lunes, 2 de febrero de 2009

Santa Liga de París y octava guerra francesa

Mientras los intelectuales jesuitas movían sin cesar neuronas y plumas para establecer la Ratio Studiorum y la Polémica de Auxiliis, se disputaba la octava, última y más larga guerra de religión en Francia, con casi quince años de duración ininterrumpida, entre 1585 y 1598, llamada Guerra de los Tres Enriques por sus tres protagonistas parientes y de igual nombre: el rey Enrique III de Francia, el rey de Navarra Enrique de Borbón y el duque Enrique de Guisa...

Tras intentar la invasión de Amberes en enero de 1583 y ser derrotado,  Francisco de Valois Medici enfermó de tuberculosis, regresó a París y, antes de morir el 19 de junio de 1584, se reconcilió con su hermano Enrique III de Francia. Muerto su hermano menor, sin hijos y haciendo uso del rencor profesado a su madre Catalina de Medici, el rey Enrique III nombró heredero al trono de Francia a su primo hugonote Enrique de Borbón y Albret. Nada más saberlo la Santa Liga católica o de París retomó la actividad política sufragada por el Vaticano y sus aliados católicos.

Procesión de la Santa Liga de Paris en 1590 (cuadro anómimo)


En 1585, el rey Enrique III fue coaccionado por la Santa Liga para revocar el nombramiento sucesor de Enrique de Borbón y los privilegios concedidos a los hugonotes francos, dando lugar a la octava guerra. El rey navarro Enrique de Borbón se puso al mando del ejército hugonote y derrotó a las tropas católicas en la batalla de Coutras (Aquitania) el año 1587. Tras este desastre, la rivalidad por el poder y el odio entre los godos francos Enrique III de Francia y el duque Enrique de Guisa se acrecentó.

Durante este año, y pese a sus alianzas a favor del catolicismo en las Guerras de Religión Francesas, se produjo también la primera ofensiva de la monarquía hispana de los Austrias contra los jesuitas infiltrados en sus comitivas. El Consejo de la Suprema y General Inquisición Hispana, cuyos miembros fueron elegidos por el rey Felipe II, dio orden al padre Jerónimo Roca, provincial jesuita del Reino de Aragón, de no dejar salir del reino a ningún religioso de la Compañía de Jesús sin dar noticia de ello a la Inquisición Española; institución que puso veto de igual manera a la publicación de textos y tratados jesuitas como la citada Ratio, plan de instrucción promovido por orden del general jesuita Claudio Acquaviva.

El 10 de mayo de 1588, pese a la negativa del rey Enrique III, el duque Enrique de Guisa entró triunfante con sus huestes en París y respaldado por los jefes de la Santa Liga católica. El rey Enrique III, desconfiado y temiendo por su vida, mandó venir a la ciudad a varios regimientos de mercenarios a su servicio. El día 12 se alzaron las primeras barricadas en los principales puntos defensivos de París. La organización de esta sublevación fue dirigida por el parisino Consejo de los Dieciséis, grupo radical de la Santa Liga católica formado un jefe de cada barrio de los dieciséis que tenía París.

La logia de Los Dieciséis tenía encomendadas misiones políticas, bélicas, policiales y progapandísticas, pues sus buenos predicadores o demagogos excitaban el fanatismo religioso entre los parisinos y lo extendían por Francia. Ensalzaron al duque Enrique de Guisa como paladín libertador y al rey Enrique III lo acusaron de ser vicioso homosexual y de estar pervertido moralmente por nombrar heredero suyo al hugonote Enrique de Borbón.

Este día es conocido como Día de las Barricadas por ser la primera vez que se levantaron en París estructuras de este tipo para la guerra en ciudad. Las barricas, toneles o cubas de madera para elaborar vino, fueron los recipientes más usados para construirlas y de éstas le viene el nombre. A estas se añadieron carruajes volcados, muebles, palos, piedras, adoquines, sacos o equinos muertos, y tanto su estructura improvisada y adornada por las revueltas populares, como su generalizada desorganización y bravura a pecho descubierto de pintorescos personajes del pueblo, persistirían hasta la Segunda Guerra Mundial del siglo XX.

Finalizada esta jornada, murieron varias docenas de mercenarios reales, el duque Enrique de Guisa se alzó como paladín católico, el rey Enrique III abandonó humillado el Palacio del Louvre y se refugió en el castillo de Blois (a unos ciento sesenta kilómetros de distancia hacia el suroeste, cerca de Tours y a orillas del río Loira), y el Consejo de los Dieciséis se hizo con el control de París sustituyendo los altos cargos reales por fanáticos miembros de la Santa Liga e implantando severas rondas de vigilancia y castigo. La revuelta se extendió por otras ciudades de Francia y degeneró en guerra añadida entre católicos intransigentes y la monarquía de Enrique III.

Aprovechando la victoria, la Santa Liga de París obligó al rey Enrique III a firmar el día 15 de julio de 1588 el Edicto de Unión, obligándole sus párrafos a otorgar el mando del ejército franco al duque Enrique de Guisa, a convocar en Blois los Estados Generales de Francia para recomponer los nuevos impuestos del reino y a no establecer ninguna tregua ni pacificación con los herejes hugonotes.

El Edicto de Unión recibió apoyo del rey Felipe II de Austria a través de su embajador Bernardino de Mendoza, un aristócrata nacido en Guadalajara y adiestrado en la Universidad de Alcalá de Henares que organizó y sufragó revueltas y acciones violentas contra intereses y vasallos del monarca Enrique III de Francia.

Los Estados Generales de Francia estaban compuestos por una asamblea nacional cuya función principal era aprobar el sistema tributario del reino, sus componentes pertenecían a tres castas o estados sociales: el clero, la nobleza y el tercer estado o población pagadora de impuestos y sin los grandes privilegios de las otras dos castas superiores. Los Estados Generales franceses se convocaron por primera vez el año 1302 bajo mando del rey Felipe IV de Francia y I de Navarra, descendiente de la dinastía franca de los Capeto, y tuvieron gran influencia durante el siglo XIV y principios del XV. Enrique III eligió la ciudad de Blois como sede de los Estados Generales entre 1576 y 1588, y acabaron disueltos el año 1789 con la eclosión de la trágica Revolución francesa y sus radicales cambios sociales.

Enrique III convocó los Estados Generales en Blois unos meses después. Asistieron cabecillas de los tres estados, entre ellos el duque Enrique de Guisa y su hermano menor el cardenal Luis de Guisa o de Lorena. Expuestos y debatidos los tributos o tasas del reino por los asistentes, que en su mayoría estaban a favor de la Santa Liga católica, le fueron negados al monarca las contribuciones que exigía. 

Acorralado económica y políticamente, Enrique III citó en su castillo a los hermanos Enrique y Luis de Guisa el día 23 de diciembre de 1588. Mientras esperaban para entrevistarse con él, un grupo de soldados de su guardia asesinó al duque Enrique de Guisa allí mismo y apresó a su hermano Luis, ejecutándolo al día siguiente, día católico de Nochebuena... (sigue)

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