Hombres y mujeres disfrutaban de la misma consideración entre los
cátaros. Como continuadores del cristianismo esenio, el amor al prójimo incluía
la sexualidad sin la obligación matrimonial del catolicismo, con relaciones
libres sin promiscuidad o desperdicio, pues conocían las virtudes de la energía
sexual bien aprovechada y canalizada. En las comunidades cátaras destacaba un
grupo muy especial llamado los perfectos que era cabeza y guía de las
comunidades cátaras. Su nombre no indicaba superioridad jerárquica sino
perfección espiritual. La palabra perfecto proviene del latín per factum y
significa por hecho o a través de lo hecho...
Sus miembros practicaban una vida ascética que conllevaba
renunciar a las posesiones materiales, comer una dieta vegetariana, mantener la
castidad y sobrevivir gracias a las donaciones comunales. Estos santos tenían
dones prodigiosos y, entre otras facultades portentosas, podían provocarse
alteraciones mentales que les permitía acceder a otras dimensiones de la
realidad y comunicarse con el mundo de lo etéreo, como lo hacían los druidas,
los estilitas cristianos y otros oráculos de distintas religiones. Eran
considerados continuadores del chamanismo ancestral con forma cristiana y sus
ejemplares vidas atraían a personas de toda condición.
Pero el catarismo no sólo mantenía ideas diferentes, contrapuestas
al credo romano, su buena organización social se apartó de las explotadoras
instituciones feudales, cosa que atrajo a muchas personas y desestabilizó los
señoríos católicos. El trabajo bien hecho o artesano, en el que se ponía el
alma sin pensar en compensaciones económicas, era considerado manifestación de
Dios y repercutía en el desarrollo espiritual de las personas y el beneficio
comunitario. La sociedad cátara entendía bien que el ocio atrae al diablo,
por lo que cada hogar de los suyos disponía de un taller para evitarlo y
progresar hacia Dios.
En la región del Languedoc se multiplicaron los talleres de tejido
y teñido, conviertiéndola en gran zona pañera de la
Edad Media. Estos talleres fueron además
focos de la difusión del catarismo y de sus enseñanzas, hasta el punto de que
textor (tejedor en latín) o tesseyre (tejedor en occitano) fue sinónimo de
cátaro. Muchos cátaros empleaban parte de su tiempo en tejer por la capacidad
meditativa que impregna esta ocupación.
Gandhi tejiendo con su rueca, Tantra significa Tejido... |
Ejemplo más reciente de esta práctica
es Gandhi, cabeza espiritual y política de la India en la primera mitad del siglo XX, una
especie de perfecto hindú que fabricaba con rueca su propia ropa. Fuera cual
fuera su origen social, el trabajo era la principal actividad de la sociedad
cátara y el foco de su fuerza comunal.
Las extraordinarias comunidades cátaras se consolidaron entre
finales del siglo XII y principios del XIII, al tiempo que nacía y se extendía
el maravilloso Arte Gótico, arte del espíritu y luz de sus misterios que tiene
su elemento más representativo en la ojiva, palabra de origen árabe y otra
evidente conexión con el mundo islámico. En la catedral de Chartres, situada no
lejos de París y perla de la arquitectura gótica, los pasajes bíblicos están
grabados en la luz coloreada de sus vidrieras originales y en las numerosas estatuas
talladas del exterior.
Además de las figuras de Jesús, la Virgen María, los apóstoles y
otros personajes bíblicos, se hallan en lugares preferentes las de grandes eruditos
de la Antigüedad
que vivieron antes de la era cristiana, como Aristóteles, Pitágoras y Euclides.
Los maestros góticos tenían gran estima a estos sabios paganos, en sus
construcciones hacia el cielo emplearon las proporciones y medidas contenidas
en sus obras, cifras expresadas con detalle en el Antiguo Testamento para la
construcción del Arca de Noe y el Templo de Salomón.
La solidez herética del gótico, su camino, su arte y su discreción
ocupaban buena parte del centro europeo y el norte de Hispania, dividiendo los
territorios francos y los vaticanos, dificultando enormemente su capacidad de
dominio y recaudación. Las tácticas utilizadas por la Iglesia con Benito de
Nursia en el siglo VI y Cluny en el X no dieron los frutos que se pretendían a
largo plazo.
