viernes, 3 de marzo de 2006

Judíos queridos y malqueridos según castas e intereses

Como sucedía en muchas partes de Europa durante el siglo XV, gran parte del campesinado hispano soportaba la presión fiscal y señorial de la Iglesia, los nobles y sus soldados. En 1431 ya se había producido en Galicia la Primera Guerra Irmandiña o de las Hermandades. Los irmandiños eran gentes trabajadoras de campo y ciudad que se habían reunido en hermandades para defender sus intereses ante los acosos y abusos de las clases señoriales...
 
La Segunda Guerra Irmandiña comenzó en 1467 y tuvo mayor alcance y virulencia que la primera, el rey Enrique IV de Castilla, hermanastro y enemigo de la futura Isabel la Católica, utilizó al pueblo descontento contra sus enemigos de la alta nobleza castellana. No pocos de estos amotinados de castas humildes, que acabaron perdiendo las dos guerras citadas y lo poco que les quedaba en 1469, eran descendientes de las sociedades cátaras desarrolladas en el Languedoc y el norte de Hispania.

Movimientos de tropas señoriales, 2ª Guerra Irmandiña

Otro tanto pasaba en el Reino de Aragón. Para evitar que los campesinos y sus familias emigraran a otros lugares, los señores impusieron allí un sistema de vinculación a las tierras trabajadas junto a cargas fiscales y abusos, obligaciones llamadas Malos Usos por sus pagadores o víctimas, como quedarse con buena parte del patrimonio del campesino si no dejaba testamento o descendencia, agravios sexuales hacia las mujeres campesinas y pagos o compensaciones que debían hacer agricultores y granjeros cuando querían abandonar las tierras señoriales.

Esta última imposición era llamada remença (redención) en Aragón y dio lugar a la Primera Guerra de los Remensas (1462-1472), en la que los nobles lucharon contra el campesinado y contra el ejército del rey franco Juan II de Aragón y Navarra que los apoyaba.

En la Hispania de aquellos días los enlaces matrimoniales seguían uniendo reinos y los hijos ilegítimos de los reyes fundaban dinastías propias que ansiaban su parte. Los Reyes Católicos tenían en sus linajes las dos facetas. Fernando e Isabel eran parientes, bisabuelo de los dos fue Juan I de Castilla, que era hijo de Enrique II de Castilla, y éste a su vez hijo bastardo de Alfonso XI el Justiciero y primer rey castellano de la Casa de Trastámara.

Por otro lado, la madre de Fernando I de Aragón fue la segunda esposa de Juan II de Aragón y Navarra, se llamaba Juana Enríquez y era hija de Fadrique Enríquez de Mendoza (almirante de Castilla), y Mariana Fernández de Córdoba y Ayala.  Fadrique Enríquez, abuelo materno de Fernando I era hijo de Alfonso Enríquez, primer almirante de Castilla y marido de la judía aristócrata Paloma bat Gedaliah, tatarabuela de Fernando el Católico e hija de Shlomo Ha-Zaken ben David, descendiente de judíos poderosos cautivos en Babilonia durante el reinado de Nabucodonosor II el Grande en el siglo VI antes de Cristo.

Esta pareja descendiente de la Casa de Trastámara no fue sólo un nuevo matrimonio endogámico y regio de sangres aristocráticas goda y judía. Isabel I tenía un carácter masculino, diferente al de las demás mujeres de su época. Durante toda su vida estuvo rodeada de hombres que obedecían sus órdenes y fue centro de atención política en Hispania durante el Renacimiento. Su madre era la segunda esposa de Juan II de Castilla, Isabel de Portugal, hija del infante Juan y nieta del rey portugués Juan I el Grande. El reinado de Juan II de Castilla fue un continuo enfrentamiento armado entre su monarquía, los nobles castellanos y los aragoneses. Al morir éste en 1454, sus herederos continuaron la disputa con mayor saña.

En principio destacó la lucha entre seguidores de los infantes Enrique y Alfonso, hijos del rey y su primera esposa María de Aragón, que acabó con la muerte de Alfonso el año 1468 en extrañas circunstancias. Enrique IV de Castilla acabó doblegándose ante las amenazas de los nobles y reconoció como heredera del reino a su hermana Isabel en la engañosa Concordia de los Toros de Guisando, celebrada en septiembre de ese mismo año. Isabel I de Castilla se casó en octubre de 1479 con Fernando II de Aragón, ella con dieciocho años y el con uno menos, estableciendo la comunión de intereses políticos entre sus dos monarquías con una política implacable.

El año 1475 comenzó la Guerra de Sucesión Castellana entre los partidarios de Isabel I y los de Juana de Castilla. A Juana, hija de Juana de Portugal, se la apodó la Beltraneja por rumorearse que era hija de Beltrán de la Cueva, noble y mano derecha de rey Enrique IV de Castilla, pero las habladurías no impidieron que fuera reconocida como legítima y nombrada heredera por Enrique. Sin embargo, en 1479 Fernando II subió al trono de Aragón al morir su padre Juan II, el doblado poder monárquico de Isabel y Fernando doblegó a la nobleza, Juana se vio obligada a renunciar al trono castellano a sus dieciséis años de edad y la Guerra de Sucesión Castellana llegó a su fin con la firma del Tratado de Alcáçovas (Portugal).

Este pacto, firmado por Fernando e Isabel con el rey portugués Alfonso V el Africano, que apoyó en esta guerra a su sobrina y segunda esposa Juana la Beltraneja, definió de momento los límites en la navegación atlántica de Portugal y Castilla. Como veremos más adelante, el regreso de Cristóbal Colón en 1493 de su primer viaje atlántico volvería a abrir este conflicto...


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