lunes, 8 de agosto de 2005

La Cruzada contra los Cátaros y su Camino de Pureza o Perfección

Hombres y mujeres disfrutaban de la misma consideración entre los cátaros. Como continuadores del cristianismo esenio, el amor al prójimo incluía la sexualidad sin la obligación matrimonial del catolicismo, con relaciones libres sin promiscuidad o desperdicio, pues conocían las virtudes de la energía sexual bien aprovechada y canalizada. En las comunidades cátaras destacaba un grupo muy especial llamado los perfectos que era cabeza y guía de las comunidades cátaras. Su nombre no indicaba superioridad jerárquica sino perfección espiritual. La palabra perfecto proviene del latín per factum y significa por hecho o a través de lo hecho...
 
Sus miembros practicaban una vida ascética que conllevaba renunciar a las posesiones materiales, comer una dieta vegetariana, mantener la castidad y sobrevivir gracias a las donaciones comunales. Estos santos tenían dones prodigiosos y, entre otras facultades portentosas, podían provocarse alteraciones mentales que les permitía acceder a otras dimensiones de la realidad y comunicarse con el mundo de lo etéreo, como lo hacían los druidas, los estilitas cristianos y otros oráculos de distintas religiones. Eran considerados continuadores del chamanismo ancestral con forma cristiana y sus ejemplares vidas atraían a personas de toda condición.

Pero el catarismo no sólo mantenía ideas diferentes, contrapuestas al credo romano, su buena organización social se apartó de las explotadoras instituciones feudales, cosa que atrajo a muchas personas y desestabilizó los señoríos católicos. El trabajo bien hecho o artesano, en el que se ponía el alma sin pensar en compensaciones económicas, era considerado manifestación de Dios y repercutía en el desarrollo espiritual de las personas y el beneficio comunitario. La sociedad cátara entendía bien que el ocio atrae al diablo, por lo que cada hogar de los suyos disponía de un taller para evitarlo y progresar hacia Dios.

En la región del Languedoc se multiplicaron los talleres de tejido y teñido, conviertiéndola en gran zona pañera de la Edad Media. Estos talleres fueron además focos de la difusión del catarismo y de sus enseñanzas, hasta el punto de que textor (tejedor en latín) o tesseyre (tejedor en occitano) fue sinónimo de cátaro. Muchos cátaros empleaban parte de su tiempo en tejer por la capacidad meditativa que impregna esta ocupación.

Gandhi tejiendo con su rueca, Tantra significa Tejido...

Ejemplo más reciente de esta práctica es Gandhi, cabeza espiritual y política de la India en la primera mitad del siglo XX, una especie de perfecto hindú que fabricaba con rueca su propia ropa. Fuera cual fuera su origen social, el trabajo era la principal actividad de la sociedad cátara y el foco de su fuerza comunal.

Las extraordinarias comunidades cátaras se consolidaron entre finales del siglo XII y principios del XIII, al tiempo que nacía y se extendía el maravilloso Arte Gótico, arte del espíritu y luz de sus misterios que tiene su elemento más representativo en la ojiva, palabra de origen árabe y otra evidente conexión con el mundo islámico. En la catedral de Chartres, situada no lejos de París y perla de la arquitectura gótica, los pasajes bíblicos están grabados en la luz coloreada de sus vidrieras originales y en las numerosas estatuas talladas del exterior.

Además de las figuras de Jesús, la Virgen María, los apóstoles y otros personajes bíblicos, se hallan en lugares preferentes las de grandes eruditos de la Antigüedad que vivieron antes de la era cristiana, como Aristóteles, Pitágoras y Euclides. Los maestros góticos tenían gran estima a estos sabios paganos, en sus construcciones hacia el cielo emplearon las proporciones y medidas contenidas en sus obras, cifras expresadas con detalle en el Antiguo Testamento para la construcción del Arca de Noe y el Templo de Salomón.

La solidez herética del gótico, su camino, su arte y su discreción ocupaban buena parte del centro europeo y el norte de Hispania, dividiendo los territorios francos y los vaticanos, dificultando enormemente su capacidad de dominio y recaudación. Las tácticas utilizadas por la Iglesia con Benito de Nursia en el siglo VI y Cluny en el X no dieron los frutos que se pretendían a largo plazo.