Para conseguir sus objetivos seculares, los jerarcas romanos
añadieron a comienzos del siglo XII al predicador Bernardo de Claraval con la Orden Cisterciense, su brazo
armado Templario y el Códice Calixtino, código encargado de encubrir y utilizar
el Camino de Perfección cátaro. A lo largo del siglo XI y XII se añadieron en
Orleans, Toulouse y otras zonas del centro y norte de Europa documentados actos
violentos y ejecuciones de herejes cátaros o judeocristianos.
Por las singulares características que la envolvieron, es el
momento de comentar una cruzada que se desarrolló antes de la conquista de
Jerusalén por los primeros príncipes cruzados en 1099. Esta aventurada
peregrinación se conoce como Cruzada de
Pedro el Ermitaño, de los Pobres o de los Campesinos.
Tras clamar la Guerra Santa el papa Urbano II
en 1095, varios miembros del clero católico se hicieron pasar por perfectos
cristianos y recorrieron las comunidades cátaras de Europa predicando esta
expedición salvadora entre los humildes, una esperanza llena de pan,
oportunidades y justicia divina para desheredados.
El ermitaño Pedro y su equipo fascinaron con sus arengas a
multitudes y las encaminaron hacia Jerusalén. La gran mayoría de hombres,
mujeres y niños no llevaba armas sino ganado, enseres del hogar y herramientas
de labores. Empujados por el hambre, los supervivientes robaban y saqueaban las
poblaciones a su paso.
Alrededor de una quinta parte logró llegar a Nicea (la
actual Iznik turca), donde fueron acorralados y muertos por los ejércitos
selyúcidas en octubre de 1096. Pedro el Ermitaño cumplió la misión encomendada,
salió ileso del exterminio y se reunió con los cruzados nobles cuando llegaron
poco después.
Comenzado el siglo XII, un selecto grupo de eruditos judíos,
cristianos e islamitas desarrollaba una importante labor intelectual y cultural
entre las callejuelas toledanas. Su trabajo consistía en reunir los
conocimientos que llegaron a Córdoba en el siglo X con Abderramán III, después
de haber recorrido los templos de saber de Bagdad, Damasco, Jerusalén y
Alejandría. Gracias a la coordinación del arzobispo don Raimundo de Toledo se consolidó
lo que la Historia
ha querido llamar Escuela de Traductores de Toledo.
Aunque hay constancia de
que sus protagonistas funcionaban con regularidad el año 1150, éstos nunca crearon
tal institución ni utilizaron ese nombre. Sus sabios transcribieron obras de
importantes estudiosos de esa época como Averroes, Algazel, Avicena y Salomón
ben Yehuda. Este esfuerzo de espiritualidad común haría de Toledo la capital
cultural más desarrollada de Europa.
En esa misma onda y contra vientos y mareas católicos, al llegar
marzo de 1167 se celebró en la población de Saint Félix de Caraman, cercana a
Toulouse, una importante reunión de cristianos unitarios disidentes, compuesta
por varios perfectos, dignatarios y gentes del pueblo llano provenientes de
varios puntos de Europa. En esta importante asamblea, a la que asistieron el
perfecto lombardo Marcus y el perfecto bogomilo (de los Balcanes) Nicetas o
Nikita, se delimitaron las congregaciones cátaras de Albi, Agen, Carcassonne y
Toulouse, se eligieron perfectos y perfectas para orientarlas por el Buen Camino,
y los más perfeccionados en este sentido concedieron el Consolamentum
(Consuelo) a sus hermanos de alma posando sobre ellos sus prestigiosas y santas
manos.
El acto sacrado del Consolamentum se
administraba en dos momentos clave. Uno era Consolamentum de los moribundos o
de las personas próximas a morir, la persona que estaba a punto de perder la
vida terrenal por enfermedad o vejez recibía de algún perfecto o alguna
perfecta una bendición, fuerza o paz espiritual acrecentada con el ayuno total
para facilitar el tránsito del ser a la otra vida; esta forma de irse o dejar
el cuerpo era llamada Endura (en catalán, endurar significa sobrellevar) y se
confunde hoy con un ritual suicida. El otro era el Consolamentum de los
perfectos, lo daban perfectos experimentados, maestros espirituales y santos,
como sucedía con los esenios judeocristianos... (sigue)
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