miércoles, 6 de junio de 2007

El Renacimiento... del Imperio Romano

Carlos de Gante, nacido el año 1500 de Juana la Loca, se convirtió en rey de Castilla y Aragón y de sus territorios anexos en 1516, y en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico el año 1519. Abarcó una administración territorial inmensa y fue distinguido documentalmente y con mucha razón César Carlos y Su Majestad Cesárea. Pero no estaba solo, detrás tenía toda una cohorte de consejeros y valedores que trazaron para él un calendario digno de un emperador...

El día 9 de febrero de 1518, las Cortes castellanas se reunieron en Valladolid ante Carlos, le juraron fidelidad como rey de Castilla, a su madre Juana como reina nominal y desembolsaron en sus arcas reales seiscientos mil ducados de oro. El 29 de julio, las Cortes aragonesas hacen lo mismo y entregan a sus tesoreros doscientas mil libras de oro. El 15 de febrero de 1519, Carlos y su séquito llegan a Barcelona y al día siguiente convocan las Cortes cataranas o catalanas. Tras largos y ásperos debates, le juran fidelidad como rey de Aragón y a su indispuesta madre como reina nominal el día 16 de abril de ese año. Pero más escabroso fue el pago del impuesto, que acabó decidiéndose a principios de enero de 1520 con la suma de trescientas mil libras de oro.

Llegado marzo de 1519, el extremeño, aristócrata y aventurero Hernán Cortés Pizarro Cortés penetró en Centroamérica con sus soldados siguiendo órdenes reales de Carlos de Gante. En noviembre toparon con los aztecas de Moctezuma II, soberano, guerrero y sumo sacerdote que había acrecentado los rituales religiosos con sacrificios humanos, el descontento de su tribu y las guerras con pueblos vecinos. Sin embargo, Moctezuma II recibió a Hernán Cortés y a los mercenarios que lo acompañaban con regalos como oro, joyas, atavíos emplumados y mujeres.

Dios Quetzalcóatl, símbolo físico y espiritual de seres humanos

Aztecas y toltecas pensaban que los recién llegados eran el dios Quetzalcóatl y acompañantes de su corte, seres que, según una profecía indígena centroamericana, regresarían por donde nace el sol. Los aztecas conservaban en su recuerdo la llegada siglos antes de unos hombres blancos con barbas y plumas en la cabeza que hablaron de una religión benéfica, les trasmitieron conocimientos especiales y prometieron regresar.

Al enterarse de la llegada de los conquistadores castellanos, Moctezuma II creyó que Quetzalcóatl y sus acompañantes volvían para ocupar su reino y vengar las atrocidades cometidas por él y sus guerreros durante su mandato. Los primeros temores y agasajos de los aztecas dieron paso a su sublevación contra los hispanos y a la guerra. De la misma manera, Atahualpa, el último soberano inca, y sus soldados se enfrentarían el año 1532 al ejército dirigido por Francisco Pizarro González, pariente de Hernán Cortés Pizarro.

Los incas también esperaban el retorno de Viracocha, que en lengua quechua significa Señor, un dios benévolo llegado desde el otro lado del mar que también se marchó prometiendo regresar. Distinguido señor de piel blanca que mezcló sus genes con los indígenas y les transmitió avanzados conocimientos, haciendo posible la construcción de pirámides y otros fastuosos monumentos en el continente americano.

Carlos de Gante había llegado como heredero a las Cortes de Valladolid el año 1516, con dieciséis años, sin conocer la lengua castellana y rodeado por un abultado número de altos clérigos y aristócratas del principado de Flandes. El séquito extranjero desplazó a los miembros de la alta nobleza castellana y los subordinó a sus dictados.

Este desplazamiento y la deuda aumentada por el sistema fiscal implantado por los Reyes Católicos produjeron protestas generales en las que participaron hasta las castas más bajas del pueblo. Los apretones del fisco y las rivalidades comerciales de distintos grupos revolucionarían primero a las clases medias de las ciudades, incluyendo al clero, y luego a los señoríos rurales... (sigue)

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