viernes, 9 de septiembre de 2005

«La venganza de Dios ha sido admirable»

El papa Inocencio III escribió en marzo de 1208 una carta a todos los obispos y nobles francos, pues su poderoso rey capeto Felipe II el Augusto, se encontraba en guerra por el norte con Ricardo I Corazón de León, rey de Inglaterra. En ella calificaba como peste al cristianismo cátaro y más peligroso que el Islam, perdonaba los pecados de los soldados que lo extirparan, prometía el paraíso a los muertos en batalla y cedía las posesiones conquistadas a los conquistadores supervivientes...
 
A la cruzada acudieron numerosos mercenarios de todas clases que se pusieron bajo mando de Arnaud Amalric o Amaury (Arnaldo Amalrico), pariente de los vizcondes de Narbona, ex abad del real monasterio de Santa María de Poblet (Tarragona) abad de Cîteaux y cabeza pseudoespiritual y logística contra el catarismo; y del conde Simón IV de Montfort, noble de familia anglofranca caracterizado por una extremada crueldad que sería nombrado por Amalric jefe militar de la expedición.

Mientras se preparaba la cruzada cátara, llamada también cruzada albigense por desarrollarse mucho esta profunda religiosidad en los habitantes de Albi, los encuentros diplomáticos se sucedieron durante algo más de un año. Arnaud Amalric se encargó de reunir el ejército cruzado y el monarca franco Felipe II el Augusto le envió varios de sus vasallos aristócratas con sus tropas.

Sello de cátaro Ramón o Raimundo VI de Toulouse

El conde Raimundo VI de Toulouse apoyaba en secreto a los cátaros e intentó resolver el conflicto de forma vía pacífica, para ello se entrevistó con el abad cisterciense Arnau Amalric, envió embajadores a Roma para hablar con representantes del papa Honorio III (Cencio Savelli) y acudió a Valencia iniciado el mes de junio de 1209 para pactar con un legado papal llamado Milon.

Raimundo VI de Toulouse se vio obligado a entregar siete de sus castillos feudales, jurar combatir a los herejes que apoyaba y a retractarse públicamente ante el abad Arnaud Amalric y sus cruzados en el pueblo de Saint-Gilles el día 18 de junio de 1209. La fortaleza de Pamiers y su feudo fue uno de los entregados al conde Simón IV de Montfort, donde residía Esclarmonde de Foix, ella y sus habitantes tuvieron que huir para salvar sus vidas. De la perfecta cátara Esclarmonde y de lo que le sucedió a partir de entonces se pierde la pista aquí.

El joven Raimundo, Raimon o Ramón Roger Trencavel, vizconde de Béziers y de Carcassonne y sobrino de Raimundo VI de Toulouse, quiso hacer lo mismo que Raimundo VI de Toulouse para salvar sus posesiones y su comunidad, pero fue rechazado por el papa Honorio III. Raimundo VI de Toulouse cambiaría de parecer en 1211 retomando el feudalismo cátaro, sería excomulgado por el papa Inocencio III ese mismo año en el concilio de Toulouse y moriría el año siguiente.

Gran parte del ejército cruzado se reunió en Lyon y de allí partió hacia Aquitania el 24 de junio siguiendo el río Ródano. Otro grupo, dirigido por el arzobispo de Bordeaux (Burdeos) y el conde de Auvergne, recorrió las regiones de Querey y Agenais, saqueando y arrasando la población de Tonneins. Un tercer grupo cruzado encabezado por el obispo de Puy, se unió al anterior en Casseneuil y allí quemaron vivos en piras a los primeros cátaros de esta cruzada. El día 21 de julio, el ejército mandado por el abad de Císter Arnaud Amalric llegó a las proximidades de Béziers, población del Languedoc cercana a la costa mediterránea, y se preparó para sitiarla.

Entretanto, los habitantes de Béziers recibieron la orden de rendirse y entregar a más de doscientos veinte de cátaros con marcada influencia espiritual y social, a cambio de no hacer daño al resto de la población. Pero los de Béziers no aceptaron el trato, prefiriendo compartir su suerte con los perfectos requeridos.

