jueves, 5 de diciembre de 2002

La Mitra Babilónica

El ejército del rey babilonio Nabucodonosor II el Grande derrotó al del monarca egipcio Psamético I el año 605 a.C. Nabucodonosor II continuó batallando los años siguientes contra otras tribus de Oriente Próximo y declaró la guerra al reino de Judá, conquistando Jerusalén el año 598 a.C...

Muchos nobles, guerreros y artesanos judíos fueron hechos prisioneros y llevados a Babilonia tras la ocupación. Nabucodonosor II nombró rey de Judá a Sedecías, príncipe de la Casa de David, quien acabó revelándose contra el rey de los babilonios.

En 586 a.C. el ejército de Nabucodonosor II volvió a arrasar Judá y su capital Jerusalén. Algunos de los supervivientes revoltosos fueron detenidos y deportados a Babilonia, otros huyeron a Egipto y se llevaron al pacífico profeta Jeremías contra su voluntad. Sólo a los campesinos más pobres se les permitió quedarse en Judea bajo el gobierno de Godolías, profeta y dirigente judío de talante sereno, como Jeremías.

Los judíos aristócratas desarrollaron en su Cautiverio de Babilonia un ritual religioso que emplearon para gobernar la vida de los exiliados del reino de Judá. Sus escribas empezaron a escribir las tradiciones judías que luego ocuparían el Antiguo Testamento de la Biblia, con el predominio de un dios irascible, cruel y vengativo llamado Yavé, y conformaron la idea de un nuevo planteamiento social desde una nueva Jerusalén.

El rey persa Ciro II el Grande conquistó Babilonia el año 539 a.C. Al año siguiente, y después de una serie de pactos favorables para el emperador persa con los dirigentes judíos, ordenó el cese de su exilio babilonio. Miles de esclavos judíos prepararon el regreso a Palestina y, con la interesada ayuda de Ciro II, los cabecillas religiosos concentraron sus esfuerzos en la reconstrucción del Templo de Salomón, reparación que acabó el año 516 a.C.

Mitra babilónica: boca abierta del dios-pez Dagón
El sumo sacerdote fue el encargado de gobernar Judea y desde ese momento el poder político de los judíos se convirtió en una teocracia al servicio del Imperio Persa. Bajo el mandato del dirigente judío Neheremías, protegido del rey persa Artajerjes I, Jerusalén volvió a ser una ciudad importante en el siglo V.

Durante esta etapa se desarrollaron una serie de disidencias religiosas en Jerusalén y los dirigentes judíos venidos de Babilonia enviaron a Esdras, un judío aristócrata y escriba que introdujo las reformas religiosas necesarias para el control de la doctrina judía. Su labor hizo que Judea se convirtiera en una provincia persa con estrictas normas religiosas a mediados del siglo IV a.C., dominada por una poderosa casta sacerdotal que se trajo de su destierro el sistema religioso babilonio

Los templos babilónicos eran sede del dios en cuyo honor estaban construidos. En ellos se celebraban antiguos ritos de origen sumerio con vistosas ceremonias oficiadas por sacerdotes. Con el tiempo este clero se hizo numeroso y se institucionalizó, los sumos sacerdotes celebraban sacrificios sagrados rodeados de músicos, magos, hipnotizadores, adivinos, interpretadores de sueños, clarividentes, prostitutas del templo llamadas hieródulas y otros asistentes.

Los grandes templos babilónicos acumularon de esta forma una gran cantidad de riquezas y su clero administrador se convirtió en dueño de extensos feudos y negocios, en los que trabajaban muchos siervos y esclavos. Entre el atuendo de este alto clero babilónico estaba la mitra: el tocado alto, puntiagudo y con forma de boca de pez que aún llevan en celebraciones solemnes el papa y otros jerarcas de la Iglesia de Roma... (sigue)

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