miércoles, 10 de octubre de 2007

Guerras de religión, y finanzas

Entre los días 28 de enero y 25 de mayo de 1521 se celebró una Asamblea del Sacro Imperio Romano en la ciudad germana de Worms, conocida como la Dieta de Worms. A ella acudió el reformista religioso Martín Lutero para defender sus opiniones. El papa León X (Juan de Medici) había rechazado y condenado en junio de 1520 cuarenta y una de sus proposiciones para la reforma de la Iglesia, aunque este rechazo no impidió a Lutero seguir escribiendo y publicando trabajos que criticaban ferozmente al Estado Pontificio. El 1 de enero de 1521, León X había dictado una bula excomulgando a Lutero y a sus partidarios, pero tardó demasiado en llegar a Alemania...

El día 25 de mayo de 1521, último día de la reunión, se redactó el Edicto de Worms prohibiendo las actividades de los luteranos y el contenido de la doctrina luterana. Como suele suceder en estos casos y bien sabían sus censores, la prohibición facilitó la difusión y la extensión de la doctrina protestante. El emperador Carlos V condenó también a Martín Lutero, que no se retractó en Worms, pero el elector de Sajonia Federico III el Sabio hospedó a Lutero en su castillo de Wartburg para que tradujera el Nuevo Testamento del original griego a la lengua alemana.

Matanza de San Bartolomé, cuadro de hugonote François Dubois

Coincidente con los conflictos descritos, el protestantismo fue introducido en Francia entre 1520 y 1523 por un grupo juramentado de clérigos llamados hugonotes (huguenots) y sus directrices fueron manejadas poco después por Juan Calvino y Nicolas Cop. Los principios protestantes calaron en muchos miembros de la media y la alta aristocracia franca, poseedoras de un notable nivel de erudición y de intereses socioeconómicos o políticos.

La doctrina reformada disfrutó de protección real en sus inicios, destacando como protectores el rey franco Francisco I y su hermana, la reina de Navarra Margarita de Angulema. Más adelante, Francisco I retiraría su apoyo a los protestantes, persiguiéndolos y aniquilándolos sin misericordia. Su hijo y heredero Enrique II continuaría la misma política.

Junto a estas guerras, Francisco I emprendió significativas reformas como la emisión de bonos del Estado sujetos a la capacidad recaudadora de su gobierno, el castigo de los agentes fiscales que habían robado capital de las arcas reales, la modificación por dos veces del erario para incremento de sus riquezas y la subasta de cargos judiciales y financieros. Esta última generó una nueva clase de magistrados multimillonarios que se convertirían en figuras importantes de la estructura gubernativa y social del Reino Franco hasta la Revolución francesa.

Entretanto, los nobles francos servían en los ejércitos del monarca e intentaban asegurarse el patrocinio del rey o de sus magnates preferidos, pero como dependían de rentas fijas y tenían deudas impuestas por los banqueros en sus préstamos, la inflación consecuente disminuyó su poder económico y su estatus social. Este abono germinaría una serie de conflictos armados durante la segunda mitad del siglo XVI, beligerancias que enfrentarían a la Casa de Valois contra la Casa de Borbón en las Guerras de Religión Francesas y llevarían a los Borbones al trono del Reino Franco.

En mayo de 1524, el papa Clemente VII (Julián de Medici) firmó un documento concediendo la expulsión de los musulmanes aragoneses que no se bautizaran como católicos, librando a Carlos V de los juramentos realizados antes de su coronación, en los que respetaba sus usos y costumbres. Como respuesta, los vasallos islamitas de Valencia, que habían luchado contra los hermanados en la Guerra de Germanías hasta el año anterior, ofrecieron sumas de dinero a sus señores católicos del reino aragonés, uno de los grandes soportes del emperador Carlos.

Así, el Decreto de Expulsión de los musulmanes o mudéjares de Aragón, emitido el 4 de abril del año 1525 como continuación del anunciado en Castilla el año 1502, dio a elegir a los islamitas aragoneses entre la conversión y el exilio; pero concediendo a los valencianos cuarenta años de dispensa por parte de la Inquisición, para satisfacer los intereses señoriales al conservar sus campesinos y servidores musulmanes.

El 11 de marzo de 1526,  Carlos V se casó en el Alcázar de Sevilla con su prima Isabel de Portugal, hija de Manuel I el Afortunado y de María de Aragón y Castilla. Isabel era hermana del rey portugués Juan III el Piadoso, a su vez casado desde 1526 con Catalina de Austria, hermana de Carlos V. Estos matrimonios formaban parte de la política de enlaces trazada por los Reyes Católicos y sus asesores eclesiásticos, y fueron un eficaz medio para aglutinar el control de toda Hispania bajo el Sacro Imperio Romano Germánico... (sigue)

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