El día 22, una imprudente salida de un grupo de asediados permitió que los cruzados se introdujeran en la ciudad amurallada y mataran a casi toda la población, incluyendo alrededor de siete mil almas indefensas que se habían refugiado en la iglesia románica de la Magdalena, espacio ocupado hoy por la catedral gótica de San Nazario. Poco después, Arnaud Amalric escribió al papa Inocencio III: Los nuestros, sin perdonar rango, sexo ni edad, han pasado por las armas a veinte mil personas. Tras una enorme matanza de enemigos, toda la ciudad ha sido saqueada y quemada. La venganza de Dios ha sido admirable

El ejército cruzado llegó a Carcassone (Carcasona) el 1 de agosto siguiente y sitió la ciudad. El rey Pedro II de Aragón cabalgó hasta allí para solicitar a Arnaud Amalric un remedio pacífico y salvar la vida de los habitantes, entre los que se encontraba su cuñado, el noble Raimundo, Raimon o Ramón Roger Trencavel, casado con Agnès de Motpellier, hermanastra de María de Motpellier y esposa de Pedro II. Un El mes siguiente, Arnaud Amaury consintió dejar salir del cerco a Ramón Roger Trencavel y a doce acompañantes nobles para negociar una solución. El joven cuñado del rey aragonés rechazó la oferta, fue encarcelado y moriría en las mazmorras de su propio castillo pocos meses después.

Para intentar detener los ataques de las huestes del conde Simón IV de Montfort a tierras aragonesas más allá de los Pirineos, Pedro II concertó en enero de 1211 el matrimonio de su pequeño hijo Jaime I, sin haber cumplido aún los tres años de edad, con la hija de aquel y se lo entregó como rehén. El que sería llamado el Conquistador fue separado de su madre María de Montpellier, trasladado a la corte de Carcassonne y puesto bajo custodia de los cruzados francos.

Los meses siguientes, poblaciones occitanas como Alzonne, Montréal, Fanjeaux (donde Simón de Montfort se entrevistó con Domingo de Guzmán), Limoux, Preixan, Castres, Bram, Cabaret, Curdespine, Quertinheux, Mirepoix, Lombers, Albi, Montpellier, Pézenas, Minerve, Termes y Puivert sufrieron los meses siguientes asedios, coacciones, ejecuciones y demás brutalidades de los cruzados.

A finales del año 1211, el noble occitano Giraud de Pépieux recuperó con sus tropas el castillo de Puègserguièr (en occitano) o Puisserguier (en francés), conquistado por los cruzados meses atrás. Tras la ocupación y la prisión de los católicos supervivientes, Giraud ordenó matar a una parte de la guarnición cruzada y a los demás, entre los que había varios nobles, cortarles la nariz, las orejas, el labio superior y sacarles los ojos.

Tras perder la batalla con los cruzados y como venganza por orden efectuada por Giraud de Pépieux, Simón de Montfort ordenó en abril de 1212 arrancar los ojos y cortar labios superiores, narices y orejas a cien habitantes sobrevivientes de Bram; menos a uno, al que dejó un ojo sano para que guiara a los demás lisiados hasta la cercana fortaleza de Cabaret, antes de ser tomada, y propagar así el terror entre los cátaros resguardados en otras fortalezas.

Los ejércitos almohades de al-Andalus aprovecharon la cruzada emprendida contra los cátaros occitanos para deshacer el sistema defensivo de las órdenes militares y apoderarse de territorios cristianos. Hasta que el 16 de julio de 1212 disputaron la batalla de las Navas de Tolosa contra una alianza de tropas de reinos del norte. Parte de ellas estuvieron comandadas por el rey franco Pedro II de Aragón, que había cambiado el fanatismo católico que masacraba y ocupaba sus dominios norteños por el de los islamitas almohades que avanzaban desde el sur hispano.

Mientras se combatía contra los musulmanes se desarrolló otro acontecimiento insólito: la Cruzada de los Niños. De trasfondo similar a la Cruzada de Pedro el Ermitaño, surgió a partir de los discursos pronunciados por un supuesto peregrino de Tierra Santa que llegó a Borgoña, tierra de Cluny... (sigue)

Un detalle digno de conocer para comprender el porqué de todas estas crueldades y demencias:

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