La palabra piratería define la organización del crimen y el pillaje
marítimos, una práctica tan antigua como la navegación. Es muy posible que el
vocablo pirata tenga su origen en la voz latina pyra: la hoguera o pira que servía
para incinerar un cadáver y la que se utilizaba para quemar víctimas en los
sacrificios humanos, pues, para deshacer las pruebas de su asalto, los antiguos
piratas grecorromanos quemaban las naves abordadas después de quedarse con el
botín y someter a sus ocupantes vivos...
Los organizados piratas berberiscos y turcos, navegando en galeras
remadas por esclavos no musulmanes y con puertos cercanos para protegerse y
reabastecerse como los de Tánger, Orán, Argel, Túnez y Trípoli, sembraron el
terror en las costas del oeste mediterráneo entre los siglos XIV y XIX y también
en las costas atlánticas de Galicia, Irlanda, las islas Feroe (hoy de
Dinamarca) e incluso las de Islandia.
Berberiscos abordando nave europea, Andries van Eetvelt, s.XVII |
Consecuencias de la piratería musulmana son la Orden Real y Militar de
Nuestra Señora de la Merced
y de la Redención
de Cautivos, más conocida como Orden de la Merced, y la Orden de la Santísima Trinidad
y de la Redención
de Cautivos, más nombrada Orden Trinitaria, dos congregaciones católicas que se
encargaron de reunir los rescates exigidos por los piratas islamitas y a
intercambiar a sus componentes por los rehenes cuando no lograban reunirlos;
los Caminos de Ronda creados en los litorales mediterráneos para prevenir su
llegada, muchos de los cuales aún pueden recorrerse andando, y las numerosas
torres o atalayas de vigilancia que siguen en pie; la extraordinaria batalla de
Lepanto o Naupacto, colosal intento por acabar con la piratería islamita en el
año 1571; y la popular frase “no hay moros en la costa”, empleada para indicar
que no hay peligro en algún lugar o con algunas personas.
Relevantes son también los más nombrados corsarios musulmanes al
servicio del Imperio Otomano: Los Hermanos Barbarroja, que eran rubios o pelirrojos
por descender de los aristócratas germanos que se asentaron el siglo V en norte
de África con el rey vándalo Genserico. Los Barbarroja se llamaban Ishaq, Aruj,
Ilias y Jaireddín, y se formaron luchando en el Mediterráneo contra los
soldados de la Orden
de Rodas, antes llamada Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, trasladada
a la Isla de
Rodas el año 1309 después de perder el Reino Latino de Jerusalén en la Batalla de Acre de 1291,
frente a las tropas del sultán mameluco Qalawun Malik al-Mansur.
A partir de su traslado a Rodas, los miembros de esta orden
militar, con licencia corsaria en nombre de la Iglesia Católica, se dedicaron
a atacar poblaciones y barcos tanto musulmanes como cristianos ortodoxos con
sus galeras remadas por esclavos y a comerciar con ellos, obteniendo grandes
beneficios económicos hasta finalizar el año 1522, cuando capitularon y
abandonaron la isla ante el implacable sitio mantenido por los navíos de guerra
del sultán Suleymán o Solimán I el Magnífico.
Entre los cuatro Hermanos Barbarroja destacaron Aruj y Jaireddín. Aruj
brilló como corsario y gobernador de Argél, y fue conocido como Baba Aruj
(Padre Aruj) por el buen trato que ofreció a los refugiados que emigraron por
mar desde Hispania al norte de África tras las Pragmáticas firmadas por los
Reyes Católicos contra los musulmanes de Castilla los días 14 y 17 de febrero
de 1502. Aruj murió en la Batalla
de Tremecén (Argelia), disputada en 1518 contra los barcos de guerra hispanos que
asediaron su costa. Su hermano pequeño Jaireddín ocupó su puesto y continuó la
misión.
Los grandes éxitos obtenidos por Jeireddín en sus enfrentamientos
con las flotas católicas por todo el Mediterráneo hicieron que el sultán
otomano Solimán I el Magnífico lo nombrara almirante de su flota y gobernador
de las tierras otomanas del norte de África. Jeireddín llegó a empequeñecer las
hazañas bélicas de su hermano Aruj, siendo una pesadilla para los enemigos
católicos y un gran apoyo para el rey Francisco I de Francia, aliado con el
sultán Soleimán I, y murió retirado en su palacio de Estambul con setenta y un
años.
Se define como corsarios, derivación de la palabra latina cursus
(carrera), a los navegantes que tenían un permiso concedido por el gobierno de
una nación llamado Carta de Marca o Patente de Corso. La misión de esos
mercenarios patentados, gran parte de ellos procedentes de la baja nobleza
europea, era asaltar y desvalijar las poblaciones costeras y los barcos
mercantes de las naciones enemigas de su gobierno pagador, quedándose una buena
parte del botín obtenido.
Gracias a la financiación recibida por grandes banqueros y
mercaderes judíos, como la familia florentina Frescobaldi, y a la centralizada
administración de su reino, bajo el gobierno del rey Enrique VIII de Inglaterra
se fundó la Armada Real
Inglesa, triplicando los barcos de guerra que la formanban hasta entonces y
construyendo las primeras grandes naves con cañones de largo alcance. Para
facilitar la navegación de la flota corsaria inglesa se construyeron numerosos
puertos, astilleros y faros en las costas de las Islas Británicas. Estas infraestructuras
navales serían la base del dominio marítimo del Imperio Británico durante los
siglos siguientes, aferrado siempre a la ideología pseudorreligiosa
protestante... (sigue)
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