Entre los días 28 de enero
y 25 de mayo de 1521 se celebró una Asamblea del Sacro Imperio Romano en la ciudad germana de Worms,
conocida como la Dieta de Worms. A ella acudió el reformista
religioso Martín Lutero para defender sus opiniones. El papa León X (Juan de
Medici) había rechazado y condenado en junio de 1520 cuarenta y una de sus
proposiciones para la reforma de la
Iglesia , aunque este rechazo no impidió a Lutero seguir
escribiendo y publicando trabajos que criticaban ferozmente al Estado
Pontificio. El 1 de enero de 1521, León X había dictado una bula excomulgando a
Lutero y a sus partidarios, pero tardó demasiado en llegar a Alemania...
El día 25 de mayo de 1521,
último día de la reunión, se redactó el Edicto
de Worms prohibiendo las actividades de los luteranos y el contenido de la
doctrina luterana. Como suele suceder en estos casos y bien sabían sus
censores, la prohibición facilitó la difusión y la extensión de la doctrina
protestante. El emperador Carlos V condenó también a Martín Lutero, que no se
retractó en Worms, pero el elector de Sajonia Federico III el Sabio hospedó a
Lutero en su castillo de Wartburg para que tradujera el Nuevo Testamento del
original griego a la lengua alemana.
Matanza de San Bartolomé, cuadro de hugonote François Dubois |
Coincidente con los conflictos descritos, el protestantismo fue
introducido en Francia entre 1520 y 1523
por un grupo juramentado de clérigos llamados hugonotes (huguenots) y sus directrices fueron manejadas poco
después por Juan Calvino y Nicolas Cop. Los principios protestantes calaron en
muchos miembros de la media y la alta aristocracia franca, poseedoras de un
notable nivel de erudición y de intereses socioeconómicos o políticos.
La
doctrina reformada disfrutó de protección real en sus inicios, destacando como
protectores el rey franco Francisco I y su hermana, la reina de Navarra Margarita
de Angulema. Más adelante, Francisco I retiraría su apoyo a los protestantes,
persiguiéndolos y aniquilándolos sin misericordia. Su hijo y heredero Enrique
II continuaría la misma política.
Junto a estas guerras, Francisco I emprendió significativas
reformas como la emisión de bonos del Estado sujetos a la capacidad recaudadora
de su gobierno, el castigo de los agentes fiscales que habían robado capital de
las arcas reales, la modificación por dos veces del erario para incremento de sus
riquezas y la subasta de cargos judiciales y financieros. Esta última generó
una nueva clase de magistrados multimillonarios que se convertirían en figuras
importantes de la estructura gubernativa y social del Reino Franco hasta la Revolución francesa.
Entretanto, los nobles francos servían en los ejércitos del
monarca e intentaban asegurarse el patrocinio del rey o de sus magnates
preferidos, pero como dependían de rentas fijas y tenían deudas impuestas por
los banqueros en sus préstamos, la inflación consecuente disminuyó su poder
económico y su estatus social. Este abono germinaría una serie de conflictos
armados durante la segunda mitad del siglo XVI, beligerancias que enfrentarían
a la Casa de
Valois contra la Casa
de Borbón en las Guerras de Religión
Francesas y llevarían a los Borbones al trono del Reino Franco.
En mayo de 1524, el papa Clemente VII (Julián de Medici) firmó un
documento concediendo la expulsión de los musulmanes aragoneses que no se
bautizaran como católicos, librando a Carlos V de los juramentos realizados
antes de su coronación, en los que respetaba sus usos y costumbres. Como
respuesta, los vasallos islamitas de Valencia, que habían luchado contra los
hermanados en la Guerra
de Germanías hasta el año anterior, ofrecieron sumas de dinero a sus señores
católicos del reino aragonés, uno de los grandes soportes del emperador Carlos.
Así, el Decreto de Expulsión de los musulmanes o mudéjares de Aragón, emitido
el 4 de abril del año 1525 como
continuación del anunciado en Castilla el año 1502, dio a elegir a los
islamitas aragoneses entre la conversión y el exilio; pero concediendo a los
valencianos cuarenta años de dispensa por parte de la Inquisición , para
satisfacer los intereses señoriales al conservar sus campesinos y servidores
musulmanes.
El 11
de marzo de 1526, Carlos V se casó
en el Alcázar de Sevilla con su prima Isabel de Portugal, hija de Manuel I el
Afortunado y de María de Aragón y Castilla. Isabel era hermana del rey
portugués Juan III el Piadoso, a su vez casado desde 1526 con Catalina de
Austria, hermana de Carlos V. Estos matrimonios formaban parte de la política
de enlaces trazada por los Reyes Católicos y sus asesores eclesiásticos, y
fueron un eficaz medio para aglutinar el control de toda Hispania bajo el Sacro
Imperio Romano Germánico... (sigue)
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