lunes, 19 de enero de 2004

El Nuevo Testamento esenio: la bondad es la religión

Antes de la extensa pavimentación del territorio romano ya existía otra gran vía de comunicación terrestre que conectaba los puntos más alejados de China con ciudades de Oriente Próximo y Roma, la conocida Ruta de la Seda, con un trazado principal y otras sendas de enlace, como las que iban por la estepa euroasiática y la cordillera del Himalaya...

Su recorrido era utilizado siglos antes de la aparición del cristianismo, pero fue a mediados del siglo II antes de Cristo cuando la dinastía Han logró su control mediante conquistas y alianzas. Esta situación política y la construcción de numerosas calzadas permitieron la mayor circulación de caravanas con grandes productos e ideas, a las que se dio más importancia que a la plata, el oro o las piedras preciosas. 

Uno de esos valores mentales importados de Oriente fue el budismo, filosofía basada en las enseñanzas de Buda. En principio el budismo surgió como corriente monástica dentro del hinduismo, y éste del remoto chamanismo, presente en todos los pueblos prehistóricos de la Tierra.

Dicen que Buda no compartía muchos aspectos creados por la filosofía hinduista, pues se oponía a la jerarquía de sus jefes e invalidaba los Vedas y las castas. Creció en una familia aristócrata, entre riqueza y lujo. Antes de cumplir treinta años decidió cambiar su confusa e insulsa vida, renunció a sus bienes materiales y buscó en sí mismo la paz mediante el yoga y un rígido ascetismo.

Por no encontrar los frutos anhelados siguió un camino intermedio entre el hedonismo y la abnegación, cosa que le proporcionó equilibrio, luz interior y ganas de consagrar el resto de su vida a la enseñanza espiritual. 

Buda significa despierto, iluminado o consciente. El nombre de su protagonista es Siddharta Gautama. Siddharta significa el objetivo perfecto o quien logra llegar a él, y Gautama indica la mejor vaca, símbolo del sagrado ser y del bien humanos. Los historiadores fijan su vida entre los años 563 y 483 antes de Cristo, pero no existen registros suyos de esta época ni de los siglos inmediatos.

Basan esta cronología en el antiguo monasterio Maya Devi, situado en la población de Lumbini, hoy llamada Rummindei (Nepal). Esta construcción se considera el más antiguo cenobio budista del mundo y el lugar donde nació Buda. El año 2013, un equipo internacional de arqueólogos descubrió allí una capilla de madera del siglo VI a.C., anterior a los muros de ladrillo construidos en el siglo III a.C. bajo el mando del emperador hindú Ashoka Vardhana, el primer soberano budista.

Los textos de Gandjara o Gandara, encontrados cerca de Hadda (ciudad del este de Afganistán cercana a Jalalabad), escritos en rollos de corteza de abedul y en escritura kharosthi o arameohindú. Estos textos son contemporáneos de los relatos judeocristianos o evangélicos escritos por los esenios y se conservan hoy en la Biblioteca Británica. Como éstos y los primeros sobre Mahoma y el Islam, se contradicen muchas veces unos a otros cuando cuentan la vida de Siddarta Gautama, delatando que lo importante está en el mensaje y no en el mensajero protagonista.

El budismo recorrió la Ruta de la Seda de la mano de sus misioneros orientales, relacionados con el comercio de mercaderías de larga distancia. Su filosofía se extendió por Oriente Próximo y Occidente en forma de ascetas itinerantes y monasterios, fue apoyada económicamente por negociantes y seguida por destacados personajes. Los cínicos y los estoicos griegos desestimaban la civilización por su problemática y adulteración, proponían un retorno a la vida natural con una existencia sencilla, consideraban la independencia personal como bien supremo y practicaban el ascetismo para su desarrollo espiritual.

Budismo y cristianismo tienen formas parecidas y el mismo fondo espiritual



En esta linea se desenvuelve la legendaria figura de Jesús de Nazaret dentro de la provincia romana de Judea, donde había cuatro castas judías diferenciadas: saduceos, fariseos, zelotes y esenios. Los saduceos eran judíos aristócratas de gran poder político y económico, continuadores de la amoralidad babilónica, asesores y aliados de Roma, de donde salían los sacerdotes y los escribas redactores de leyes.


Los fariseos, menos poderosos que los saduceos, repudiaron las doctrinas extranjeras e intentaron separar la religión de sus antepasados de la vida política y social, cosa que no siempre lograron. Los zelotes surgieron como grupo político armado contra el poder opresivo de romanos y judíos notables, aunque su filosofía era esenia. Los esenios destacaron como la agrupación judía más revolucionaria, renovadora y espiritual, no en vano la palabra esenio es de origen griego y significa bueno, puro o santo.

Coincidiendo con los forcejeos entre los cambistas y sus detractores, las hermandades esenias habitaron Judea y Siria desde el siglo II a.C. hasta el siglo II d.C. y se establecieron principalmente a orillas del mar Muerto. Su mayor fuerza se manifestó a comienzos de siglo I, cuando Roma impuso el calendario solar y su valor monetario áureo, dos grandes símbolos de poder económico y moral.

Pese a su importancia, los esenios no aparecen en la Biblia ni en los textos rabínicos con ese nombre. Plinio el Viejo, Filón de Alejandría y Flavio Josefo, estos dos últimos judíos aristócratas, los nombraron de forma específica en sus obras y aportaron información sobre ellos. De la eminente actitud esenia nació la figura del rabino (de la palabra hebrea rabí, que significa mi maestro), personas veneradas por buena parte del pueblo judío y antecesores de las enseñanzas morales del Cristo bíblico.

Los esenios utilizaron distintas actitudes para el desarrollo íntimo y social, como pureza y control del pensamiento, examen de conciencia, austeridad, silencio, castidad, aseo, vegetarianismo, compartir propiedades, el trabajo manual hecho con atención, cumplir el shavat o shabat (descanso sagrado en sábado), no jurar en actividades comerciales ni traficar por monedas, no juzgar, no fabricar ni utilizar armas y corazas, ni sacrificar animales. Acogían niños huérfanos y hombres que antes habían renunciado a sus bienes materiales para ofrecérselos a los más necesitados. Sus enseñanzas principales giraban en torno al amor a Dios, a la virtud y al prójimo.

Sus miembros vivían en comunidades separadas y debían pasar varios años de prueba como novicios en sus monasterios. Superado este tiempo, los iniciados eran bautizados y pasaban a la fase de desarrollo de la mano de un maestro. Cada comunidad esenia era administrada por un patriarca, figura semejante a la de los primeros obispos cristianos, y estos patriarcas a su vez dependían de un superior parecido a los arzobispos. Entender la Torah era esencial para quienes pretendían acceder a la trascendencia, su interpretación correcta estaba en manos de los maestros espirituales, expertos a los que llamaban maestros de rectitud.

En el siglo I, el fariseo judío Flavio Josefo matizó en su obra La Guerra de los Judíos: Hay también otra clase de esenios que tienen comidas, costumbres y leyes semejantes a las dichas, pero se diferencian en la opinión de la castidad. Dicen que una valiosa parte de la vida del hombre está en su sucesión, y que si todos fuesen del parecer de los esenios castos, el género humano se extinguiría. Pero ellos también tienen sus costumbres tan templadas que se pasan tres años experimentando con sus mujeres y, si en sus prácticas purificadoras les resulta conveniente engendrar, las toman entonces y las preñan... (sigue)

Para contactos profesionales o editoriales, enviar email.

No hay comentarios:

Publicar un comentario