martes, 6 de junio de 2006

El Primer Reparto del Pastel Mundial

Cristóbal Colón y su tripulación pasaron en su primer viaje por las islas de San Salvador, Cuba y La Española (hoy repartida entre Haití y la República Dominicana). Dejando a treinta y nueve hombres en el Fortín de Navidad, hecho con los restos de la carabela Santa María, el almirante y el resto de tripulantes salieron hacia Hispania el 16 de enero de 1493. El 4 de marzo Colón desembarcó cerca de Lisboa para hablar con el rey portugués Juan II el Perfecto sobre su aventura transoceánica...

No en vano el almirante había vivido en Portugal casi diez años, donde aprendió a navegar y negoció por las rutas comerciales del Atlántico en nombre de su creciente Imperio, y en la isla de Porto Santo del archipiélago de Madeira había tenido a su primer hijo Diego Colón con la noble portuguesa Felipa Moniz. El 15 de marzo llegó a Palos de la Frontera, le informaron con detalle del intento de asesinato padecido por el rey Fernando, convaleciente aún, y el 3 de abril fue recibido en Barcelona por éste y sus esposa con honores y expectación.

Porto Santo: aqui nació el primer hijo de Cristóbal Colón 

Enterados del éxito de Colón y de los propósitos para el Nuevo Mundo del rey portugués Juan II, Isabel y Fernando pusieron en marcha a sus diplomáticos para obtener del papa valenciano Alejandro VI privilegios sobre los territorios alcanzados y crear una línea fronteriza global que dividiera en el futuro las soberanías y los negocios de ambos reinos. Con la excusa de la evangelización de infieles, ignorantes y enemigos, la Iglesia Católica del Renacimiento disponía de todas las tierras conquistadas allende los mares a favor de un príncipe al que llamaba cristiano. El Imperio Portugués obtuvo bulas papales en 1455 y 1456 que favorecieron sus exploraciones y expansiones por África, Asia y Sudamérica. El conflicto entre reyes portugueses y castellano-aragoneses por el dominio mundial, reavivado por la aventura colombina, dio lugar a la redacción de las Bulas Alejandrinas entre abril y septiembre de 1493.

Estas concesiones papales jurídico-teocráticas son cuatro y se conservan en el Archivo General de Indias (Sevilla) y en el Vaticano. La primera de ellas adjudica a los dos reinos pretendientes las tierras descubiertas o por descubrir siempre que no pertenezcan a ningún príncipe cristiano (al servicio de la Iglesia), y establece la obligación de adoctrinar a sus habitantes en la fe católica e imponerlos en las buenas costumbres. La segunda dispone una línea divisoria por el meridiano terrestre de norte a sur, pasando a cien leguas de las islas Azores (al oeste de Portugal) y Cabo Verde (al oeste de Senegal), para definir en el futuro las zonas en poder de Castilla-Aragón y Portugal. La tercera concede los mismos privilegios a los reyes de Castilla y Aragón que los otorgados a los reyes de Portugal en bulas anteriores. La cuarta reparte los territorios asiáticos de la India y delimita rutas de conquista para los dos reinos.

Cristóbal Colón volvió a salir hacia América el 25 de septiembre de 1493 con ganados, semillas, diecisiete naves y mil doscientos hombres; entre éstos se encontraba un buen número de frailes dominicos, encargados de evangelizar a cuantos infieles, ignorantes y enemigos se encontraran. En este segundo viaje pasó por Puerto Rico, por La Española (donde encontró el Fortín de Navidad destruido y a todos sus ocupantes asesinados), por Cuba, Jamaica y el noroeste de Venezuela. Esta travesía colombina fue la más nutrida e importante de todas, la que supuso el comienzo de la colonización de América y de las interminables batallas entre colonos europeos e indígenas.

Desde la promulgación de las Bulas Alejandrinas, el rey portugués Juan II el Perfecto, junto a sus consejeros y embajadores, intentó ampliar por vía diplomática la demarcación adjudicada a los dos reinos en la segunda bula. Largos meses de negociaciones llevaron a la firma del Tratado de Tordesillas (Valladolid) el día 7 de junio de 1494 y a su ratificación posterior por los Reyes Católicos y el rey Juan II. Las condiciones de este tratado, que también se conserva en el Archivo General de las Indias, reparten el globo terráqueo entre Aragón-Castilla y Portugal.

Su primera disposición establece una línea divisoria de norte a sur a 370 leguas de distancia al oeste de las islas de Cabo Verde (frente a Senegal), en el meridiano 46º 35’. Lo descubierto o por descubrir hacia el este de esa marca pertenecería a los soberanos de Portugal y sus sucesores por siempre jamás, y lo encontrado hacia el oeste sería posesión de los reyes de Castilla y Aragón y herederos. La imprecisión a la hora de trazar la imaginaria línea, originó sucesivas controversias, anulaciones, ventas e incumplimientos en años y siglos posteriores. Uno de los resultados más visibles en la actualidad de este tratado es la nación de Brasil... (sigue)


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