Para conseguir sus objetivos seculares, los jerarcas romanos añadieron a comienzos del siglo XII al predicador Bernardo de Claraval con la Orden Cisterciense, su brazo armado Templario y el Códice Calixtino, código encargado de encubrir y utilizar el Camino de Perfección cátaro. A lo largo del siglo XI y XII se añadieron en Orleans, Toulouse y otras zonas del centro y norte de Europa documentados actos violentos y ejecuciones de herejes cátaros o judeocristianos.

Por las singulares características que la envolvieron, es el momento de comentar una cruzada que se desarrolló antes de la conquista de Jerusalén por los primeros príncipes cruzados en 1099. Esta aventurada peregrinación se conoce como  Cruzada de Pedro el Ermitaño, de los Pobres o de los Campesinos.

Tras clamar la Guerra Santa el papa Urbano II en 1095, varios miembros del clero católico se hicieron pasar por perfectos cristianos y recorrieron las comunidades cátaras de Europa predicando esta expedición salvadora entre los humildes, una esperanza llena de pan, oportunidades y justicia divina para desheredados. 

El ermitaño Pedro y su equipo fascinaron con sus arengas a multitudes y las encaminaron hacia Jerusalén. La gran mayoría de hombres, mujeres y niños no llevaba armas sino ganado, enseres del hogar y herramientas de labores. Empujados por el hambre, los supervivientes robaban y saqueaban las poblaciones a su paso. 

Alrededor de una quinta parte logró llegar a Nicea (la actual Iznik turca), donde fueron acorralados y muertos por los ejércitos selyúcidas en octubre de 1096. Pedro el Ermitaño cumplió la misión encomendada, salió ileso del exterminio y se reunió con los cruzados nobles cuando llegaron poco después. 

Comenzado el siglo XII, un selecto grupo de eruditos judíos, cristianos e islamitas desarrollaba una importante labor intelectual y cultural entre las callejuelas toledanas. Su trabajo consistía en reunir los conocimientos que llegaron a Córdoba en el siglo X con Abderramán III, después de haber recorrido los templos de saber de Bagdad, Damasco, Jerusalén y Alejandría. Gracias a la coordinación del arzobispo don Raimundo de Toledo se consolidó lo que la Historia ha querido llamar Escuela de Traductores de Toledo. 

Aunque hay constancia de que sus protagonistas funcionaban con regularidad el año 1150, éstos nunca crearon tal institución ni utilizaron ese nombre. Sus sabios transcribieron obras de importantes estudiosos de esa época como Averroes, Algazel, Avicena y Salomón ben Yehuda. Este esfuerzo de espiritualidad común haría de Toledo la capital cultural más desarrollada de Europa.

En esa misma onda y contra vientos y mareas católicos, al llegar marzo de 1167 se celebró en la población de Saint Félix de Caraman, cercana a Toulouse, una importante reunión de cristianos unitarios disidentes, compuesta por varios perfectos, dignatarios y gentes del pueblo llano provenientes de varios puntos de Europa. En esta importante asamblea, a la que asistieron el perfecto lombardo Marcus y el perfecto bogomilo (de los Balcanes) Nicetas o Nikita, se delimitaron las congregaciones cátaras de Albi, Agen, Carcassonne y Toulouse, se eligieron perfectos y perfectas para orientarlas por el Buen Camino, y los más perfeccionados en este sentido concedieron el Consolamentum (Consuelo) a sus hermanos de alma posando sobre ellos sus prestigiosas y santas manos.

El acto sacrado del Consolamentum se administraba en dos momentos clave. Uno era Consolamentum de los moribundos o de las personas próximas a morir, la persona que estaba a punto de perder la vida terrenal por enfermedad o vejez recibía de algún perfecto o alguna perfecta una bendición, fuerza o paz espiritual acrecentada con el ayuno total para facilitar el tránsito del ser a la otra vida; esta forma de irse o dejar el cuerpo era llamada Endura (en catalán, endurar significa sobrellevar) y se confunde hoy con un ritual suicida. El otro era el Consolamentum de los perfectos, lo daban perfectos experimentados, maestros espirituales y santos, como sucedía con los esenios judeocristianos... (sigue)
 

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