jueves, 5 de mayo de 2005

El Temple de Bernardo (o pese a él)

Después de invadir Jerusalén el 15 de julio de 1099 y arrebatársela a los musulmanes, los primeros cruzados establecieron un sistema feudal de gobierno para el Reino Latino de Jerusalén, que abarcaba lo que hoy es Israel más parte de Jordania y Líbano. Con el título de Defensor del Santo Sepulcro, eligieron primer rey de Jerusalén al noble franco Godofredo IV de Boulogne, duque de la Baja Lorena, más conocido como Godofredo de Bouillon. Poco después se organizó allí la Orden de los Caballeros del Hospital de san Juan Limosnero de Jerusalén, que fue aprobada en 1113 por el papa Pascual II y confirmada por el papa Eugenio III en 1153. Se los conoce por caballeros hospitalarios y su primer fin era cuidar de peregrinos y cruzados necesitados, aunque en sus acciones prevalecería la actividad militar y feudal, como en las demás órdenes militares de la Edad Media... 
El mismo año en que fue aprobada la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, un joven nacido cerca de Dijon y llamado Bernardo de Claraval (Clairvaux) ingresó como monje en el Monasterio de Cîteaux. Tenía vientres años, era el tercer hijo de un oficial del duque de Borgoña y tomó el hábito cisterciense junto a otros treinta muchachos de origen aristocrático, de los cuales cinco eran hermanos suyos.

En 1115 el abad le eligió para fundar la abadía de Claraval y ser el primer abad. Bajo su guía, aquel monasterio que le dio nombre se convirtió en el convento cisterciense más importante. Utilizando la filosofía cristiana original, Bernardo criticó con severidad a la Orden de Cluny por su devoción hacia el poder y las riquezas materiales, y mantuvo la austeridad de la regla de san Benito de Nursia.

Cúpula de la Roca islámica, Jerusalén, inicio de los Templarios

Se le atribuyeron prodigios y milagros que atrajeron a muchos creyentes, fue el director anímico más influyente de la época, el responsable de la rápida propagación de la Orden del Cister por Europa y relevante misionero contra la gran herejía cátara, alternativa religiosa y política con importantes e independientes comunidades asentadas ya en el Languedoc (Lengua de Oca cátara y de contenido esotérico).

Inspirados por los caballeros hospitalarios y el poder cátaro, en 1118 nueve caballeros francos se presentaron ante el rey de Jerusalén Balduino II. Se dice que le ofrecieron su colaboración para vigilar los caminos y defender a cristianos y peregrinos de los ataques de sarracenos y beduinos, así como de cristianos de la propia Jerusalén dedicados al bandolerismo.

Balduino accedió a sus peticiones y les ofreció el Templo del rey Salomón para alojarse. Prescindiendo de todas las infamias, violaciones, amenazas y diabluras atribuidas al Islam por el catolicismo romano, celebraron sus actos religiosos en la Cúpula de la Roca. Nueve años permanecieron allí dedicados a la meditación y al aprendizaje de la sabiduría, sin enfrentarse ni una vez con el enemigo y odiado infiel de la fe católica... (sigue)


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