuparon primero la fortaleza Antonia,
guarnición militar construida por Herodes el Grande en honor de su gran aliado
político Marco Antonio. Pero no pudieron destruir la tercera, con cuatro metros
y medio de espesor y gran altura. Construyeron una rampa que elevó el terreno y
una torre muy pesada de veintitrés metros de altura con los árboles de los
alrededores para atacar y entrar por arriba.
Los judíos hicieron un túnel bajo la muralla durante el mismo
tiempo e incendiaron la torrre, provocando su derrumbamiento y, cosa que no
previeron, de parte de la tercera muralla que abrió un gran hueco y permitió el
paso de los soldados romanos. A finales de agosto, los legionarios conquistaron
e incendiaron el Templo y a primeros de septiembre, el palacio de Herodes I el
Grande, situado en lo alto de la ciudad. Cientos de miles de judíos fueron
ejecutados o vendidos como esclavos, aunque hubo quienes lograron salvarse
escapando por túneles subterráneos.
Una vez tomada Jerusalén, las legiones romanas comenzaron su
saqueo e hicieron un desfile triunfal en honor de Tito; este desfile puede
contemplarse tallado aún en el Arco de Tito, construido en la Vía Sacra de Roma poco
después de su muerte el año 81. Luego se ocuparon de reducir la ciudad a
escombros, incluyendo el calcinado Templo, magnífica obra ya arruinada antes el
año 586 a.C.
por orden del rey babilonio Nabucodonosor II el Grande.
Durante la primavera del año
71, el general Tito viajó a Roma con su séquito, entre el que estaba el
fariseo Josefo, gran parte de su ejército y judíos esclavizados. Por cumplirse
la profecía que declaró en Judea al ser apresado y sus servicios prestados,
Vespasiano concedió una buena pensión, una gran residencia y la ciudadanía
romana a Yosef ben Matityahu, pasándose a llamar a partir de entonces Titus
Flavius Iosephus (Tito Flavio Josefo), en honor del emperador y de la dinastía
Flavia a la que serviría con sus favorables crónicas y otros servicios
diplomáticos.
Dintinta suerte tuvo el jefe sicario y edomita Simón bar Giora,
apresado con vida por los legionarios romanos durante el asalto a Jerusalén.
Simón viajó con muchos otros esclavos judíos hasta Roma en condiciones
deplorables. Una vez en la capital del imperio, lo pasearon encadenado por las
calles durante el desfile triunfal encabezado por el emperador Vespasiano y su
victorioso hijo Tito. Acabadó el homenaje y la humillación, Simón bar Giora fue
despeñado desde la Roca
Tarpeya, una abrupta pendiente de la antigua Roma utilizada
desde tiempos de la
República para ejecuciones de asesinos y traidores.
Poco antes del asedio y la toma de Jerusalén el año 70, un grupo
de zelotes y sus familias abandonaron la ciudad por desavenencias con Simón bar
Giora. Este grupo, capitaneado por Eleazar
ben Yair, se refugió en Masada: una montaña truncada con un conjunto de
palacios y fortificaciones acondicionadas por Herodes I el Grande para su
recreo, situada a unos cinco kilómetros de la orilla suroeste del mar Muerto,
con impresionantes vistas de sus aguas, de las montañas de Moab, del oasis Ein
Guedi y del desierto de Judea.
Durante los tres años siguientes subsistieron tres fortalezas
contra el poder militar romano, sus habitantes zelotes protagonizaron muchos
ataques contra ellos y los judíos aliados con Roma. Las fortalezas eran
Herodión, conquistada y destruida por los romanos el año 71; Maqueronte, tomada
el año 72; y Masada. Los zelotes tenían en Masada una gran cantidad de armas,
reservas de hierro, plomo y bronce, almacenes llenos de aceite, legumbres,
trigo, dátiles y vino. También había huertos fértiles en el interior donde
plantar vegetales y frutas, y unos canales excavados en las rocas conducían el
agua del oasis y de las lluvias hacia grandes cisternas donde se conservaba
durante largo tiempo. Todo lo necesario para vivir y resistir un largo asedio.
El gobernador romano Lucio
Flavio Silva marchó hacia la fortaleza con la Legión X Fretensis,
cuatro cohortes o unidades tácticas auxiliares, dos escuadrones de caballería y
prisioneros judíos, entre nueve mil y diez mil hombres. Sin conocer los
recursos que disponían los sitiados, Lucio dispuso la creación de ocho
campamentos rodeando Masada para albergar a toda la tropa y, para evitar que
obtuvieran suministros y matarlos de inanición, ordenó contruir otra muralla
rodeando la fortaleza de unos ocho kilómetros de largo y tres metros de alto.
Aún pueden verse hoy día restos de los campamentos de la Legión X Fretensis y del
muro de circunvalación de Masada.
Para acceder a la fortaleza existían dos estrechos caminos de gran
y peligrosa pendiente: un sinuoso sendero por el este y otro más directo por el
oeste. Tras varios intentos fallidos por abrir una brecha en la muralla de
Masada con sus potentes catapultas, Lucio Flavio y sus ingenieros romanos
planearon la construcción de un agger
(rampa o terraplén) ascendente con toneladas de piedra y tierra, desde un
promontorio situado en el lado oeste de Masada llamado la Roca Blanca.
En general, los legionarios eran tan diestros con la espada,
llamada gladius o gladio, como con la
dolabra, pico-azada romano, utilizada
mucho en la guerra para hacer obras de ingeniería militar. Sin poderlo evitar
los zelotes sitiados, los legionarios romanos construyeron en tres meses una
impresionante rampa de casi doscientos metros hasta la cima de Masada, cerca de
sus murallas aplanaron una parte de veinte metros de lado para situar una
enorme torre de asedio preparada para el ataque.
Esta torre se llamaba Helepolis
(conquistadora de ciudades), como las creadas y empleadas por Alejandro Magno y
sus ejercitos durante sus numerosas conquistas. Medía cuarenta y dos metros de
altura, estaba hecha de madera, forrada con placas o escudos de hierro, por lo
que pesaba varias toneladas, y su interior albergaba material de asalto y
numerosos soldados. Durante la primavera del año 73, siete meses después de comenzar el sitio, los romanos
subieron la pesada Helepolis hasta ponerla en la planicie frente a la muralla... (sigue)
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