lunes, 1 de enero de 2007

El papa de Ginebra y el cátaro oscense

Juan Calvino (1509-1564), conocido popularmente como el Papa de Ginebra, está catalogado como humanista, teólogo y reformador protestante. Comenzó a desarrollar su misión de la mano de Nicolás Cop, hijo de un médico del rey franco Francisco I, clérigo y rector de la Universidad de París. Los dos se conocían desde sus tiempos mozos como seminaristas en el parisino Colegio de Montaigu. Calvino dedicó sus esfuerzos a organizar a los protestantes franceses, llamados hugonotes (huguenots) por formar parte de una sociedad juramentada por este cabecilla reformador. En noviembre de 1533, Nicolás Cop pronunció un sermón apoyando a Martín Lutero, justificando el protestantismo en la figura de Jesucristo y amonestando a la Iglesia católica. A causa de este discurso, el rey Francisco I expulsó de París a Cop y a Calvino sin causarles daño alguno...
 
Calvino viajó mucho los dos años siguientes, predicando lo mismo y escribiendo sobre el asunto. Resultado de ello fue la primera publicación en Basilea el año 1536 de su obra Institutio Christianae Religionis (Institución de la Religión Cristiana), obra dedicada al rey franco Francisco I, el mismo que, en teoría, lo había expulsado de París en 1533.

Trabajó luego en Ginebra con el predicador Guillaume Farel, reglamentando y difundiendo desde allí la Reforma en Suiza, y organizando la Iglesia Protestante de Francia, que era nombrada por los textos oficiales supuesta religión reformada. Ginebra era entonces una ciudad animada y abierta en lo moral, con una próspera actividad comercial. Las leyes calvinistas dictadas eran severas hasta en aspectos de la vida privada de los ginebrinos, su objetivo era erradicar aquella alegría y permisividad a la que los reformadores llamaron vicio.

Miguel Serveto Conesa, el sabio cátaro oscense

La vida empeoró de forma notoria para el cantón ginebrino, por lo que su Consejo retiró las nuevas y estrictas normas político-religiosas el año 1538. Juan Calvino y Guillaume Farel fueron expulsados de la ciudad y se les prohibió regresar. Calvino permaneció en Estrasburgo y Farel en Neuchâtel. Pero poco después de la expulsión de los rígidos reformadores, los habitantes de Ginebra empezaron a sufrir una serie de desastres materiales, físicos y comerciales que degeneraron en amenazas de conquista y saqueo por tropas católicas. Este ambiente bélico obligó a los supervivientes del Consejo de Ginebra a readmitir a Juan Calvino como superior y a sus dictados como legislación. Y fue Papa de Ginebra desde 1541 hasta fallecer en 1564.

Anotemos que la Guardia Suiza del Vaticano fue creada a principios del siglo XVI por el papa Julio II (Giuliano della Rovere), teócrata muy preocupado por la reunificación y expansión de los Estados Pontificios. Esta escolta ha estado compuesta siempre por soldados suizos, unos mercenarios muy apreciados por la Iglesia católica y otros reinos de Europa entre los siglos XV y XVIII por su arrojo y disciplina. Algunos de los más famosos fueron los quinientos guardias del rey franco Luis XVI que murieron el 10 de agosto de 1792, en plena Revolución francesa, defendiendo el Palacio de las Tullerías de París contra una multitud de asaltantes.

El regreso de Juan Calvino supuso una férrea dictadura para Ginebra, un periodo de gran intolerancia pese a las cantinelas reformadoras, caracterizado por el exilio y la ejecución de disidentes o herejes como la del erudito aragonés Miguel Serveto o Servet. Con esta siniestra táctica, la recién nacida Iglesia protestante se movía a imagen y semejanza de la católica...

Miguel Serveto Conesa (1511-1553), más nombrado Miguel Servet, es un personaje envuelto en un significativo silencio de biografías y estudios oficiales. Nació en el seno del cristianismo cátaro oscense, era hijo de Antón Serveto Meller, noble hidalgo y notario del Monasterio de Sigena, y de Catalina Conesa Zaporta. Su abuela se llamaba Beatriz Zaporta, descendiente de una familia judía de Aragón relacionada con el comercio y las finanzas, hermana de Gabriel Zaporta, banquero de Carlos V. Miguel vino a este mundo en Villanueva de Sigena (Huesca), donde se encuentra el Monasterio de Santa María.

Recordemos que allí fueron trasladados en 1217 los restos del rey Pedro II de Aragón, protector de las órdenes militares del Temple y de San Juan de Jerusalén, tras morir el año 1213 en la batalla de Muret, acontecimiento importante de la guerra contra los cátaros del Languedoc. En su inicio, este monasterio era dúplice, habitado por hombres y mujeres, y luego sede de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén (designada Orden de Rodas en 1309 por establecerse en esa isla para luchar contra los musulmanes, y Orden de Malta por ocupar esta isla en 1530 tras ser expulsados sus miembros por tropas del sultán otomano Solimán I el Magnífico).

Como hijo de infanzón o noble de menor alcurnia, encargado de labores de escritura en un monasterio, Miguel Serveto recibió una excelente educación. Con catorce años fue aceptado como pupilo por el influyente fraile dominico Juan de Quintana, doctor en teología por la Universidad de París, miembro de la Corte de la Corona de Aragón, consejero y confesor del emperador Carlos V. Posteriormente marchó a Toulouse, antigua capital del Languedoc, para estudiar en su universidad. Aprendió leyes, conoció las ideas protestantes, leyó la Biblia y se interesó por la doctrina católica de la Santísima Trinidad, concepto que no aparece ni se define en las Sagradas Escrituras.

Pasados dos años en Toulouse, Miguel Serveto volvió al servicio de Juan de Quintana y entró en la corte aragonesa. Quintana y Serveto visitaron Roma en 1530 con Carlos V y luego Bolonia para ultimar los detalles de su coronación como emperador por el papa Clemente VII (Julián de Medici). Lo vivido en sus viajes como cortesano le hicieron escribir sobre la Iglesia y el papa: Lo hemos visto sobre hombros de sus lacayos llevado con gran suntuosidad y haciéndose adorar a lo largo de las calles por el pueblo arrodillado. Los que habían podido besar su pies se creían más afortunados que los demás y pregonaban que habían obtenido así numerosas indulgencias, gracias a las cuales les serían perdonados años de sufrimientos infernales… ¡Oh, la más vil de las bestias! ¡Oh, la más descarada de las meretrices!.

Decepcionado por católicos y protestantes, Miguel Serveto publicó en 1531 la obra titulada De Trinitatis Erroribus (De los Errores de la Trinidad),  un texto opuesto al dogma de la Santísima Trinidad. En él censura esta fórmula de tres cabezas divinas, semejante al Trimurti hinduista con los dioses Brahma, Shiva y Visnú, creada en el Primer Concilio de Nicea el año 325 (presidido por el emperador Constantino I el Grande y Osio, obispo de Córdoba, enemigo de Arrio y su arrianismo), una fórmula doctrinal consolidada por concilios posteriores.

El libro molestó mucho a la jerarquía vaticana, a la Inquisición hispana y a Johannes Oecolampadio, Martin Bucer, Philip Melanchthon y Juan Calvino, presuntos reformadores protestantes y anticatólicos... (sigue)

Para contactos profesionales o editoriales, escribir e-mail.

No hay comentarios:

Publicar un comentario